Existe la creencia de que prácticamente todo en este mundo conspira contra los pobres y los oprimidos. La vacuna contra la covid no es una excepción porque algunas de las naciones más ricas del mundo, incluidas Canadá, Estados Unidos y Reino Unido, parecen haber acaparado la mayoría de los suministros, mientras se margina a las naciones más pobres del mundo.
El movimiento hacia lo que especialistas en temas de las relaciones internacionales califican como el secuestro del remedio de la inmunización, que en sus distintas fórmulas comienza a aprobarse por las principales agencias reguladoras, ha desencadenado una nueva forma de patriotismo equivocado: el nacionalismo de las vacunas.
Se han propagado por el mundo imágenes histriónicas como la del primer ministro británico, Boris Johnson, presente al aplicase en su país las primeras dosis de la primera vacuna aprobada, y otras de líderes estadounidenses sobre la inminente inoculación masiva contra el coronavirus que puso al mundo en pausa este año.
Son, indican promotores del acceso equitativo y universal a la inmunización, evidencian del creciente nacionalismo de las vacunas en las naciones con economías más poderosas.
Los países ricos tienen 14 por ciento de la población mundial, pero han comprado más de la mitad de las dosis de vacunas más cercanas a que se apruebe su comercialización, según la Alianza de una Vacuna para el Pueblo, una colación internacional de organizaciones humanitarias y sanitarias.
Nueve de cada 10 personas que viven en 67 países pobres no inmunizarse en 2021, dijo la Alianza, y señaló que los acuerdos con los laboratorios comercializadores de las vacunas que han hecho los países ricos significan que han acumulado dosis suficientes para vacunar a toda su población tres veces. En el caso de Canadá sus compras dan para una inmunización que quintuplica a su población.
“A menos que algo cambie drásticamente, miles de millones de personas en todo el mundo no recibirán una vacuna segura y eficaz para la covid-19 en los próximos años », criticó Anna Marriott, gerente de políticas de salud de Oxfam, una de las organizaciones humanitarias que conforman la coalición.
El nacionalismo de las vacunas es también una faceta de las crecientes desigualdades económicas entre el mundo en desarrollo y el desarrollado.
Ben Phillips, autor del libro Como Luchar contra la Desigualdad, dijo a IPS que resulta escandaloso que las naciones ricas estén marginando a las naciones pobres en el suministro de vacunas, que será inicialmente escaso.
Pero más escandaloso aún, denunció, es que tal escasez de suministros obedezca a que las empresas se les permite acumular licencias y hacer con ellas lo que quieran.
Entre 1996 y 2001, la priorización de la propiedad intelectual de las empresas sobre la salud de las personas significó que millones de personas en los países pobres murieran a causa del sida cuando se conocía el tratamiento del VIH y se podía producir a bajo costo, pero se mantuvo mediante una política de lucro que deliberadamente elevó demasiado los costos, dijo Phillips.
“Es sorprendentemente mezquino y absolutamente miope que el mismo enfoque se repita ahora con la covid”, sentenció.
Los accionistas de las compañías farmacéuticas incrementarían sus ganancias, solo que lo harían un poco más lentamente, si se compartieran las licencias y el conocimiento para que pudiera comenzar la producción en masa a escala mundial, señaló.
“Todavía podemos cambiar de rumbo. De esa manera, se pueden salvar vidas y reiniciar la economía mundial. Nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo, y el mundo no puede recuperarse hasta que todos los países lo hagan», afirmó Phillips.
A su juicio, “los líderes no darán nada de esto libremente, solo sucederá si se produce una presión social suficiente”. “Los sobrevivientes de covid, respaldados por sobrevivientes del VIH que conocen lo que está en juego, están conduciendo una inspiradora batalla precisamente para eso”, aseguró.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma que la pandemia, que se ha cobrado hasta ahora la vida de más de 1,6 millones de personas en todo el mundo desde principios de este año, no solo es la mayor crisis de salud mundial desde su creación hace 75 años, sino que también es también una crisis económica, social, de seguridad y de derechos humanos.
Al dirigirse a una Sesión Especial de dos días sobre la covid, el 3 y el 4 de diciembre, el presidente de la Asamblea General, Volkan Bozkir, dijo: “El mundo espera que la ONU tenga liderazgo, intensifique y tome medidas demostrables para abordar los mayores desafío que nuestro mundo enfrenta hoy. Esta crisis nos obliga a cambiar la forma en que se hacen las cosas, a ser audaces y a restaurar la confianza en las Naciones Unidas”.
Kunal Sen, director del Instituto Mundial de Investigaciones sobre Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas, con sede en Helsinki, dijo a IPS que es comprensible que los gobiernos de los países ricos quieran inmunizar a sus propios ciudadanos, especialmente a aquellos en condición vulnerable.
Pero, alertó, el nacionalismo de las vacunas puede privar a los ciudadanos de países de bajos ingresos de las vacunas contra la covid durante muchos meses.
“El mundo necesita una vacuna para las personas que se pueda suministrar universalmente, y es importante que la comunidad internacional desarrolle una vacuna que sea compatible con el acceso universal », declaró.
El diario The New York Times informó el 10 de diciembre que tres de los aliados políticos cercanos al presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, se contagiaron de covid y se recuperaron rápidamente porque recibieron medicamentos que no estaban disponibles para el resto de la población del país. Algo similar sucedió cuando Trump padeció la enfermedad en septiembre.
Por ello, planteó el diario, la covid se describe como una enfermedad desigual para los que tienen y los que no tienen con que acceder a los mejores tratamientos.
El martes 9 el secretario general de la ONU, António Guterres, fue preguntado en un encuentro con la prensa sobre el discurso “de la boca para fuera” de los países ricos sobre el acceso equitativo a las vacunas, mientras es flagrante la desigualdad en su acceso y distribución para África y otras regiones del Sur en desarrollo.
“Es cierto que estamos viendo el nacionalismo de las vacunas avanzando a toda velocidad. Pero las vacunas que necesita el continente africano, y que todos necesitan… tienen que recibir el apoyo adecuado. O no podremos combatir la pandemia en ningún lugar de manera efectiva”, afirmó el máximo responsable de la ONU.
Para la ONU, la única forma de que el acceso sea universal y equitativo es asegurarse de se financie completamente la iniciativa Covax, una coalición de más de 150 países, más la Organización Mundial de la Salud, la Alianza Internacional de Vacunas conocida como Gavi y otras instituciones especializadas.
La iniciativa, dijo Guterres, necesita 4,2 millones en los próximos meses, y luego fondos adicionales, para asegurarse de que las vacunas aprobadas por la OMS se puedan distribuir en África y otras regiones más temprano que tarde.
“Tengo la esperanza de que lo podamos hacer antes del segundo trimestre (de 2021), pero es cierto que lo que estamos viendo hoy es un esfuerzo enorme de varios países para garantizar las vacunas para sus propias poblaciones. Y hasta ahora, no se ha cumplido en su totalidad, los requisitos de Covax en relación a la financiación que se necesita”, afirmó.
Pero Covax está trabajando duro, insistió, y hay varias vacunas en trámite para Covax, y es perfectamente posible entregarlas si se garantiza el financiamiento.
Mientras tanto, el diario The Wall Street Journal informó el mismo martes 9 que una vacuna china, que será accesible principalmente para los países en desarrollo, ha demostrado ser un 86% efectiva para proteger a las personas contra la covid en ensayos ya en su última fase. Esos ensayos se realizaron la primera semana de diciembre en los Emiratos Árabes Unidos.
T: MF