La “hiperdesigualdad” amenaza la reconstrucción de la economía mundial tras la devastación causada por la covid-19, y una clave para superarla es aumentar los salarios reales, planteó el Informe 2020 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).
“De todas las condiciones preexistentes expuestas por la crisis de covid-19, la hiperdesigualdad, producto de cuatro décadas de represión salarial- representa la mayor amenaza”, asentó el informe divulgado por la Unctad en esta ciudad suiza.
Según el texto, contrariamente a lo indicado para un desempeño exitoso hacia el desarrollo, el sistema prevalente ayuda a los sectores avanzados a desprenderse de empleos y recursos, convirtiéndolos en los residuos para los sectores atrasados.
La disminución de la demanda “permitirá a las empresas de los sectores de alta productividad y altos salarios restringir las entradas en sus mercados, expulsando así trabajadores que se ven obligados a tomar empleos en los sectores de baja productividad y bajos salarios”.
Esta “forma perversa” de cambio socava el crecimiento de los salarios, activando un círculo vicioso de mayor desigualdad, menor productividad y menor demanda. El resultado son economías de dos velocidades, en las que los sectores avanzados se contraen y los sectores atrasados se expanden, según el estudio.
Por ello, el informe anticipó que puede haber un futuro aún más desigual, con una recuperación de la pandemia en forma de “K”, es decir una “V” arriba, para los ricos, “y contrariedades para todos los demás”, los pobres, en la parte baja de la K.
Sostuvo que para abordar este problema “hay que ir más allá de la fraseología de no dejar a nadie atrás y examinar, en cambio, la forma en que las decisiones de política escogen a los ganadores y restringen una recuperación más inclusiva”.
Insistió en que es fundamental el compromiso de los Estados con el pleno empleo y la recuperación de los ingresos de los trabajadores.
Recordó que la crisis financiera mundial de 2008-2009 “reveló hasta qué punto la industria financiera había llegado a dominar las decisiones políticas y comerciales y, al mismo tiempo, había impulsado un crecimiento quebradizo e insostenible”.
“Se prometió un cambio inmediato, pero las normas y prácticas que rigen la distribución del ingreso y el poder económico han seguido siendo en gran medida las mismas”, apuntó Richard Kozul-Wright, director de Globalización y Estrategias de Desarrollo en la Unctad.
El informe expuso que “la canalización de casi un billón (millón de millones) de dólares al año por parte de las empresas del mercado S&P (el ranking bursátil Standard and Poors) hacia la recompra de acciones, en vez de hacia la inversión productiva, es signo claro de lo amañadas que están las reglas del juego”.
Para la Unctad “la pandemia ofrecería una segunda oportunidad para recuperarse mejor, pero si no se reducen las desigualdades y la captura de reguladores por parte de las corporaciones, la economía mundial se tornará aún más frágil y el daño causado por una crisis siguiente será aún más catastrófico”.
La captura del regulador es una falla del Estado que ocurre cuando una agencia regulatoria, creada para defender el interés general, actúa en favor de ciertos intereses políticos o grupos de interés.
Recordó un informe de la Organización Internacional del Trabajo según el cual el mundo pierde trimestralmente hasta el equivalente a 500 millones de empleos, y aunque se recuperen parcialmente en la pospandemia, aun así se perderán muchos y a final de año habrá más de 100 millones de nuevos pobres.
El informe apoya los programas de obras públicas, porque aumentan los ingresos de los trabajadores y sus hogares a la vez que mejoran la infraestructura y los servicios, y también las transferencias en efectivo, como un ingreso básico universal, a los sectores más desfavorecidos en los países en desarrollo.
Pero además se requiere quitar frenos a la política industrial, para ampliar el empleo en los sectores de alta productividad “y asegurar que se realicen las inversiones en sectores estratégicos, incluidos los que son decisivos para la transición verde”.
“La política comercial debe utilizarse para favorecer este esfuerzo, fomentando la competencia en el extremo superior de la escala de productividad, en lugar de servir de arma dirigida contra el poder de negociación de los asalariados”, se agregó.
Para la recuperación poscovid “el empleo y los salarios reales tendrán que aumentar considerablemente para corregir los desequilibrios distributivos que se han acumulado con la hiperglobalización”.
También “será necesario abordar directamente diversas formas de discriminación, incluso por motivos de raza y género, y fomentar el acceso a empleo digno y bien remunerado, especialmente con inversiones en infraestructura social que permitan a las mujeres combinar mejor el trabajo remunerado con la prestación de cuidados”.
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