Tras el aplastante triunfo electoral obtenido el domingo 28 por el partido del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, bulle entre la población la sensación de que las cosas van a mejorar, pero también sobrevuela más densa y oscura la sombra del autoritarismo, de la que el mandatario ya ha hecho gala.
La popularidad del presidente catapultó a su novísimo partido Nuevas Ideas a la cima del poder político en este país centroamericano, en las elecciones de alcaldes y diputados celebradas el último día de febrero.
Las dimensiones del triunfo de Bukele, de 39 años, se teme que consoliden la idea de que para resolver los problemas de la gente se necesita de una figura de mano firme, no solo en el país sino en el resto de la región, muy dada a los caudillismos.
Con más de 90 % de las actas procesadas en el conteo preliminar, del Tribunal Supremo Electoral (TSE), difundidas este martes 2, Bukele y su Nuevas Ideas habrían obtenido unos 56 diputados, los dos tercios necesarios para manejar de manera absoluta la Asamblea Legislativa, de 84 escaños.
Nuevas Ideas también ha logrado hacerse con alrededor de 200 alcaldías, de las 262 en disputa en todo el país, según cifras del oficialismo basados en el conteo preliminar del TSE.
La derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), los que en las elecciones de 2018, obtuvieron 37 y 23, respectivamente, esta vez cayeron abruptamente: 14 y 4, en ese mismo orden.
Unos 5,8 millones de electores fueron convocados a votar en los comicios, en esta nación de 6,7 millones de personas, en una jornada en que la participación rondó 51 %.
Afianzar 56 diputados en una elección es un hecho histórico no visto en el país, en la historia reciente, y Nuevas Ideas lo logró, pero no como tal, pues es muy nuevo, apenas fundado en agosto de 2018. La gente en realidad votó por Bukele.
Arena había logrado 39 escaños en 1994 tras obtener alrededor de 800 000 votos. Ahora Nuevas Ideas ha alcanzado 1,3 millones, según el conteo preliminar del TSE, al mediodía de este martes 2, y cuando se han procesado ya 90,8 % de las actas.
Fenómeno político
Bukele, miembro de una familia acomodada de origen palestino, ha sido un fenómeno político que ha acaparado la atención no solo nacional sino también internacional, al cimentarse el político y empresario la imagen del líder milenial, joven y eficiente, que da instrucciones a sus ministros desde su teléfono celular, para resolver los problemas de la gente.
Las atrofiadas estructuras de los partidos tradicionales, salpicadas de corrupción, fueron superadas ampliamente por el fenómeno Bukele, sobre todo Arena, que gobernó por dos décadas, de 1989 al 2009, y el FMLN.
Ese partido de izquierda lideró el país por 10 años, de 2009 al 2019, año en que Bukele asumió las riendas del Ejecutivo, como un neopopulista que reniega de las ideologías y que atrajo a los electores por su gestión como alcalde de San Salvador (2015-2018) y su conexión directa con la población mediante las redes sociales y a golpe de tuits.
“Le voy a decir la verdad, llevábamos 30 años con el Frente y Arena y los presidentes no han hecho nada. Ahora este presidente que esta sí nos está dando buenas cosas”, contó a IPS el campesino Mauro Carrillo Andrés, de 78 años, luego de votar, el domingo, en el noroeste de San Salvador.
“Nos ha dado la comidita cuando lo necesitábamos”, agregó, en referencia a los 3,4 millones de paquetes alimenticios distribuidos por el gobierno entre las familias con mayor vulnerabilidad, al inicio de la pandemia de la covid-19, a principios del 2020, así como la entrega de 300 dólares.
Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil y la oposición han señalado la poca transparencia sobre la entrega de esos apoyos, y de hecho investigaciones periodísticas han revelado casos en que esa ayuda habría ido a parar a manos equivocadas, no a familia necesitadas.
Otro elector señaló que la población tiene derecho a probar con otros funcionarios cuando los que han estado a cargo por 30 años no han resuelto los problemas del país, y por el contrario, se han aprovechado del Estado.
“Estoy muy resentido con el Frente, me siento traicionado, estafado”, dijo Francisco Reyes, entrevistado por IPS mientras viajaba en un autobús colectivo, en ruta hacia su casa, en la residencial La Cima, al sur de la capital.
Llevaba una cometa elaborada con plástico azul cian, el color de Nuevas Ideas.
A partir del 1 de mayo, cuando se instalen los nuevos diputados en sus curules, el mandatario controlará sin restricciones de la oposición la Asamblea Legislativa.
Podrá obtener no solo las leyes que necesite, para lo cual solo bastan 43 votos, sino que, con los dos tercios a su favor (56), podrá lograr la aprobación de créditos de la banca multilateral.
Y más importante aún, el presidente, con el apoyo de su banca arrolladora, podrá decidir los funcionarios que en principio están llamados a hacerle contrapeso: el fiscal general, el procurador para la defensa de los derechos humanos y los jueces de la Sala de lo Constitucional o de la Corte Suprema, entre otras instancias.
Temores de autoritarismo
La politóloga Nayda Acevedo dijo a la IPS que Bukele aprovechó el desencanto de la gente con los partidos que gobernaron por 30 años, el FMLN y Arena, para amasar esa enorme popularidad, y responde ofreciendo apoyos básicos a las personas pero sin un programa bien estructurado para enfrentar los males históricos del país: la pobreza, la exclusión social, etc.
“Ahora veremos, con la acumulación de poder que ya tiene, si realmente hay interés de responder a la transformación del sistema, o si se va a responder a intereses de élites económicas nuevas”, señaló.
Pese a la algarabía mostrada por la población por el presidente “cool”, de gafas oscuras de aviador y visera al revés, Bukele ha dado señales de una propensión autoritaria que tiene preocupados a sectores medios del país, académicos y a los medios de comunicación.
El 9 de febrero de 2020, Bukele irrumpió iracundo en la Asamblea Legislativa, acompañado de decenas de soldados armados, porque los diputados no aprobaban los fondos que él requería para echar a andar su Plan Control Territorial, su programa para poner a raya a las pandillas.
Intentaba torcerles el brazo y lograr la aprobación de fondos.
“Hay un componente autoritario de origen histórico enraizado en la cultura y relacionado con el mesianismo, que no sé si tiene que ver con el catolicismo o con qué, pero es cierto que hay un gusto por los caudillos en Centroamérica y por esa tendencia autoritaria que también resurge en otros países”, contó al diario español El País el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, el 27 de febrero.
Agregó que el venezolano Hugo Chávez fue producto del agotamiento de la socialdemocracia y la democracia cristiana, y en México el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, lo es del derrumbe del PRI y del PAN.
“Bukele expresa una situación de época, pero si le añadimos los elementos mesiánicos de su personalidad, así como tiene una cosa novedosa, también tiene mucho de viejo en términos históricos”, dijo el autor.
ED: EG