Más de 11 millones de trabajadores pueden quedar desempleados este año en América Latina y el Caribe, como consecuencia de la covid-19 y las medidas para contener la pandemia, proyectó un estudio conjunto de la Cepal y la OIT divulgado este jueves 21.
El impacto de la crisis sobre la salud y la economía se traducirá en mayor pobreza y vulnerabilidad, por lo que se requieren urgentes medidas de apoyo a la población, según advirtieron los responsables de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).
El retroceso de la economía en la región será el mayor desde la crisis de 1930, pues se espera una contracción del producto interno bruto de -5,3 por ciento, lo que tendrá efectos negativos en el mercado de trabajo, dijo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal,
La desocupación aumentará en al menos 3,4 puntos porcentuales, hasta alcanzar 11,5 por ciento de la fuerza de trabajo, lo que equivale a más de 11,5 millones de nuevos desempleados. Y si la contracción económica se profundiza, como advierten algunas firmas privadas de consultoría, la desocupación será mayor.
Vinícius Pinheiro, director regional de la OIT, señaló que junto al aumento de la desocupación se espera un marcado deterioro de la calidad del empleo, es decir, que muchos empleados serán empujados a la informalidad, que ya es la fuente de labor e ingresos para 54 por ciento de los trabajadores en la región.
La OIT calculó, por otra parte, que la crisis sanitaria provocada por la covid-19 y el confinamiento con el que se la combate provocan en el segundo trimestre de 2020 una pérdida de 10,3 por ciento de las horas de labor, equivalentes a 31 millones de empleos a tiempo completo, suponiendo una jornada de 40 horas semanales.
Menor producción, pérdida de ingresos, desempleo y trabajo más precario se traducirán en más pobreza. La Cepal calculó que la pobreza aumentaría hasta 4,4 puntos porcentuales y la pobreza extrema 2,6 por ciento con respecto a 2019.
En la pobreza estarían entonces 214,7 millones de latinoamericanos y caribeños (34,7 por ciento de la población), y en la pobreza extrema, la de quienes no pueden siquiera completar una dieta básica, quedarían 83,4 millones, 13 por ciento de la población.
Bárcena y Pinheiro coincidieron en medidas que se requieren para apuntalar la capacidad de los sectores más vulnerables para satisfacer sus necesidades básicas y sostener su capacidad de consumo.
La Cepal propone “que se establezca un ingreso básico de emergencia, durante seis meses, por el equivalente a 143 dólares mensuales, donde se ubica la línea de pobreza, para las personas encuadradas en los sectores más vulnerables”, dijo Bárcena.
En promedio, ese ingreso consumiría 3,4 por ciento del PIB regional, pero se requiere un esfuerzo adicional, fiscal y financiero, por 2,1 puntos del producto, pues 1,3 por ciento ya es entregado a los sectores más pobres en programas establecidos antes de la pandemia y durante la actual emergencia.
Ese ingreso de emergencia sería la antesala de un ingreso básico universal, que se instalaría progresivamente en el panorama pospandemia, “en el cual habrá nuevas realidades, y no regresará la normalidad tal como en el pasado la conocíamos”, aseguró Bárcena.
Pinheiro abogó por que la salida de la pandemia “se haga gradualmente, considerando las realidades de cada sector, de cada grupo laboral, de cada región o ciudad, y eso requiere una negociación entre trabajadores, empresarios y gobierno”.
Los responsables de OIT y Cepal coincidieron en que viene una etapa en la que los Estados deberán invertir mucho más en la gente y en la protección social. “Solo así se resuelve la contradicción entre economía y salud”, resumió Bárcena.
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