RÍO DE JANEIRO – La deforestación en América Latina y el Caribe representa 44 por ciento de la pérdida total de bosques tropicales, y la mayor parte de la conversión agrícola se llevó a cabo de manera ilegal, concluye un estudio global realizado por la organización sin fines de lucro Forest Trends.
Según el informe, el planeta perdió 77 millones de hectáreas de bosques tropicales entre 2013-2019 en América Latina, el sureste de Asia y África. De ellas, 60 por ciento —46,1 millones de hectáreas— fueron impulsadas por la agricultura comercial, y al menos 69 por ciento de esta agroconversión se llevó a cabo de manera ilegal.
Los productos básicos como la carne vacuna, la soja y el aceite de palma fueron responsables de la destrucción de al menos 31,7 millones de hectáreas de selvas tropicales en el mundo durante los últimos siete años, una cantidad que representa 4,5 millones de hectáreas por año y representa 2,7 gigatoneladas de emisiones anuales de CO2.
“No necesitamos talar más bosques para cultivar alimentos”, dice a SciDev.Net el ecologista Arthur Blundell, coautor principal del nuevo informe que arroja luz sobre la interrelación entre la agricultura comercial y la deforestación ilegal. “La gente debe comprender el papel de la agricultura comercial en el impulso de la deforestación ilegal y la importancia de los bosques tropicales”, agrega.
“Lamentablemente, el bosque aún no se considera algo viable (económicamente), de ahí el interés en deforestar para que sea productivo. La agroindustria, a su vez, tiene viabilidad económica y altos incentivos desde el punto de vista financiero”, dice a SciDev.Net el geógrafo Eraldo Matricardi, profesor asociado de la Universidad de Brasilia (UnB), quien no participó en el estudio.
Basado en datos de 23 países, el estudio estima que la deforestación en América Latina y el Caribe representa 44 por ciento (33,9 millones de hectáreas) de toda la pérdida de bosques en los trópicos, y 77 por ciento de esta pérdida se debió a la agricultura comercial.
En Asia, las pérdidas forestales representan 31 por ciento del total, 76 por ciento de las cuales fue causado por la agroindustria.
En África, la tala representa 25 por ciento de la pérdida de bosques tropicales del mundo, pero la deforestación ilegal impulsada por la agricultura comercial tiene niveles bajos en el continente (10 por ciento), ya que la mayor parte de la pérdida se debe a la agricultura de subsistencia.
Si bien es necesaria cierta deforestación por razones sociales y económicas —las actividades de subsistencia, por ejemplo, requieren cierta limpieza del terreno, al igual que la agricultura comercial—, Matricardi explica que la diferencia es que la deforestación legal sigue criterios técnicos. Pero “para la deforestación ilegal faltan criterios”, dice el experto en cambios de uso del suelo.
Según el informe, se estima que 81 por ciento de la extracción de aceite de palma de Indonesia, principal producto básico del país, es ilegal.
En Brasil, los principales productos agrícolas responsables de la deforestación son la carne vacuna y la soja. Las pasturas generaron 74 por ciento y la soja, 20 por ciento de la pérdida forestal. En México, la agricultura comercial es la causa de 68 por ciento de la pérdida de bosques, con una combinación de grandes explotaciones ganaderas y campos más pequeños para cultivos y frutas.
Junto a la soja, el aceite de palma y los productos ganaderos (carne vacuna y cuero), otros productos básicos, como el cacao, el caucho, el café y el maíz, también son causas principales de deforestación ilegal.
Asimismo, el estudio llama la atención sobre la responsabilidad de los consumidores de Estados Unidos, China y la Unión Europea (UE), principales importadores de estos productos básicos.
“Los productores agrícolas necesitan reforzar sus leyes y detener la deforestación ilegal, pero los consumidores a nivel internacional también tienen un papel. Deben asegurarse de que lo que compran no esté relacionado con la pérdida de bosques. Si está comprando algo en Brasil, por ejemplo, hay mucha evidencia de que puede provenir de la deforestación”, dice Blundell.
Matricardi coincide en que la mejor estrategia sería controlar a los consumidores y explica que actualmente los países europeos son más conscientes de lo que compran. Esto se refleja en las exportaciones de soja brasileña: 70 por ciento va a China y 13 por ciento a la UE, pero mientras las exportaciones a China están aumentando, las importaciones de la UE desde Brasil disminuyen.
La ilegalidad se presenta como el principal impulsor de la deforestación: la mayor parte de la conversión agrícola se llevó a cabo en violación de las leyes y reglamentos nacionales en América Latina (88 por ciento), África (66 por ciento) y Asia (41 por ciento). En los 23 países analizados, el porcentaje de agroconversión que es ilegal varía de 37 por ciento en Malasia a 89 por ciento en Colombia y a 97 por ciento en México.
Los autores señalan que la ilegalidad es una consecuencia de los sistemas corruptos en los países, especialmente en Brasil e Indonesia.
En Brasil, la ilegalidad supone “impunidad para la deforestación en reservas legales y áreas preservadas, amnistía para la toma de tierras y la deforestación acelerada de las protecciones ambientales, desde que el presidente Jair Bolsonaro llegó al poder”, dice el informe.
En Indonesia, los políticos corruptos han utilizado los permisos de concesión para mejorar sus posibilidades en las elecciones locales y las empresas están evitando los impuestos a la deforestación y otras tarifas.
Al observar el papel que tuvo la deforestación en el cambio climático, el informe muestra que las emisiones de la agroconversión ilegal representan más de 2,7 gigatoneladas de CO2 por año, que es más que las emisiones de India de combustibles fósiles en 2018.
“No podemos abordar el cambio climático a menos que abordemos la deforestación ilegal, y no podemos abordar la deforestación ilegal sin abordar los alimentos comerciales”, concluye Blundell.
Matricardi además, advierte sobre los efectos que puede tener el cambio climático en la agricultura comercial. “Hay regiones donde el clima y la reducción de las precipitaciones tendrán una gran influencia en la agricultura. El riego se resolverá por un tiempo, pero a la larga los efectos serán severos”.
Un problema al que se enfrentan los investigadores es que muchos países no informan datos sobre la deforestación ilegal y la información nacional confiable es escasa.
Este artículo se publicó originalmente en SciDevNet América Latina.
RV: EG