En el mundo se perdieron el pasado trimestre horas de labor equivalentes a 495 millones de empleos y la tendencia persistirá durante el resto del año, como consecuencia de la crisis desatada por la pandemia covid-19, señaló este miércoles 23 la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los ingresos provenientes del trabajo, a escala mundial, disminuyeron 10,7 por ciento, unos 3,5 billones (millones de millones) de dólares, en los tres primeros trimestres de 2020, equivalentes a 5,5 por ciento del producto bruto mundial en el mismo período de 2019.
Esa pérdida de ingresos alcanza a 495 000 millones de dólares en América Latina y el Caribe, 250 000 millones en Asia meridional, 140 000 millones en Asia sudoriental e islas del Pacífico, y 115 000 millones de dólares en África.
Al comienzo de la pandemia, el primer trimestre de 2020, los cierres de labor hicieron perder al mundo 5,6 por ciento de sus horas de trabajo, equivalentes a 160 millones de empleos a tiempo completo, de 48 horas semanales, y las regiones más afectadas fueron América del Sur y Asia-Pacífico.[pullquote]3[/pullquote]
En el segundo trimestre hubo un salto y se perdieron 17,3 por ciento de las horas de labor, equivalentes a 495 millones de empleos, y América Latina fue castigada con una pérdida de 33,5 por ciento, seguida con cifras alrededor de 15 por ciento por África, Asia-Pacífico y los Estados árabes.
Para el tercer trimestre se prevé una pérdida de 12,1 por ciento, que equivalen a 345 millones de empleos, de nuevo con América Latina y el Caribe como la región más castigada (-25,6 por ciento), y en el cuarto trimestre se perderían 8,5 por ciento de horas, equivalentes a 245 millones de empleos.
El informe de la OIT destaca que los trabajadores de las economías en desarrollo y emergentes, en particular en el sector informal, se han visto mucho más afectados que en crisis anteriores.
La disminución del empleo es atribuible en mayor medida al grado de inactividad de empresas y otros centros de labor que al nivel de desempleo, lo que implica consecuencias hacia la adopción de políticas reparadoras.
Al respecto, Guy Ryder, director de la OIT, dijo que además de redoblar esfuerzos contra el virus “debemos adoptar medidas a escala lo antes posible para paliar sus efectos en los planos económico, social y laboral. En particular, fomentar el empleo y la actividad empresarial, y garantizar los ingresos”.
Según la OIT, en los países que han dispuesto mayores incentivos fiscales para atender a la población y a las empresas ante la pandemia, la pérdida de horas de labor registrada ha sido menor.
Por incentivos fiscales se entienden medidas por encima de las convencionales en forma de prestaciones de desempleo, subsidios salariales, otras bonificaciones, recortes fiscales y aplazamiento en el pago de tributos.
Ellos equivalen a la recuperación de 123 millones de empleos, según la OIT, y durante lo que va de año han sido más elevados en los países de ingresos altos, como los del Norte industrializado, y mediano-altos, como son Costa Rica, Malasia o Sudáfrica, según la clasificación del Banco Mundial.
Para alcanzarlos, los países de ingresos mediano-bajos (como Angola, Bolivia, Filipinas o India) y los de ingresos más bajos, como Afganistán, Haití y 24 naciones africanas, deberían invertir en incentivos fiscales casi un billón de dólares.
Esa amplia “brecha en materia de incentivos fiscales” señalada por la OIT, tiene efectos aún más adversos si se consideran los deficientes programas de protección social de muchos países en desarrollo.
Ryder insistió en la necesidad de una estrategia mundial encaminada a facilitar la recuperación a través de la cooperación y la solidaridad pues “ningún grupo o país, ni ninguna región, podrá superar esta crisis por sus propios medios”.
La OIT propone medidas a la comunidad internacional, la primera de las cuales es armonizar las intervenciones en los planos sanitario, económico y social, ante el reciente aumento de los casos de infección en muchos países.
Luego, velar porque las intervenciones en materia de políticas se mantengan y sean cada vez más eficaces y eficientes, y solidaridad para colmar lagunas en materia de incentivo fiscal en los países emergentes o en desarrollo.
También, adaptar las medidas de apoyo a los grupos vulnerables más afectados, entre ellos las mujeres, los jóvenes y los trabajadores del sector informal, y fomentar el diálogo social como mecanismo eficaz para adoptar medidas de respuesta política frente a la crisis.
A-E/HM