La pérdida mundial de bosques primarios aumentó 2,8 por ciento en 2019 en comparación con el año anterior, lo que significa que se dejaron de absorber al menos 1,8 gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono, equivalentes a las emisiones anuales de 400 millones de automóviles.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el bosque primario es aquel regenerado de manera natural, compuesto de especies nativas en el que no existen indicios evidentes de actividades humanas y donde los procesos ecológicos no han sido perturbados de manera significativa.
Los bosques primarios ubicados en los trópicos son especialmente importantes por su biodiversidad y su almacenamiento de carbono.
Un informe presentado por Global Forest Watch el 3 de junio advierte que a pesar de los esfuerzos por detener la deforestación y “los éxitos aparentes de algunos países en la reducción de la pérdida de bosques, los datos de 2019 subrayan un hecho: la lucha para frenar la pérdida de bosques tropicales está lejos de haber terminado».
Más aún, aunque la tasa de pérdida registrada en 2019 no alcanzó las cifras récord de 2016 y 2017, sigue siendo la tercera más alta desde el cambio de siglo.
Según el reporte, el año pasado los trópicos perdieron 11,9 millones de hectáreas de cubierta arbórea, que no es lo mismo que deforestación sino la desaparición del dosel de los árboles por causas naturales y humanas, incluidos los incendios.
Casi un tercio de esa pérdida, 3,8 millones de hectáreas, ocurrió en los bosques primarios tropicales húmedos. Ello equivale a perder un bosque primario del tamaño de un campo de fútbol cada 6 segundos, o a perder un área equivalente al tamaño de Suiza cada año.
Brasil fue el país con la mayor disminución de bosques primarios: 1 361 000 hectáreas –más de un tercio de la pérdida total de bosques primarios tropicales húmedos en todo el mundo–, seguido de la República Democrática del Congo (RDC), con 475 000 hectáreas, e Indonesia, con 324 000 hectáreas que, no obstante, disminuyó un cinco por ciento su tasa de pérdida en 2019 en comparación al año anterior.
«Aparte de 2016 y 2017, que enfrentaron pérdidas generalizadas debido a incendios en el sotobosque (área de bosque que crece más cerca del suelo), 2019 fue el peor año de Brasil para bosques primarios en 13 años», señaló por correo electrónico a SciDev.Net Mikaela Weisse, una de las autoras.
En el caso de la RDC, la mayor parte de las pérdidas parece estar relacionada con zonas agrícolas, pero están surgiendo pruebas de que algunas pueden estar vinculadas a la tala comercial en gran escala, la minería y las plantaciones, señala el informe.
Por el contrario, Ghana y Costa de Marfil, en el África occidental, redujeron su pérdida de bosques primarios en más del 50 por ciento en 2019 en comparación con el año anterior.
La lista de los diez países más afectados se completa con Bolivia (290 000 hectáreas perdidas), Perú (162 000), Malasia (120 000), Colombia (115 000), Laos (72 000), México (66 000) y Camboya (63 000).
Creado en 2014 por el Instituto de Recursos Mundiales, Google y más de 40 colaboradores, Global Forest Watch produce mapas digitales de alta resolución actualizados por Google y científicos de la estadounidense Universidad de Maryland, utilizando imágenes satelitales de la NASA.
Pérdida de la cuenca Amazónica a un ritmo elevado
De acuerdo con los datos, una forma particular de pérdida de bosques —la deforestación por tala rasa para fines agrícolas y otros nuevos usos de la tierra— ha aumentado aceleradamente en la Amazonia brasileña durante el último año.
«Varias cosas indican que hay un cambio profundo en las políticas de protección de los bosques en Brasil», dijo en entrevista telefónica con SciDev.Net Paulo Moutinho, investigador principal del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia, quien no fue parte del estudio.
«Las agencias gubernamentales dedicadas a la protección de los bosques están siendo desmanteladas, destrozadas. El presidente (Jair Bolsonaro, de tendencia ultra conservadora) dice que tenemos que talar los bosques para asegurar el progreso del país. La visión es la misma que teníamos hace 30 años. Hay un gran retroceso en las políticas de protección», señala.
Los investigadores también detectaron nuevos y preocupantes focos de deforestación en los territorios indígenas de la Amazonía como resultado de la apropiación ilegal de tierras.
Bolivia, vecino de Brasil, también experimentó una pérdida de cubierta forestal sin precedentes. La pérdida total de la cubierta arbórea del país en 2019 fue más de 80 por ciento que en 2018.
Los investigadores atribuyen ese aumento a una combinación de condiciones climáticas que favorecieron la propagación de los incendios y la actividad humana, especialmente la agricultura a gran escala.
Entre los países de la cuenca amazónica, Colombia mostró signos de frenar la pérdida de bosques después del rápido aumento en la deforestación experimentada luego de la firma del acuerdo de paz (2016) entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), debido a que con el apaciguamiento de la guerra, muchos colonos comenzaron a acaparar tierras.
Las acciones del gobierno colombiano parecen estar teniendo un impacto positivo en la reducción del desbroce de tierras para la colonización y la ganadería. Consisten en un programa de incentivos a la conservación (Vision Amazonia), que cuenta con el apoyo financiero de países europeos, aunada a una estrategia militar centrada en los puntos de mayor deforestación.
Según Ederson Cabrera, encargado del sistema nacional de vigilancia de la deforestación en el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) de Colombia, los datos de Global Forest Watch son muy valiosos y precisos en lo que respecta a las tendencias, pero no tanto para los valores absolutos de cada país.
En el caso de Colombia la diferencia de estimación puede ser de alrededor de 20.000 hectáreas por debajo de las cifras oficiales, señaló vía telefónica.
Pablo Negret, investigador de la Escuela de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Queensland, Australia, concuerda con Cabrera.
«Los datos de Global Forest Watch son muy útiles ya que están disponibles de forma gratuita. Sin embargo, a menudo son imprecisos. Recomendaría usar información nacional, si está disponible, cuando se hacen análisis a esta escala o menos. Sin embargo, a nivel global o continental es una buena herramienta», dijo por correo electrónico a SciDev.Net.
Para Paulo Moutinho, a pesar de las malas noticias sobre su país, hay razones para ser optimista: «Ya redujimos la deforestación hasta en un 80 por ciento entre 2005 y 2012. Conocemos los elementos que se necesitan para que desaparezca”, señala.
Weisse también es optimista. «Aunque la tendencia general de la pérdida de bosques primarios en los trópicos es preocupante, algunos países han demostrado que es posible reducir la pérdida de bosques mediante una acción sostenida”, comentó.
Este artículo fue publicado originalmente por SciDev.net.
RV: EG