La empresa mexicana de electrodomésticos Mabe se ha convertido en un importante empleador de centroamericanos refugiados en ese país y vuelca parte de su producción al combate de la pandemia covid-19, destacó este lunes 19 un reporte de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).
Tras el arribo de la pandemia este año, Mabe inició la construcción de “aeroboxes”, una adaptación de los cajones plásticos de los refrigeradores, utilizados para proteger al personal médico que trata a pacientes con coronavirus, y ha distribuido más de 30 000 piezas en México y otros países de la región.
También modificó su tradicional centro de lavado, para donar esos equipos a clínicas o albergues que atienden pacientes de covid, para aligerar la carga de lavado de ropa, y los ha distribuido en más de 500 centros de México y América Central.
Pero además la compañía incorporó a su plantilla a 102 personas que han llegado a México desde los vecinos países centroamericanos en condición de refugiados.
“Son personal sumamente comprometido con la organización, tienen mucha hambre de salir adelante, de aprovechar la oportunidad que se les está dando”, observó Pablo Moreno, director de asuntos corporativos de Mabe.
Para el grupo empresarial “es un orgullo saber que en esa primera línea contra el coronavirus también hay personas refugiadas que están aportando en esta batalla y ayudando al país”, agregó el ejecutivo.
Acnur presentó el caso de José Manuel, hondureño de 34 años, quien huyó a México con su esposa y dos hijos en 2016, por los riesgos serios de seguridad que enfrentaba su familia, y fue uno de los primeros refugiados en ser contratado por Mabe.
José Manuel vivió 13 años en Estados Unidos, y cada tres o cuatro regresaba a Honduras. Cuando volvió para reestablecerse definitivamente en su país, comenzaron las extorsiones por parte de grupos criminales.
“Estuve extorsionado casi un año”, narró a Acnur, “y ya no lo soporté. Tomé la decisión de dejar a Honduras, por temor a que le hicieran algo a mi familia. Para todo hay un límite, lo que yo traté de evitar fue que se perdieran vidas”, indicó.
En Chiapas, en el sur fronterizo con Guatemala, estuvo detenido más de un mes en la estación migratoria. Luego, en un albergue con asistencia de Acnur pudo alquilar una vivienda, y casi un año después fueron reconocidos como refugiados y ubicados en la ciudad de Saltillo, en el norteño estado de Coahuila.
Allí José Manuel fue reclutado para la línea de producción de los centros de lavado que Mabe dona, a clínicas o albergues en lugares remotos que atienden a pacientes de covid, o a los albergues para personas migrantes y refugiadas.
“Construimos el centro de lavados, los aerobox los hace el grupo de plástico, al lado de nosotros, y sabemos que Mabe los hace para donarlos. Estoy muy orgulloso”, comentó José Manuel.
El grupo Mabe, creado en 1946, tiene operaciones en 70 países, con un total de 21 000 empleados e ingresos por 4000 millones de dólares anuales.
Mabe “se ha convertido en un referente para promover la contratación de refugiados por otras empresas”, observó Florian Höpfner, oficial de soluciones de Acnur, ya que “la integración local de las personas refugiadas es fundamental para su protección, pues les permite generar los recursos suficientes para poder vivir una vida digna”.
En la década que concluye la violencia y la persecución forzaron el desplazamiento de unas 900 000 personas de América Central , la mitad de ellas buscando asilo o refugio en otros países, incluidos unos 100 000 que mantienen esa condición dentro de las fronteras de México.
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