El hambre castiga a refugiados nicaragüenses en Costa Rica

El nicaragüense Manuel, refugiado y aún solicitante de asilo con sus dos hijos, encuentra un nuevo hogar en Costa Rica. Miles de sus compatriotas en el país vecino atraviesan una situación muy difícil para obtener medios de subsistencia. Foto: Flavia Sánchez/Acnur
El nicaragüense Manuel, refugiado y aún solicitante de asilo con sus dos hijos, encuentra un nuevo hogar en Costa Rica. Miles de sus compatriotas en el país vecino atraviesan una situación muy difícil para obtener medios de subsistencia. Foto: Flavia Sánchez/Acnur

Más de las tres cuartas partes de los refugiados y solicitantes de asilo nicaragüenses en Costa Rica pasan hambre y comen solo una o dos veces al día, como resultado del impacto socioeconómico de la pandemia covid-19, señaló este viernes 28 la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) en su sede en esta ciudad suiza.

A la vecina Costa Rica han huido unos 81 000 nicaragüenses para escapar de la persecución política y otras violaciones de sus derechos humanos, incluidos el hostigamiento y malos tratos a personas de la comunidad LGTBI (lesbianas, gais, trans, bisexuales e intersexuales).

Acnur dijo que “antes de la pandemia y gracias a iniciativas de integración local”, solo tres por ciento de los refugiados en Costa Rica estaban en situación de comer una sola vez al día, pero la situación se ha cuadruplicado, hasta 14 por ciento, según la evaluación de la agencia efectuada este agosto.

La mayoría de esos refugiados, 63 por ciento, reportó a la agencia que no pueden hacer más de dos comidas diarias.

Como ocurre en otras áreas de América Latina, las comunidades de acogida acusan el impacto de la contracción económica y las dificultades para obtener ingresos diarios debido a las restricciones sanitarias impuestas, lo que afecta en particular a los trabajadores de la economía informal.

En la región, gruesos sectores de refugiados y migrantes deben buscar ingresos, cada día, en ocupaciones propias de la economía informal.

A finales de julio, solo 59 por ciento de las familias refugiadas en Costa Rica informaron flujos de ingresos constantes relacionados con su trabajo, una fuerte disminución respecto del 93 por ciento registrado antes de la pandemia.

La escasez de comida no es la única preocupación, pues muchos están en riesgo de ser desalojados y quedar sin un hogar. Una quinta parte de los refugiados nicaragüenses encuestados dijeron que no saben dónde vivirán el próximo mes.

Según Acnur, las dificultades por las que atraviesan los nicaragüenses en Costa Rica también se expresan en Panamá, Guatemala y México. Medio locales calculan que de Nicaragua han huido, en los dos últimos años y debido principalmente a la situación política del país, más de 100 000 personas.

En la encuesta, 21 por ciento de los refugiados y solicitantes de asilo nicaragüenses dijeron que al menos un miembro de su hogar ahora está contemplando regresar a Nicaragua, principalmente debido a la falta de ingresos o alimentos, y a pesar de los riesgos que impulsaron su huida.

Más de 3000 solicitudes de asilo en Costa Rica  -que acumulaba 91 000, de distintas nacionalidades al cierre de 2019-  han sido retiradas en las últimas semanas, principalmente por ciudadanos nicaragüenses.

Una historia diferente mostrada por Acnur es la de Catalina (nombre que cambió, como medida de protección), quien huyó herida en el marco de manifestaciones opositoras en Nicaragua y que actualmente coopera con las tareas de asistir con alimentos a refugiados de su país en Costa Rica.

Acnur reivindica haber asistido a más de 1200 familias de refugiados nicaragüenses en situación de riesgo y aseguró la cobertura en salud para más de 6000 personas, aunque solo ha recibido financiamiento para cubrir 46 por ciento de su programa para Costa Rica, que tiene un presupuesto de 27 millones de dólares.

A-E/HM

 

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