En África suben las temperaturas, se eleva el nivel de mar, cambian los patrones de las precipitaciones y se incrementan los fenómenos meteorológicos extremos, con lo que aumenta la amenaza del cambio climático, destacó un informe divulgado este martes 27 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El cambio climático “está afectando cada vez con más intensidad el continente africano, golpea con más fuerza a los más vulnerables, contribuye a la inseguridad alimentaria y al desplazamiento de poblaciones, y ejerce más presión sobre los recursos hídricos”, dijo Petteri Taalas, secretario general de la OMM.
En los últimos meses, recordó Taalas, “se han registrado inundaciones devastadoras, se ha producido una invasión de langostas del desierto y ahora nos enfrentamos al inminente espectro de la sequía debido a un episodio de La Niña”.
La Niña, con masas de aire frío, y El Niño, con aire caliente, influyen en los patrones de comportamiento de los vientos alisios, lo que se traduce en fuertes sequías o devastadoras lluvias en zonas tropicales y subtropicales del planeta.[pullquote]3[/pullquote]
El informe, divulgado por la OMM en Ginebra y en esta capital, señala que 2019 fue uno de los tres años más cálidos jamás registrados a escala continental, y se espera que esta tendencia continúe.
Las predicciones apuntan a que en el quinquenio 2020-2024 habrá calentamiento continuo, disminuirán las precipitaciones en África septentrional y meridional, y en cambio aumentarán en el Sahel, la franja semiárida que a todo lo ancho del continente separa el desierto del Sahara de los bosques centroafricanos.
En gran parte de África el calentamiento es superior a un grado centígrado desde 1901 –con cada vez más días calurosos- y a finales de siglo superará los dos grados, versus la meta mundial de que la temperatura no se incremente hacia el 2050 más allá de 1,5 grados con respecto a los niveles de la era preindustrial.
El nivel del mar alrededor del continente ha subido cinco milímetros por año y en el suroeste del océano Índico algo más, sobrepasando la escala mundial de tres a cuatro milímetros. Más de la mitad de las costas de Benín, Costa de Marfil, Senegal y Togo se están erosionando.
Los fenómenos meteorológicos extremos también se incrementan en intensidad y frecuencia. El más reciente fue el ciclón Idai, que en marzo de 2019 azotó Madagascar y la costa sudoriental del continente, con saldo de un millar de muertos y cuantiosos daños materiales.
África meridional sufrió una extensa sequía en 2019. En cambio, en el Sahel hubo inundaciones a mediados de 2019 y el cuerno africano (Etiopía, Somalia, Yibuti) pasó de condiciones muy secas en 2018 a inundaciones y deslizamientos de tierra por fuertes lluvias a finales del año pasado.
La agricultura es el eje de la economía africana y representa la fuente primaria de medios de subsistencia en todo el continente, lo que la convierte en “el foco” de exposición y vulnerabilidad a la variabilidad del clima y ante el cambio climático.
Los principales riesgos para la agricultura son una disminución de la productividad de los cultivos asociada al estrés térmico y por sequía, el aumento de los daños ocasionados por las plagas y las enfermedades, y los efectos de las inundaciones en la infraestructura de los sistemas alimentarios
Para mediados de este siglo, las proyecciones de la OMM y otras agencias de las Naciones Unidas prevén afectaciones, motivadas por el clima, con pérdidas de rendimiento entre 12 y 21 por ciento –dependiendo de las subregiones- en los cultivos de arroz y trigo, aunque algo menos en el caso del mijo y el sorgo.
La variabilidad del clima ha favorecido el auge de plagas como la langosta del desierto, que devora cultivos y pastizales en extensas áreas del oriente africano.
El impacto sobre la salud es previsible, pues, por ejemplo, mayores temperaturas y lluvias con inundaciones implican que se incrementen los criaderos de insectos que transmiten enfermedades como el paludismo –nueve de cada 10 muertes por este mal se registran en África-, el dengue y la fiebre amarilla.
El conjunto de condiciones climáticas debilita el estado general de salud en el continente ante el avance de pandemias como la covid-19.
El cambio climático puede ser responsable, a medida que aumente la temperatura global, de una disminución del producto interno bruto africano entre 2,2 y 12,1 por ciento, dependiendo de la subregión, de acuerdo con estudios del Centro Africano de Política Climática, creado por la Comisión Económica para África (CEPA).
La CEPA ha planteado que la alternativa al impacto del cambio climático es trabajar por la superación de la pobreza, especialmente en el sector agrícola, donde labora 60 por ciento de la población africana.
A-E/HM