Pandillas violentas atizan la migración centroamericana

Una familia de El Salvador que huyó de la violencia protagonizada por pandillas. El temor a represalias contra los parientes más pequeños o débiles impulsa la huida de familias completas desde ese país, Guatemala y Honduras. Foto: Daniel Dreifuss/Acnur
Una familia de El Salvador que huyó de la violencia protagonizada por pandillas. El temor a represalias contra los parientes más pequeños o débiles impulsa la huida de familias completas desde ese país, Guatemala y Honduras. Foto: Daniel Dreifuss/Acnur

La violencia protagonizada por pandillas en El Salvador, Honduras y Guatemala destaca como factor que empuja a miles de familias de ese triángulo norte de América Central a migrar hacia México y Estados Unidos, según una encuesta de dos agencias de las Naciones Unidas divulgada este jueves 17.

Literalmente “muchas personas corren por su vida mientras las pandillas atacan a familias enteras, obligándolas a huir”, dice el informe de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

El sondeo entre más de 3100 personas arrojó como resultado que 20 por ciento se desplazó en unidades familiares para huir de la violencia en los tres países señalados

Entre niños no acompañados de familiares adultos, que también fueron encuestados, 30 por ciento mencionó, además de algún tipo de violencia padecida, su incapacidad o imposibilidad para acceder a servicios esenciales, como la educación.[pullquote]3[/pullquote]

La búsqueda de protección en otros países responde a amenazas de muerte, el reclutamiento de jóvenes y niños por las pandillas, la extorsión y otras formas de violencia selectiva, con hombres, mujeres y adolescentes como principales víctimas.

Algunas mujeres y niñas reportaron ser víctimas de violencia sexual y de género a manos de pandilleros, mientras que los hombres jóvenes son explotados con fines delictivos, incluido el tráfico de drogas.

Las agencias de la ONU calculan que unas 800 000 personas debieron abandonar su país de origen centroamericano para huir de la violencia, la postración económica, desastres climáticos y también la persecución política y otras violaciones de los derechos humanos.

De acuerdo con sus cifras consolidadas para 2019, eso explica el incremento de 456 por ciento de personas retenidas junto a la frontera sur de Estados Unidos, 432 000 frente a las 77 800 de 2018.

“Muchas personas del norte de Centroamérica están literalmente corriendo por su vida mientras las pandillas atacan a familias enteras, incluidos niños y niñas, obligándolos a huir”, recalcó al presentar los resultados Jean Gough, directora de Unicef para América Latina y el Caribe.

Agregó que los adultos que migran se llevan a todos sus familiares porque temen que las pandillas les hagan daño si los dejan atrás, a diferencia de los migrantes de otros países en los que los más pequeños o débiles permanecen en el país de origen mientras los adultos y jóvenes buscan oportunidades en un país de acogida.

Las pandillas o maras han constituido por años organizaciones masivas cuyos miembros operan desde América Central hasta ciudades del suroeste de Estados Unidos, con dominio territorial, control de rutas y actividades económicas ilícitas, y explotación y abusos sobre comunidades enteras.

En el pasado reciente organismos de inteligencia policial de los países afectados estimaron que esas pandillas pudieron sumar 40 000 integrantes en Honduras, 30 000 en El Salvador y 19 000 en Guatemala.

Aunque los datos de la encuesta se recolectaron antes de que se instalase la covid-19 en la subregión, los responsables de Acnur y Unicef indicaron que la pandemia agrega factores de estrés sobre las personas amenazadas.

Ello porque las restricciones de movimiento, y el cierre de las fronteras, les obstaculizan vías para huir del peligro, mientras que muchas formas de violencia, entre ellas la violencia doméstica, se agudizan durante los confinamientos.

Reportes recogidos por Acnur y Unicef dan cuenta de una mayor vulnerabilidad a la persecución, ya que las personas blanco de las pandillas son más fácilmente ubicadas debido a los cierres de actividades.

Por razones similares, integrantes de las comunidades afectadas también enfrentan dificultades para acceder a alimentos y medicinas, en medio de la pandemia.

La actividad de las autoridades policiales y judiciales contra las pandillas se intensificó a finales de noviembre, según reportes de la prensa centroamericana.

Fiscales en El Salvador presentaron cargos contra 1152 miembros de Calle 18 y MS-13, dos de las mayores pandillas, y la policía capturó a 572 de los acusados bajo cargos de terrorismo, asesinato, extorsión, secuestro y tráfico de personas.

En Guatemala, las autoridades ejecutaron 80 órdenes de registro, arrestaron a 40 individuos y ejecutaron 29 órdenes de captura contra personas que ya estaban bajo custodia policial, todos de ellos miembros de ese par de pandillas. De las mismas organizaciones fueron detenidos 75 integrantes en Honduras.

A-E/HM

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