La región de América Latina y el Caribe perdió 26 millones de empleos como consecuencia de la pandemia covid-19 e inició 2021 con un panorama laboral agravado por nuevas olas de contagios y lentos procesos de vacunación, señaló un estudio de la OIT divulgado este jueves 8.
Vinícius Pinheiro, director regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), declaró que “la búsqueda de una mejor normalidad va a requerir de acciones ambiciosas para recuperarnos de los retrocesos en el mundo del trabajo”.
Al concluir 2020 la tasa de ocupación promedio de la región se había reducido de 57,4 a 51,7 por ciento, una fuerte caída que equivale a la pérdida de alrededor de 26 millones de empleos, de los cuales 80 por ciento, es decir más de 20 millones de personas, salieron de la fuerza de trabajo.
En la región participaban en la actividad económica en 2019, antes de la pandemia, 63 por ciento de sus mayores de 15 años, (79 por ciento de los hombres y 52,5 por ciento de las mujeres según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe), y cerca de la mitad de todos ellos en el sector informal.
Ahora la OIT, en su estudio “Transitando la crisis laboral por la pandemia: hacia una recuperación del empleo centrada en las personas”, estima que la tasa de participación bajó a 58 por ciento en 2020, con un aumento de la tasa de desocupación de 8,3 a 10,6 por ciento entre 2019 y 2020.
Roxana Maurizio, especialista en economía laboral de la OIT, advirtió que en 2021 “podría registrarse un aumento importante de la tasa de desocupación, cuando retornen a la fuerza de trabajo las millones de personas que habían dejado de participar en la fuerza laboral”.
Pinheiro dijo que pese a las adversidades “se deben tomar medidas y lograr consensos para que 2021 sea el año de la vacunación y de la recuperación económica, con generación de más y mejores puestos de trabajo”.
“En la búsqueda de la recuperación resultará ineludible abordar las condiciones preexistentes en la región, que son claves para entender por qué el impacto de la pandemia en el empleo fue tan fuerte. Muchos de los desafíos que teníamos antes continúan vigentes, aunque ahora son más urgentes”, sostuvo Pinheiro.
Entre esos desafíos destacó la alta informalidad, reducidos espacios fiscales, persistente desigualdad, baja productividad y escasa cobertura de la protección social, “los que sumados a problemas que persisten, como los de trabajo infantil y trabajo forzoso, son parte de las asignaturas pendientes en la región”, agregó.
Además de los empleos perdidos, la región experimentó una fuerte contracción de las horas trabajadas -16,2 por ciento versus el promedio mundial de 8,8 por ciento-, así como una reducción de los ingresos laborales, que representan 80 por ciento de lo que perciben las personas en América Latina y el Caribe.
Maurizio dijo que existe un alto riesgo de informalización que se suma a los niveles ya altos de informalidad laboral, pues según datos disponibles de siete países la recuperación del empleo en la segunda mitad de 2020 fue impulsada por crecimiento del empleo informal, más de 60 por ciento del aumento total del empleo.
“El déficit de trabajo formal probablemente se hará más evidente para trabajadores jóvenes, las mujeres y los adultos con menores calificaciones, grupos que estructuralmente exhiben mayores dificultades para insertarse en un puesto formal”, observó la especialista.
El colapso macroeconómico (el producto bruto regional decreció -7,7 por ciento) amplió las brechas laborales y sociales, especialmente las de género, dijo Maurizio. La informalidad afecta a una de cada dos mujeres y en sectores altamente feminizados como el trabajo doméstico, la informalidad trepa hasta 90 por ciento.
La OIT propone como pilares para la recuperación: estimular la economía y el empleo, apoyar a las empresas, los empleos y los ingresos, proteger a los trabajadores en el lugar de labor y acudir al diálogo social al buscar soluciones.
En síntesis, según el informe, “las perspectivas de recuperación económica para 2021 son modestas y aún muy inciertas, por lo que las expectativas acerca de una posible reversión de la situación crítica del mercado de trabajo deberían ser muy cautelosas”.
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