La pandemia de coronavirus agravó las desigualdades económicas, de género y raciales en América Latina y el Caribe, por lo que expertos recomiendan proyectar políticas de recuperación poscovid desde la equidad, justicia y sostenibilidad.
Para salir de la actual crisis sanitaria y económica resulta esencial que los gobiernos garanticen el acceso universal a una vacuna efectiva contra el virus Sars Cov2, causante de la covid-19, y apoyo financiero para quienes perdieron sus ingresos.
Asimismo, es necesario que los estados inviertan en servicios públicos y sectores con bajas emisiones de carbono para crear millones de nuevos puestos de trabajo y garantizar que la ciudadanía tenga acceso a una educación, salud y atención social de calidad.
Así analiza el informe “El virus de la desigualdad: Cómo recomponer un mundo devastado por el coronavirus a través de una economía equitativa, justa y sostenible”, publicado el 25 de enero por la coalición internacional Oxfam que lucha contra la pobreza.
El informe fue lanzado para promover el debate sobre las desigualdades durante la pandemia, comenzando por el Foro Económico Mundial 2021, que se inauguró el mismo día del lanzamiento del documento.
“Se trata de construir economías al servicio de todas las personas, no solo de una minoría privilegiada”, subraya el texto del informe que buscó incidir en los debates del Foro, que se desarrolló en forma virtual hasta el 29 de enero debido a la pandemia, y no en la ciudad suiza de Davos como es habitual.
Apunta que la actual coyuntura pudiera resultar oportuna para, mediante ideas realistas y sensatas, construir una nueva normalidad y transformar la economía neoliberal junto con sistemas cimentados sobre la desigualdad y la opresión como el patriarcado y el racismo estructural, impregnados de supremacismo blanco.
Entre otras recomendaciones, exhorta a una reducción radical y sostenida de la desigualdad, con economías más humanas que cuiden de las personas, libres de toda explotación y con seguridad de ingresos.
De igual forma, propone establecer sistemas tributarios progresivos que graven de manera justa a los más ricos de la sociedad, además de construir una economía verde que evite una mayor degradación del planeta y la crisis climática, la mayor amenaza existencial para las actuales y futuras generaciones.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha argumentado que las vacunas contra la covid son “la primera gran prueba moral que tenemos por delante”, las cuales deben percibirse como bienes públicos mundiales, disponibles y asequibles para todas y todos.
La reflexión de Guterres ocurre cuando se acelera la producción masiva de antígenos contra la enfermedad y crecen los llamados para evitar su apropiación mayoritaria por parte de las naciones más ricas.
América Latina y el Caribe, donde un tercio de sus 650 millones de habitantes viven en condición de pobreza, registra hasta este 2 de febrero 19 010 460 de contagios y 598 017 muertes por coronavirus, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Pero la actual crisis sanitaria se propagó en un mundo que ya era extremadamente desigual.
El informe de Oxfam revela que la pandemia ha afectado muchísimo más a las personas en situación de pobreza que a los ricos, con consecuencias especialmente graves para las mujeres, las personas negras y afrodesdendientes, los pueblos indígenas, y las comunidades históricamente excluidas y oprimidas.
En Brasil, por ejemplo, el porcentaje de personas afrodescendientes e indígenas en la pobreza podría incrementarse este año de seis a 7,7 puntos porcentuales, hasta alcanzar el 38 por ciento de sus 212 millones de habitantes.
Pero también las y los afrodescendientes brasileños tienen un 40 por ciento más de probabilidades de fallecer a causa de la covid-19 que las personas de piel blanca, compara.
Brasil es la nación latinoamericana –y tercera del orbe-, más afectada por la enfermedad, con 9 176 975 personas contagiadas y 223 945 decesos, según las OPS, la filial continental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Washington.
Otros datos ilustran que las mujeres están sobrerrepresentadas entre los sectores económicos más afectados por la pandemia.
En México, una de las pocas economías emergentes que aún no ha puesto en marcha programas adicionales específicos para apoyar a las personas en situación de pobreza frente a la pandemia, 21 por ciento de las mujeres que trabajaban en el sector informal había perdido su empleo en mayo de 2020, frente a 15 por ciento de los hombres en el mismo sector, apunta el informe.
El Banco Mundial calcula que si los países empiezan a adoptar ahora medidas para reducir la desigualdad, la pobreza volvería a los niveles previos a la crisis en tan solo tres años, en lugar de tardar más de una década, como se pronostica.
“La desigualdad implica que haya más personas enfermas, y menos que puedan recibir una educación y llevar una vida feliz y digna. La desigualdad envenena nuestra vida política, alimentando el extremismo y el racismo, socava la lucha para poner fin a la pobreza, y hace que el miedo se imponga a la esperanza para una gran parte de la población”, advierte Oxfam.
El 14 de enero, autoridades del área social de América Latina y el Caribe ratificaron la Agenda Regional de Desarrollo Social Inclusivo, adoptada en 2019, como una hoja de ruta para avanzar hacia una recuperación poscovid centrada en la igualdad.
La agenda posee líneas de acción en cuatro ejes: sistemas de protección social universales e integrales, políticas de inclusión social y laboral, institucionalidad social fortalecida, y la cooperación e integración regional.[related_articles]
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) la pandemia provocó una caída de 7,7 por ciento del producto interno bruto (PIB) regional en 2020, la mayor recesión económica en 100 años.
Por ello, el organismo económico propuso, entre otras prioridades, extender el ingreso básico de emergencia para los sectores más vulnerables de la población a unos 67 dólares al mes, equivalente al de la línea de pobreza extrema.
Recomendó asimismo impulsar sistemas de cuidado e inclusión laboral de las mujeres, invertir uno por ciento anual del PIB en una canasta básica digital, negociar el gasto público con políticas fiscales activas, y repensar los sistemas de protección social.
“Lograr respuestas diferenciadas e inclusivas ante la pandemia o cualquier otra situación de emergencia, es clave para avanzar hacia la equidad social”, ha argumentado Elena Gentili, directora de la oficina de Oxfam en Cuba.
Como parte de un grupo de iniciativas para un manejo resiliente de la pandemia, la oenegé concibió el manual de capacitación Enfoque inclusivo y de género en la respuesta ante emergencias sanitarias. El caso de la covid-19.
Dicho manual es resultado del proyecto Ponte Alerta ante la covid-19, promovido por un consorcio que además de Oxfam integró a la oenegé Humanity and Inclusion, la Agencia de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y el Centro de Servicios Ambientales de la occidental provincia cubana de Matanzas, además de otros actores nacionales y locales.
El proyecto concibió herramientas para integrar el enfoque de género con el de la gestión integral de riesgos, a fin de lograr la plena inclusión de personas en condición de vulnerabilidad como mujeres, personas con discapacidad y de la tercera edad, durante el enfrentamiento a la pandemia.
Además, la entidad ha propuesto a las autoridades cubanas aplicar un enfoque interseccional en las políticas públicas, los estudios de riesgo y otros instrumentos de cara a los escenarios poscovid, así como de la estrategia de reordenamiento de la economía que transcurre en la isla.
ED: EG