En la República Democrática del Congo hay 27,3 millones de personas, uno de cada tres habitantes, que padecen hambre aguda, expusieron en un informe conjunto el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“Por primera vez hemos podido realizar un análisis de la vasta mayoría de la población, lo que nos ha acercado a la realidad de la abrumadora escala de la inseguridad alimentaria en la República Democrática del Congo”, afirmó Peter Musoko, representante del PMA en este país del centro de África.
Entre los más de 27 millones de personas con “niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda” hay siete millones que enfrentan hambre aguda de emergencia, nivel cuatro en una escala de cinco, es decir, al borde del último tramo, de hambruna generalizada y catástrofe humanitaria.
Este país, de 2 344 858 kilómetros cuadrados, rico en recursos naturales y con cerca de 100 millones de habitantes, la mayoría pobres o muy pobres, queda como el lugar del mundo con el número más elevado de personas que necesitan urgentemente ayuda respecto a la seguridad alimentaria.
“No puede ser que haya niños que se vayan a dormir con hambre y familias que saltean comidas durante un día entero. Este país debería poder alimentar a su población y exportar un excedente”, comentó Musoko.
Los conflictos protagonizados por grupos armados son la causa fundamental del hambre, según el reporte del PMA y la FAO, y las regiones más golpeadas son las provincias orientales de Ituri, Kivu del Norte y del Sur y Tanganyika, así como la región central de los Kasais.
Esos grupos armados y su actividad insurgente con ataques a poblaciones forzadas a desplazarse son rezagos de la “gran guerra africana”, que involucró a ocho países de la región a finales del siglo pasado, o se basan en rivalidades étnicas, o confrontan al poder central por el control territorial y de recursos naturales.
“Los conflictos recurrentes en la zona oriental y el sufrimiento que ocasionan son motivo de gran preocupación. La estabilidad social y política resulta esencial para reforzar la seguridad alimentaria y promover la resiliencia de las poblaciones vulnerables”, dijo Aristide Ongone Obame, representante de la FAO en el país.
Dos factores que agravan la crisis son el desplome de la economía (un producto bruto anual de 50 000 millones de dólares, apenas 500 per cápita) y las repercusiones socioeconómicas de la enfermedad por coronavirus.
Los más afectados por el avance del hambre son las personas desplazadas, los refugiados, las personas que regresan a sus lugares de origen, las familias de acogida y aquellas afectadas por catástrofes naturales , como inundaciones, desprendimientos de tierras o incendios, así como los hogares encabezados por mujeres.
El personal del PMA se ha reunido con familias donde los padres huyeron para salvarse de ataques o quedaron sin poder acceder a sus tierras, subsistieron comiendo solo ñame u hojas de yuca, y al regresar a sus aldeas arrasadas encontraron sus hogares quemados y destruidos, y sus cultivos saqueados.
En menos de dos décadas unos cinco millones de personas se han visto forzosamente desplazadas de sus hogares en la República Democrática del Congo.
Ongone Obame dijo que “debemos centrarnos de manera urgente en cultivar alimentos donde más se necesitan, así como en mantener vivos a los animales que ofrecen sustento a las personas. No hay tiempo que perder”.
La FAO centra sus esfuerzos en aumentar el acceso de los hogares a herramientas, semillas, ganado de calidad, y apoya a criadores y agricultores en combatir enfermedades de animales y plantas, todo lo cual ayuda a salvar más de un millón de vidas en zonas afectadas por inseguridad alimentaria aguda.
De su lado, el PMA tiene un programa de suministro de alimentos con el que espera contribuir a salvar más de ocho millones de vidas.
Según un reciente informe de la FAO, otros países de África donde los conflictos armados y la violencia entre comunidades incrementan la emergencia alimentaria son Burkina Faso, la República Centroafricana, Chad, Etiopía, Níger, Nigeria, Somalia y Sudán del Sur.
A la violencia se agregan eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones, o brotes de plagas como la langosta del desierto en África oriental.
Ya antes del estallido de la pandemia, al menos 250 de los 1300 millones de habitantes de África estaban subalimentados.
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