Guatemala, el país más devastado por el huracán Eta que azotó América Central y el sureste de México los primeros días de noviembre, formalizó este jueves 12 ante Estados Unidos un pedido de estatuto de protección temporal (TPS en inglés) para sus ciudadanos migrantes en el país del norte.
Eta dejó en Guatemala, según recuentos oficiales, 46 muertos y 96 desaparecidos, 363 000 damnificados y otros 373 000 afectados, 93 000 evacuados, daños en 18 puentes, 11 carreteras, 23 000 casas, 238 escuelas y 31 500 hectáreas de cultivos.
El gobierno “reitera la necesidad de que los guatemaltecos que actualmente se encuentren en Estados Unidos puedan permanecer y no ser deportados, bajo este régimen de protección temporal”, dice la carta del canciller Pedro Brolo presentada ante el Departamento de Estado (cancillería) en Washington.
La víspera Brolo entregó una copia al embajador estadounidense en Guatemala, William Popp.
Según el censo estadounidense de 2018, en ese país viven 1 524 000 guatemaltecos –centenares de miles están en situación ilegal- cuyas remesas a sus familias sumaron 10 000 millones de dólares en 2019, cifra semejante a la de las exportaciones o 14 por ciento del producto bruto de Guatemala.
El pedido guatemalteco recuerda que el TPS “puede ser otorgado a ciudadanos de un país que temporalmente se encuentre imposibilitado de manejar el regreso adecuado a sus connacionales y que atraviese situaciones extraordinarias y temporales que impidan a éstos regresar de manera segura”.
Guatemala “enfrenta una situación única y particularmente compleja, dado que el covid-19 tuvo un fuerte impacto negativo durante los meses previos en estas regiones, y la llegada de esta tormenta ha profundizado aún más la crisis”, dice la carta de Brolo a su par estadounidense, Mike Pompeo.
En los países vecinos, las lluvias, deslaves e inundaciones causadas por Eta provocaron la muerte de al menos 25 personas en Honduras, 27 en el sureste de México, tres en Nicaragua, dos en Costa Rica y uno en El Salvador. En Belice y Panamá solo se reportaron fuertes lluvias, inundaciones y familias damnificadas.
Decenas de miles de personas debieron ser evacuadas en toda la región, que aún cuantifica los daños materiales a viviendas, carreteras, escuelas, puentes y otras infraestructuras, incluidos los sistemas de distribución de agua y electricidad.
La población afectada supera los dos millones, según agencias de las Naciones Unidas que han movilizado ayuda de emergencia, así como gobiernos de Europa, Canadá y de la región, principalmente en auxilio de unas 12 000 personas que todavía permanecen en refugios.
Eta fue la tormenta número 28 que este año avanzó desde el Atlántico hacia a región, desbordando la lista anual de nombres previstos para estos fenómenos, y forzando el empleo de letras griegas para designar los que convirtieron a 2020 en temporada récord, por encima de las 27 tormentas de 2005.
Continuos informes de la Organización Meteorológica Mundial, la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y entidades científicas y ambientalistas internacionales asocian la mayor cantidad, frecuencia y rudeza de estas tormentas con el cambio climático que avanza sobre el planeta.
Eta presentó además un comportamiento atípico, a trazar una “S” invertida sobre el mar Caribe y el Golfo de México. Impactó primero como depresión tropical la zona sur (Nicaragua, Costa Rica y Panamá), y avanzó después como huracán sobre Honduras, Guatemala y el sureste mexicano.
Luego tomó rumbo norte otra vez como tormenta y atravesó Cuba, para cobrar fuerza y de nuevo como huracán alcanzar la península de la Florida, en el sureste de Estados Unidos, antes de su previsible desaparición en el Atlántico norte.
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