Duramente castigada por la covid-19, América Latina busca participar en la carrera hacia una vacuna contra el coronavirus ya sea asociándose a proyectos avanzados de países de mayor desarrollo o con iniciativas propias, como es el caso de Cuba.
Según datos del martes 25 de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los casos de covid confirmados hasta entonces eran 6 745 157 y el número de personas muertas por la enfermedad 259 476.
Brasil es el segundo país del mundo en contagios, solo por detrás de Estados Unidos, y Perú, México, Colombia y Chile integran también la lista de los 10 países con mayor número de casos, según las cifras de este jueves 27 de la estadounidense Universidad John Hopkins. Eso pese a que muchos países de la región se mantienen en inacabables confinamientos y restricciones a la actividad económica desde marzo.
Con 3,5 millones de casos positivos de covid y 113 100 muertes, Brasil y sus 211 millones de habitantes se han convertido en gran campo de pruebas propicio para ensayos clínicos de varios proyectos de vacunas que ya están en su fase 3, la última en el proceso de comprobación de eficacia y ausencia de riesgos.
“El desarrollo del antígeno en Brasil a nivel de pesquisa se dejó de lado cuando los principales laboratorios de producción de vacunas decidieron importar la tecnología”, comentó a IPS el epidemiólogo brasileño Eduardo de Azeredo Costa, asesor de Cooperación Internacional de la Escuela Nacional de Salud Pública en la Fundación Oswaldo Cruz, con sede en Río de Janeiro.
En declaraciones por teléfono desde la ciudad carioca, Costa explicó que Biomanguinhos, unidad industrial de la Fundación Oswaldo Cruz, la mayor institución pública del sector de salud en Brasil, compró la tecnología para producción de la vacuna de la británica Universidad de Oxford/ AstraZeneca.
Se pagará a la transnacional farmacéutica AstraZeneca, desde antes de los resultados de la fase 3 de su proyecto de vacuna, 128 millones de euros por la tecnología y 30 millones de dosis. Otros 70 millones de dosis están previstos al precio de 2,60 euros cada una, comentó. Se espera que esta vacuna esté lista en diciembre o enero.
A su vez, Butantá, con sede en São Paulo, uno de los mayores centros de investigación biomédica del mundo y productor de más de 80 por del total de sueros y vacunas consumidos en Brasil, acordó con la empresa china Sinovac para el estudio de fase tres de su antígeno del SARS-CoV-2 y su producción en Brasil.
También se probará en Brasil el prospecto de vacuna que desarrollan en conjunto las farmacéuticas Pfizer, de Estados Unidos, y BioNTech, de Alemania. En tanto, el día 18 se anunció la autorización para estudios clínicos de la famacéutica Janssen-Cilag, del grupo estadounidense Johnson & Johnson.
“No sabemos si estos acuerdos consideran la patente industrial. Considero que la cooperación y no la competencia a nivel mundial debe regir las bases de los acuerdos a que se llegue con las transnacionales farmacéuticas para el acceso a estas vacunas contra la covid-19”, advirtió Costa.
Para el epidemiólogo “es necesario invertir para estimular el desarrollo de vacunas y luchar por conseguir que estos productos estén libres de restricciones para que lleguen a todo el mundo”, y para ese fin la cooperación científica fortalece la defensa de no aplicabilidad del tratado de patente para nuevas vacunas en desarrollo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que se necesitarán más de 100 000 millones de dólares para fabricar y distribuir mundialmente vacunas eficaces contra el SARS-CoV-2.
El lunes 24, la OMS instó a unirse al mecanismo Covax, iniciativa para garantizar el desarrollo y distribución equitativa y universal de una vacuna, al que ya se asociaron 172 naciones.
El caso cubano
Cuba inició ese mismo día 24 la fase uno del ensayo de su candidato a vacuna, que denominó Soberana, para prevenir el contagio con el SARS-CoV-2.
Se trata del primer proyecto latinoamericano y el número 30 que recibe autorización para pruebas clínicas de más de 200 que existen a nivel mundial, destacaron científicos locales que trabajan en el fármaco.
La segunda etapa de este proceso está programada para el 11 de septiembre, cuando se completarán los 676 voluntarios de entre 19 y 80 años. El estudio de este antígeno debe concluir el 11 de enero y los resultados estar disponibles el primero de febrero de 2021, para ser publicados el 15 de febrero.
Esta nación insular caribeña produce casi 80 por ciento de las vacunas incluidas en su programa nacional de inmunización, lo que prueba su capacidad y experiencia en la materia. Obtener un antígeno puede demorar varios años, según reconocieron investigadores del equipo que obtuvo Soberanía.
Sin embargo, Luis Herrera, asesor científico y comercial del grupo empresarial BioCubaFarma, señaló a IPS en marzo que con las tecnologías disponibles actualmente un proyecto de vacuna puede ser aprobado por las autoridades regulatorias en una plazo de seis a ocho meses.
Los investigadores involucrados evitaron dar detalles sobre la producción de dosis una vez completado el proceso previo, así como la eventual disponibilidad para los países latinoamericanos.
Acceso a vacunas para toda la región
México, que este jueves 27 contabiliza 573 888 casos de covid (lo que le baja al séptimo lugar desde el tercero de mediados de mes) y 62 076 muertes (tercer lugar mundial), según el conteo de John Hopkins, aspira al acceso oportuno y temprano del antídoto, no solo en beneficio del país sino de toda el área latinoamericana y caribeña.
Como parte de esos esfuerzos, la mexicana Secretaría (ministerio) de Relaciones Exteriores anunció el martes 25 la creación del Consorcio Mexicano de Vacunas y Tratamientos Covid-19 para buscar recursos de cooperación internacional y financiar proyectos de antígenos y medicamentos.
Autoridades aclararon que la mayoría de los 19 proyectos presentados ante el consorcio son de instituciones y centros de investigación pública y la idea es aumentar la capacidad tecnológica del país en el sector de las vacunas y medicamentos.
Pero el plato fuerte del gobierno mexicano parece ser la alianza con Argentina para fabricar de manera conjunta la futura vacuna de Oxford-AstraZeneca que se prevé termina en noviembre próximo su fase tres de ensayo clínico.[related_articles]
Luego debe ser evaluada por la autoridad sanitaria de México, entre otros requisitos, para su eventual producción.
La iniciativa incluye la participación financiera de la Fundación Slim, una asociación civil mexicana sin fines de lucro, y laboratorios de México y Argentina.
Ambos países oficializaron la decisión de que el acuerdo garantizará el acceso universal a la vacuna a toda la región durante una reunión virtual el 17 de agosto entre representantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), de la cual México asumió este año la presidencia pro tempore.
Se estima que el acuerdo permitirá la producción de entre 150 y 250 millones de dosis, a un valor de venta aproximado de entre tres y cuatro dólares la unidad para toda Latinoamérica, excepto Brasil que marcha por su propio camino en esta materia.
“Esta pandemia afecta a todos, sin importar postura política o ideología. Es un desafío que exige a la región poner a un lado las diferencias y trabajar por un interés común, por el bien de nuestras naciones”, sostuvo el secretario mexicano de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.
A la par de estas iniciativas regionales continúan llegando tecnologías importadas para ensayos clínicos, como la farmacéutica belga Janssen, unidad de la transnacional estadounidense Johnson & Johnson , que extenderá a partir de septiembre sus ensayos en fase 3 a Brasil, Chile, Colombia y Perú teniendo en cuenta la circulación del virus en esos países
También las farmacéuticas china Sinovac y Sinopharm Group, adelantan negociaciones en naciones del área con altos niveles de contagio para probar sus candidatos a vacuna.
En ese contexto, científicos de varios países latinoamericanos no pierden la esperanza de obtener sus propias vacunas. Investigadores de la Universidad peruana Cayetano Heredia, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Universidad Católica de Chile adelantan sus proyectos, en fase preclínicas.
ED: EG