Las naciones más pobres del mundo, se tambalean ante el ataque implacable contra sus frágiles economías de la pandemia de la covid-19, que se suma a otro golpe igualmente letal para su sobrevivencia: las cargas de deudas inasumibles.
Abiy Ahmed, el primer ministro de Etiopía y Premio Nobel de la Paz 2019, destacó en un artículo en The New York Times el 30 de abril que el año pasado 64 países, casi la mitad de ellos en África subsahariana, gastaron más en el servicio de la deuda externa que en salud.
Solo Etiopía, escribió en un artículo de opinión titulado “Por qué la deuda global de los países pobres debe ser condonada”, gasta el doble en pagar la deuda externa que en salud. «Gastamos 47 por ciento de nuestros ingresos de exportación de mercancías en el servicio de la deuda», indicó.
Los organizadores de la campaña por el Jubileo de la deuda, con sede en Gran Bretaña, indicaron que algunos de los países que luchan contra la deuda incluyen a Líbano, que gasta alrededor de 41 por ciento de sus ingresos en el servicio de la deuda; El Salvador, con 38 por ciento de sus ingresos destinados al servicio de la deuda; y Sudán del Sur, con 29 por ciento.
Y estos no son necesariamente los países pobres más altamente endeudados del mundo: Sri Lanka tiene que destinar 48 por ciento de sus ingresos al servicio de la deuda y Angola 43 por ciento, indicó la organización que promueve la condonación de la deuda a los países más vulnerables.
El 15 de abril, el Grupo de los 20 países (G20) grandes países industriales y emergentes ofreció alivio temporal a algunos de los países con menores ingresos del mundo al suspenderles los pagos de la deuda hasta el final del año.
Pero esa moratoria estuvo muy por debajo de lo esperado y de lo que los países más pobres requieren con urgencia.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, ha pedido una «suspensión generalizada de la deuda» en todos los países en desarrollo afectados por las vulnerabilidades de la deuda. Esto incluye la deuda externa pública y privada.
Guterres consideró que “La moratoria debería extenderse a todos los países en desarrollo que solicitan indulgencia, incluidos los países de ingresos medios”, y añadió que la participación en ese alivio del sector privado “es crucial”.
La ONU advirtió a fines de abril que en 2020 se perderán unos 300 millones de empleos en el mundo, el comercio caerá entre 13 y 32 por ciento, las remesas hacia países de bajos y medianos ingresos disminuirán en torno a 20 por ciento y se evaporará 35 por ciento de la inversión extranjera directa.
Clemence Landers, investigadora de políticas del Centro para el Desarrollo Global (CGD, en inglés), con sede en Washington, dijo a IPS que la moratoria de la deuda bilateral del G20 es un buen comienzo, pero es solo una medida provisional y temporal.
En los próximos meses, señaló, quedará claro que algunos países necesitan un alivio más profundo y permanente con sus compromisos financieros externos.
«La comunidad internacioanl debería aprovechar este tiempo para establecer el marco general de un proceso ordenado de alivio de la deuda que distribuya la carga de manera equitativa entre todos los acreedores bilaterales y comerciales», dijo la especialista.
Paralelamente, sostuvo Landers, las instituciones financieras internacionales deberían encontrar formas de implementar paquetes de financiamiento superiores a los anunciados hasta ahora, para garantizar que los flujos netos a los países vulnerables sean sólidos.
Pero un proceso ordenado y efectivo en esa dirección está lejos de ser una realidad, reconoció.
Que se avance, puntualizó, «dependerá en gran medida de la capacidad del G20 para aportar un plan ambicioso y ejercer una firme presión política para lograr un enfoque coordinado».
Kunal Sen, director de la Universidad de las Naciones Unidas – Instituto Mundial para la Investigación de la Economía del Desarrollo (UNU-WIDER), dijo a IPS consideró que la moratoria aprobada por el G20 para los países más pobres permitirá a estos canalizar esos fondos a atender las necesidades inmediatas de la pandemia.
Según la campaña de Jubileo de la deuda, la moratoria cubre los pagos de la deuda de 77 países a los acreedores oficiales del G20 y otros gobiernos, desde el 1 de mayo hasta el final de 2020.
Se estima que el aplazamiento abarcará un total de 12 000 millones de dólares. Los pagos de todo el servicio de la deuda, incluidos el capital e intereses, no se condonan, pero se aplaza su pago al trienio 2022-2024.
Además, a fines de este año, el G20 podría tomar otras medidas para flexibilizar los compromisos de la deuda de los países más vulnerables.
El G20 pidió a los acreedores privados y multilaterales que adopten medidas similares.
Los miembros del G20 son Argentina, Alemania, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica y Turquía, además de La Unión Europea (UE). Al grupo se han sumado algunos países más como invitados permanentes.
En su artículo de opinión, el primer ministro etíope dijo que, por lo menos, la moratoria debería prolongarse más allá de los pagos comprometidos este año y prolongarse hasta mucho después de que la pandemia haya terminado.
«Debe involucrar no solo la suspensión de la deuda sino también la cancelación de la deuda. Los acreedores globales deben renunciar tanto a la deuda oficial bilateral como comercial para los países de bajos ingresos», declaró.
Richard Ponzio, investigador principal y director del programa de seguridad del Centro Stimson, dijo a IPS que la iniciativa del G20 es oportuna, pero resulta incompleta si a la iniciativa no se suman los acreedores privados, que aglutinan una cuarta parte de las amortizaciones de la deuda que tienen que realizar este año los países más pobres.
Anuradha Mittal, directora ejecutiva del Instituto Oakland, un importante grupo de expertos en asuntos políticos con sede en Estados Unidos, dijo a IPS que la pandemia ha desatado una crisis de proporciones incalculables, cuyo impacto demoledor está siendo sentido por las naciones más pobres y vulnerables.
Datos preliminares del Banco Mundial estiman que la covid-19 va a arrastrar a la pobreza extrema a entre 40 y 60 millones de personas. La región del mundo más afectada sería la de África subsahariana.
Mittal dijo que en la actual crisis los países del Sur en desarrollo, en particular los de economías más pobres, tienen como prioridad fortificar sus sistemas de salud para combatir el coronavirus y, para ello, requieren desviar los recursos presupuestados para cumplir sus obligaciones de la deuda externa.
«Estos préstamos a menudo se generaron para financiar los llamados proyectos de ‘desarrollo’ que no lograron llevar el desarrollo a los países o a las poblaciones que pretendían beneficiarse», indicó.
En este momento, argumentó, es pertinente perdonar la deuda bilateral, multilateral y privada a cancelar este año y, en cambio, se debe proporcionar financiamiento adicional de emergencia.
T: MF