El golpeteo de los teclados a toda velocidad. Las discusiones acaloradas para definir el enfoque de una investigación. Los periodistas agolpándose a mirar la televisión central para ver la primicia que está presentando el noticiero.
La nostalgia de las redacciones tradicionales ya se empieza a sentir. La pandemia del coronavirus promete ponerle punto final al sistema de trabajo al que estaban acostumbrados miles de cronistas de periódicos. América Latina ya está siendo testigo de transformaciones profundas y permanentes en varios medios de la región.
Aunque cambian los países y los contextos, la tendencia es similar en todos los casos: el impacto económico que ocasionó la pandemia y las restricciones que impuso, aceleraron (y en algunos casos provocaron) la transformación del sistema de trabajo en diarios hacia un modelo mixto, combinando la virtualidad con la presencialidad. O mejor dicho, pasando a un sistema virtual que, en menor medida, le da espacios a los encuentros cara a cara.
Ese es el caso del diario El Observador de Uruguay, uno de los más importantes y leídos en ese país. Desde diciembre de 2020 la empresa abandonó la redacción física en la que se encontraba trabajando desde hace más de dos décadas y se mudó a unas oficinas situadas en un edificio pensado en el cowork. Dejaron los 1320 metros cuadrados del local original (660 se utilizaban para la redacción) para trasladarse a un espacio de trabajo físico que no supera los 200 metros cuadrados.
Antes todos los periodistas iban a trabajar a la redacción todos los días. Ahora van solo algunas veces a la semana. ¿Lo hacen solo mientras dure la pandemia? No, es un cambio definitivo. Era una idea pensada desde hace años pero cuya ejecución se vio acelerada a raíz de la emergencia sanitaria.
Según contó a IJNet el subeditor en jefe del El Observador, Ignacio Chans, los primeros meses de cuarentena voluntaria en Uruguay sirvieron como prueba. En aquel entonces, 100 % del trabajo pasó a ser remoto.
Pero con el paso de las semanas, observaron con preocupación la falta de diálogo y discusión sobre los temas y noticias diarias a causa de la distancia. También valoraron especialmente las ventajas del teletrabajo. La ecuación resultó en el modelo que implementaron desde diciembre y que promete mantenerse en el tiempo: algunos días se trabaja desde casa y otros desde la redacción.
“La pandemia nos mostró que se podía trabajar remoto. Que los cucos que había no eran tales. Pero también con el paso de los meses se vio que se necesitaba un poco de presencialidad para un montón de dinámicas de relacionamiento, de disparar ideas, de pensar cosas entre varios. A largo plazo la idea es ser los más flexibles en este sentido, partiendo de la base que la presencialidad es buena y necesaria, pero tampoco todos los días”, contó Chans.
A su vez, compartió el movimiento económico que está detrás de esta estrategia: dejar de invertir tanto en infraestructura, para pasar a invertir más en tecnología y recursos humanos, dos claves del desarrollo en este siglo.
El Espectador, de Colombia, también está viviendo un cambio similar. Al igual que El Observador, la redacción dejó de ser un escenario de encuentro cotidiano entre los periodistas y ahora, de forma permanente, la mayor parte del trabajo se hace desde casa.
Del mismo modo que el medio uruguayo, la idea de pasar a este formato mixto era un tema en discusión desde hace años. La pandemia no provocó el cambio definitivo, sino que lo aceleró.
“El periódico viene desde hace seis años hacia una transformación digital. Uno de ellos era empezar a trabajar más desde afuera. La pandemia dinamizó ese ejercicio de transformación de las prácticas cotidianas de la redacción”, explicó Elber Gutiérrez, jefe de redacción de El Espectador.
En Costa Rica, como en todo el continente, también hay medios viviendo esta realidad. Ese es el caso de La Voz de Guanacaste, un periódico bilingüe (español e inglés) con fuerte énfasis en el periodismo de investigación. En su caso, la pandemia sí tuvo mucho que ver con las transformaciones que están experimentando.
La provincia de Guanacaste, donde está ubicado el diario, depende fuertemente del turismo. La pandemia, como es sabido, arrasó con ese sector. Como consecuencia, en pocos días de abril, el diario perdió 80 % de sus anunciantes.
“Para mitigar el impacto económico, decidimos cancelar el impreso y cerrar la oficina. Con eso pasamos a trabajar 100 % remoto. Estamos distribuidos en cinco localidades y al menos por los siguientes meses seguiremos trabajando así”, contó a IJNet la directora ejecutiva del medio, Gabriela Brenes.
“Estamos priorizando el bienestar y la estabilidad laboral de nuestro equipo, así que aunque estamos a distancia, tenemos distintas dinámicas ágiles para comunicarnos, cultivar resiliencia y fortalecer los lazos dentro del equipo”, agregó.
¿Qué pasará en el mediano plazo con este medio? La idea que maneja Bernes es que una vez pase el temporal económico, se mantenga la modalidad de teletrabajo pero con la incorporación de un encuentro presencial por semana.
Otros medios como El Surtidor de Paraguay también están pensando en mantener un formato mixto aun cuando pase la pandemia, pero todavía no es asunto decidido. ¿Será el nuevo formato que tomarán todas las redacciones de ahora en más? El tiempo lo dirá.
Este artículo se publicó originalmente en IJNET, la plataforma de la Red Internacional de Periodistas.