En 2013, Alice Wahome intentó por tercera vez ganar una banca como diputada en Kendara, un distrito del condado de Murang’a, en el centro de Kenia. Típico de la política rural, era un terreno dominado por hombres, donde ninguna mujer había ocupado nunca el escaño legislativo en su circunscripción.
«Fue una campaña brutal. Fui acosada, maltratada verbalmente, amenazada con violencia física y muchas cosas no reproducibles me fueron dichas incluso en público», rememoró Wahome a IPS.
Además, reflexionó, los atributos que se consideran admirables y necesarios en un hombre político, fueron lanzados contra ella y otras mujeres políticas.
«Cuando expresamos nuestras opiniones, dijeron que hablamos demasiado y el mensaje subyacente es que las mujeres decentes no hablan demasiado. Cuando tienes una posición firme, y eres firme en tus creencias y valores políticos, dicen que eres combativa, intolerante y agresiva. Las mismas cualidades en los hombres son aceptables «, dijo Wahome.
La campaña fue tan cruel que en la misma mañana de las elecciones generales de 2013, su comunidad se despertó con paquetes de condones en sus viviendas, impresos con su nombre. En los paquetes había mensajes, supuestamente de la candidata, que animaban a los votantes a adoptar la planificación familiar.
«Esta fue una campaña de desprestigio para mostrarle a mi gente que no estaba en condiciones de ser su líder. Hay muchas cosas que los políticos entregan a los votantes, como alimentos. Distribuir condones en una sociedad rural y conservadora el día de las elecciones suponía un suicidio político «, explicó Wahome, abogada de profesión.
Afortunadamente, había pasado años interactuando con la comunidad, promoviendo iniciativas de salud, educación y de empoderamiento de mujeres y niñas. Así que pese a la abusadora campaña de desprestigio, Wahome se convirtió en la primera mujer diputada nacional por Kendara. Actualmente cumple su segundo mandato en la legislativa Asamblea Nacional, tras su reelección en 2017.
La propaganda, las amenazas de violencia y especialmente la violencia sexual y física, la humillación pública y las implacables campañas de difamación en las redes sociales son algunos de los desafíos que las mujeres que deciden ejercer la política, como Wahome, tienen que superar para ganar un cargo y mantener su liderazgo.
Esto se suma a los desafíos generales de la campaña, tales como recursos financieros y humanos limitados y políticas internas enviciadas. Pero incluso dentro de los partidos políticos, el sistema todavía está sesgado a favor de los hombres, a los que aúpan y financian.
«La arena política es muy hostil para las mujeres. La campaña está llena de experiencias vividas por mujeres que han sido maltratadas por buscar un liderazgo», dijo a IPS Wangechi Wachira, directora ejecutiva del Centro de Derechos, Educación y Conciencia (Creaw, en inglés).
Creaw es un aliado local de la campaña mundial Deliver For Good que aplica una perspectiva transversal de género a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) e impulsa Women Deliver, una organización internacional a favor de los derechos de las mujeres en todas las regiones.
Los socios de la campaña Deliver For Good impulsan su actuación en 12 áreas críticas, como el fortalecimiento de la participación política de las mujeres y el incremento de su presencia en la toma de decisiones.
Wangechi y su organización batallan porque el gobierno promueva medidas efectivas a favor de la igualdad de género, en acatamiento de un claro mandato de la Constitución de 2010, que explícitamente establece el fin de la discriminación de género y fija que todos los órganos colegiados, sean designados o electos, deberán contar al menos con un tercio de mujeres.
«El Estado tomará medidas legislativas y de otro tipo para implementar el principio de que no más de dos tercios de los miembros de los órganos electivos o de designación serán del mismo género», plantea por ejemplo el artículo 27-8 de la ley fundamental de Kenia, en el este de África y con 47,5 millones de habitantes.
Una enmienda constitucional, conocida localmente como Ley de Género, buscó en 2018 reafirmar las obligaciones a favor de la igualdad de género, pero en 2019 ni siquiera hubo el quórum parlamentario suficiente para votarla, que en este caso era de dos tercios.
«La Asamblea Nacional le ha fallado a las mujeres de Kenia. Hemos acudido a los tribunales para presionarla a fin de que promulgue leyes que corrijan las flagrantes desigualdades de género. Hay demasiada resistencia y rechazo de un sistema que es patriarcal», dijo Wangechi.
Es esta resistencia a la que se enfrentan las mujeres en la política para afianzar sus liderazgos.
Las mujeres representan solo 9,2 por ciento de los 1835 cargos electos en 2017, un aumento de solo 7,7 por ciento respecto a 2013, según un informe del Instituto Nacional Demócrata y la Federación de Mujeres Abogadas de Kenia, esta última, otra aliada local de Delivery For Good.
Este informe muestra que en las elecciones generales de 2017, se postularon 29 por ciento más de mujeres a los puestos elegibles que en los comicios de 2013 y ahora hay más mujeres en cargos electos en todos los niveles de gobierno.
Pero Asha Abdi, exdiputada de la asamblea legislativa del condado de Nairobi, dijo a IPS que el progreso ha sido “dolorosamente lento”.
En general, ahora hay 172 mujeres en cargos electos, en comparación con 145 en 2013. En las elecciones generales de 2017, 23 mujeres fueron elegidas como diputadas nacionales, siete más que en 2013, y otras 96 fueron elegidas para las Asambleas de los condado, seis más que cuatro años antes.
Como tal, las mujeres representan 23 por ciento de la Asamblea Nacional y del Senado, la segunda Cámara establecido en la Constitución de 2010. Esta cifra incluye los 47 escaños reservados exclusivamente para mujeres representantes de los condados de Kenia, que son las divisiones administrativas en que la Constitución dividió el país.
Los defensores de los derechos humanos dicen que la presión sobre la Asamblea Nacional para cumplir con el mandato constitucional había crecido mundo, pero con la pandemia de covid-19 y sus efectos económicos y sociales, se multiplica el temor de que la agenda de género deje de ser una prioridad.
«La covid-19 no ha reducido las actividades políticas en este país. De hecho, los líderes se están comportando como si fuéramos a elecciones mañana y no en 2022. Tenemos realineamientos políticos serios y nadie habla por las mujeres», dijo a IPS una activista de los derechos políticos y de género, Grace Gakii, con su base en Nairobi.
El hecho, reconoció, es que en la actualidad «los kenianos comunes están más preocupados por mantenerse a salvo del virus y alimentar a sus familias”.
En consecuencia, dijo, “algunos de los pequeños avances que habíamos logrado podrían perderse durante esta pandemia porque no hay nadie que presione para que los partidos políticos y los poderes sean responsables (de sus promesas al respecto)».
Reconocida por el Banco Mundial como la potencia económica de África oriental, Kenia va a la zaga de sus vecinos en lo que respecta a la representación femenina en los organismos gubernamentales.
En Sudán del Sur, las cifras de mujeres en política son más altas, con un 28,9 por ciento en cargos electos. Uganda tiene 34 por ciento, Tanzania y Burundi 36 por ciento y Ruanda nada menos que 61 por ciento.
«Las campañas políticas y el intenso lobby que conlleva son muy difíciles para las mujeres. Hay muchas reuniones nocturnas y reuniones exclusivas en los clubes masculinos, explicó Abdi, la exdiputada regional.
A su juicio, “la sociedad se está animando con las mujeres políticas, pero muy lentamente”.
“Cuando compites contra los hombres, todos los oponentes masculinos se unen contra ti, porque se considera un gran insulto ser derrotado por una mujer «, aseguró Abdi con base en su experiencia.
El panorama pese a todo muestra cambios. En las mismas elecciones generales de 2017, ganaron las primeras tres gobernadoras de condado y las primeras tres senadoras.
Wahome considera que lo que resulta claro es que el camino a recorrer será tanto largo como intrincado, así que las mujeres políticas deben saber que lograr el éxito es todo un desafío.
Para esta diputada, las políticas tienen que mirarse en los espejos de otras que lo lograron para sacar fuerzas, conscientes de que con persistencia y tiempo, las actitudes y costumbres patriarcales irán cediendo.
En particular, alienta a las mujeres a participar en proyectos de base con sus comunidades que sean transformadores e irradien su luz al resto de la sociedad.
«Hay muchas áreas para elegir, incluida la educación y la salud de la comunidad. Dejen que las personas vean lo que pueden hacer y después las respaldarán hasta la cima”, concluyó.
T: MF