MIAMI – La pandemia de covid-19 ha acelerado la adopción de pagos digitales ayudados por el desarrollo de la moneda digital y su infraestructura, las criptomonedas y el “blockchain”, que están transformando el sistema monetario del siglo XXI.
Las criptomonedas y la revolucionaria infraestructura del “blockchain (cadena de bloques)” están desafiando el sistema monetario global fundado por el presidente de Estados Unidos Richard Nixon en 1971 cuando instauró una nueva política económica que acabó con la convertibilidad del dólar estadounidense de Bretton Woods implantando el sistema fiduciario actual.
El dólar estadounidense se convirtió en la moneda internacional de referencia ayudando al establecimiento de la Pax Americana, al nacimiento del capitalismo industrial de producción masiva para consumo masivo, y a la fusión entre el sector de las finanzas, seguros y bienes raíces que apuntalan el sistema.
El actual riesgo de la devaluación de las monedas fiduciarias y las perspectivas de un régimen inflacionario, debido a la impresión masiva para hacer frente a los efectos de la pandemia en la economía, han ayudado a que las criptomonedas empiecen a verse como una reserva de valor similar a una «versión digital del oro» en un mundo digitalizado.
Al igual que el oro debe extraerse de la tierra y existe una cantidad limitada, las criptomonedas deben «extraerse» a través de medios computacionales y tienen una estipulación establecida en su código fuente que obliga a un suministro limitado y finito, como en el caso del bitcoin establecido en 21 millones.
Las criptos están, por tanto, recibiendo el apoyo de las generaciones más jóvenes, de compañías como Square y Paypal, y de instituciones financieras como JPMorgan, Citibank y Fidelity que quieren introducirlas en sus carteras de inversión
La revolucionaria «infraestructura» del blockchain está forzando a los bancos centrales a desarrollar monedas digitales para modernizar sus sistemas financieros, acelerar los pagos nacionales e internacionales y competir con las criptomonedas.
Bahamas ha sido la primera economía en lanzar su moneda digital, la “sand dollar,” en 2020. China le sigue con la intención de poner en circulación el yuan digital en el 2022, aunque ya lo ha puesto en práctica en las grandes ciudades para empezar a promover una verdadera internacionalización de su moneda.
En Estados Unidos se está trabajando en el dólar digital a pesar de que el propio presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dudara de la necesidad de una nueva forma de dinero digital para complementar lo que ya es un sistema de pagos altamente eficiente, confiable e innovador.
En la Eurozona, Christine Lagarde anunció que al Banco Central Europeo le tomará unos cuatro años lanzar el euro digital.
La característica clave de esta nueva moneda digital lanzada por los bancos centrales es que sería un medio que no necesitaría el permiso ni la supervisión de un tercero para liquidar y ajustar transacciones.
Esto ha abierto un debate.
Por un lado, las monedas digitales traerían más transparencia, menor costo, y garantizaría la privacidad de las transacciones. En la Unión Europea los defensores afirman que un euro digital no reemplazaría al efectivo, sino que lo complementaría para mejorar el acceso a un medio de pago gratuito.
En Estados Unidos defienden que se necesita un dólar digital para competir con el yuan a pesar de que el dólar estadounidense se usa en más de 80 % de las transacciones globales y que la mayoría de los pagos y las transferencias ya se realizan en forma electrónica.
Los detractores explican que una moneda digital eliminaría a los bancos como intermediarios, pero ayudaría a los bancos centrales a controlar cada transacción en una moneda y tendrían toda la información sobre cómo se mantienen los depósitos y ahorros.
Pero lo más importante es que proporcionará un poder ilimitado a los bancos centrales para aumentar la oferta monetaria y dirigirla hacia donde los gobiernos lo deseen.
Si la moneda digital emitida por bancos centrales ganara aceptación en el comercio internacional podrían socavar la influencia de Estados Unidos y erosionar el papel fundamental del dólar como principal moneda de reserva del mundo.
Los estadounidenses tienen mucho que perder si el dólar es destronado y pierde valor, principalmente los estadounidenses de clase media cuya riqueza está bloqueada en fondos de retiro o tienen bonos en dólares estadounidenses a largo plazo pensando que son una inversión segura.
RV: EG