Las islas del Pacífico, hasta ahora, se han librado de una propagación catastrófica de la covid, pero sus economías se han visto devastadas por los cierres de fronteras, los bloqueos internos y la desaparición del turismo y el comercio internacionales. Al no avizorarte aún el fin de la pandemia, los habitantes de estas islas apuestan a sus economías locales y regionales para recuperarse.
En Fiji, la pandemia ocasionó que una de cada tres personas pierda su empleo. En Vanuatu, en el suroeste del Pacífico, se prevé que las pérdidas económicas combinadas de la covid-19 y el ciclón Harold, que azotó la nación melanesia en abril del año pasado, alcanzarán a 68,7 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Mientras tanto, la pobreza extrema en la región podría aumentar a 40 por ciento, estima el Centro de Políticas de Desarrollo de la Universidad Nacional de Australia.
“El desarrollo y apoyo de las industrias nacionales nuevas y existentes y del sector privado es fundamental para ayudar a las familias afectadas a superar la recesión económica y mantener los ingresos”, dijo a IPS desde Port Vila, capital de Vanatu, Mia Rimon, gerente regional para Melanesia en la Comunidad del Pacífico.
Esa organización intergubernamental con sede en Vanatu reúne 26 países y territorios de Oceanía y sus antiguas metrópolis. De esos 26, cinco conforman la Melanesia: Fiyi, Islas Salomón, Papua Nueva Guinea, Timor Oriental y Vanatu, además de Nueva Caledonia, un territorio dependiente de Francia.
En la región de las Islas del Pacífico, con un total de 27 215 casos reportados de coronavirus hasta el 18 de febrero, representa una fracción de los más de 100 millones de casos en todo el mundo.
Sin embargo, el precio para los países de la región de mantener cierres fronterizos estrictos para proteger a sus pequeñas poblaciones altamente vulnerables es la destrucción de la industria del turismo.
El sector es de gran importancia para los países insulares, como Vanuatu, donde representa 46 por ciento del PIB, y en Fiji supone 39 por ciento del PIB. Entre abril y septiembre del año pasado, la pandemia provocó que la llegada de turistas mensuales a las islas del Pacífico se desplomara entre 99 y un 100 por ciento.
El comercio en la región también se ha visto afectado. Durante el primer semestre de 2020, las exportaciones de Tonga cayeron 28,3 por ciento y las de Tuvalu un 71 por ciento.
En consecuencia, los gobiernos de las islas del Pacífico han experimentado una caída abrupta de los ingresos. La mayoría de los gobiernos introdujeron paquetes de estímulo para apoyar a los hogares y las empresas durante lo peor de la crisis, pero, en el entorno económico actual, estos costos serán insostenibles durante un período prolongado o indefinido.
Con el horizonte aún lejano de que se produzca la ansiada «burbuja de viajes» entre Australia, Nueva Zelanda y los países de las islas del Pacífico, la región tendrá dificultades para crecer el previsto 1,3 por ciento este año, estima el Banco Asiático de Desarrollo (ADB, en inglés).
Pero es poco probable que los niveles de producción en los países insulares del Pacífico altamente expuestos se recuperen a niveles prepandémicos hasta 2022 o más allá, informa el Banco Mundial.
Con ese panorama, los líderes del Pacífico ahora están buscando el potencial económico dentro de la región.
En una reunión por videoconferencia celebrada en agosto del año pasado, los ministros de Economía del Foro de las Islas del Pacífico concluyeron que la crisis ofreció “la oportunidad de afirmar una economía regional que apoya las prioridades del Pacífico y de considerar las inversiones, políticas y asociaciones necesarias para asegurar la resiliencia económica de la región y el bienestar de su gente ahora y en el futuro”.
Neelesh Gounder, de la Facultad de Contabilidad, Finanzas y Economía de la Universidad del Pacífico Sur, de Fiji, dijo a IPS que el sector privado será importante para la recuperación, pero agregó que “los gobiernos deberán apoyar al sector privado con políticas e incentivos que reduzcan el costo de hacer negocios y brinden incentivos para la expansión y el crecimiento».
Algunos empresarios locales ya están trabajando en adquirir nuevas habilidades y adaptar sus empresas a un mercado local, en lugar del internacional.
En el reino polinesio de Tonga, una empresa local, South Pacific Mozuku (SPM), se especializó en una gama de lujo de cosméticos y productos para el cuidado de la piel que incorporan el alga mozuku (Cladosiphon okamuranus), que crece en las aguas alrededor de Tonga y otros países del Pacífico, incluida Japón donde es especialmente preciada.
Fue perfecto para el mercado turístico internacional. Antes de la pandemia, Tonga recibía hasta 5000 visitantes de cruceros por día. La empresa también exportaba algas marinas crudas a compradores internacionales, principalmente en Japón. Pero luego llegó la pandemia, los visitantes turísticos se evaporaron y el mercado de exportación disminuyó.
«Perdimos 60 por ciento de nuestros pedidos durante el cierre de actividades en marzo y abril de 2020», dijo a IPS el director gerente de la empresa, Masa Kawaguchi.
Después de un replanteamiento estratégico, ahora está dando un giro al negocio para fabricar productos alimenticios frescos, utilizando todavía el alga mozuku, que posee propiedades nutritivas y antioxidantes, como ingrediente.
Ahora se venden a través de supermercados y distribuidores locales.
Es un sector de fuerza natural y experiencia en la región. “Casi todas las personas del Pacífico son costeras y tienen sus vidas entrelazadas con el mar. Las oportunidades importantes de sustento se basan en el mar. Por lo tanto, es importante continuar mejorando las habilidades para satisfacer las demandas y los recursos cambiantes”, dijo a IPS Avinash Singh, funcionario de Acuicultura de la Comunidad del Pacífico.
La firma SPM, que emplea a 25 tonganos, está brindando más beneficios a las comunidades locales. Su asociación con el programa Emprendimiento de Empleo Juvenil de Tonga (TYEE, en inglés) ha llevado a los jóvenes locales a participar en la promoción de la conciencia pública sobre las algas mozuku como alimento saludable y a organizar eventos de degustación en tiendas y restaurantes de la capital, Nuku’alofa.
Y mozuku está incluido ahora en el menú para pacientes, médicos y enfermeras del Hospital de Vaiola, también situado en la capital.
Más al oeste, en Vanuatu, jóvenes, mujeres e isleños con discapacidades se están movilizando en una nueva iniciativa de generación de ingresos, llamada Proyecto 300 Coconut Bag, en Port Vila.
“Los impactos de covid-19 en las vidas de Ni-Vanuatu son realmente tristes, ya que las personas son despedidas de sus trabajos, los jóvenes que son reclutados en los sectores del turismo y otros oficios tienen que regresar a casa debido a las horas limitadas de operación, ya que no hay turistas”, dijo a IPS el gerente del proyecto, Sethy Melenamu.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) informa que “la pandemia está provocando un triple impacto en los jóvenes: destruyendo su empleo, interrumpiendo la educación y la formación y colocando obstáculos importantes en el camino de quienes buscan ingresar al mercado laboral”.
Estas cuestiones son de importancia en las islas del Pacífico, que está experimentando un aumento de la juventud. Actualmente, la mitad de la población de la región, unos 11,9 millones, tiene menos de 23 años.
En Port Vila, se emplea a unos 30 jóvenes para recolectar residuos plásticos desechados, que luego son armados y cosidos por mujeres locales y personas discapacitadas en grandes bolsas de transporte reutilizables.
Cada bolsa, que está diseñada para contener seis cocos pesados, presenta un revestimiento interior de plástico reciclado y una capa exterior de hojas tejidas estéticamente de pandanos (Pandanus), una planta tropical abundante en la región.
Se prevé que, después de la producción, las bolsas, que se promocionan como impermeables, reversibles y de moda, estarán a la venta en marzo en los mercados locales de productos frescos, tiendas minoristas y en línea.
La iniciativa, que cuenta con el apoyo de la Comunidad del Pacífico en asociación con la Oficina de Asuntos Oceánicos y Marítimos de Vanuatu, pretende sobrevivir a la pandemia.
“El proyecto es a largo plazo; habrá más prototipos de productos para probar y modificar. Además, los beneficiarios lo verán como una fuente alternativa de ingresos para los vulnerables. Me gustaría convertirlo en una empresa social sostenible en el futuro”, confió Melenamu.
T: MLM / ED: EG