China e India, que entraron en guerra en 1962 en gran medida por la disputada frontera del Himalaya, y sostienen una larga batalla por la supremacía militar en Asia, han establecido un nuevo récord en el gasto en armas.
Por primera vez, las dos naciones más pobladas del mundo, que suman más de 2700 millones de personas, escalaron ahora a los tres principales países en gasto militar, solo por detrás de Estados Unidos.
En su último informe sobre el gasto militar mundial, el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri, en inglés) dice que son cinco países los que en 2019 concentraron 62 por ciento de esas compras: Estados Unidos, China, India, Rusia y Arabia Saudita, en ese orden.
El gasto militar de China alcanzó los 261 000 millones en 2019, un aumento de 5,1 por ciento en comparación con 2018, mientras que el de la India creció 6,8 por ciento para situarse en 71 100 millones.
Ese año se produjo el mayor crecimiento interanual desde 2010, al situarse el gasto militar mundial en 1900 billones (millones de millones) de dólares, un incremento de 3,6 por ciento respecto al de 2018.
«Estas cifras serían asombrosas en cualquier contexto, pero en medio de una pandemia mundial tenemos aún más razones para estar alarmados», dijo Tori Bateman, coordinadora de Defensa de Políticas del Comité de Servicio de Amigos Americanos.
«En lugar de gastar billones en prepararse para guerras destructivas, Estados Unidos y otros países del mundo deberían proteger y proveer a su gente invirtiendo en salud pública», señaló.
Natalie J. Goldring, investigadora principal y profesora adjunta del Programa de Estudios de Seguridad en la Escuela de Servicio Exterior Edmund A. Walsh, de la estadounidense Universidad de Georgetown, dijo a IPS que el gasto militar de China e India probablemente es un reflejo tanto de su rivalidad regional como del intento de cada uno de tener más poder en el escenario mundial.
Señaló que los datos del Sipri indican la medida en que muchos países, especialmente Estados Unidos, han perdido sus prioridades presupuestarias.
Desafortunadamente, muchos líderes parecen ver el gasto militar como un indicador de prestigio nacional, dijo Goldring, quien también representa ante las Naciones Unidas por el británico Instituto Acronym para la Diplomacia del Desarme en el tema del comercio de armas convencionales.
«Desde la perspectiva de aquellos de nosotros que apoyamos la disminución del gasto militar, los jefes de Estado que se jactan de la destreza militar de sus países a menudo reflejan una masculinidad tóxica», afirmó la especialista.
El presidente Trump es un ejemplo destacado de este fenómeno, declaró.
Siemon Wezeman, investigador principal del Programa de Gastos Militares y Armamento del Sipri dijo a IPS que la escalada china e india del gasto armamentista quizás obedezca a “la percepción o incluso realidad de las amenazas».
Señaló que China mira con recelo y preocupación a su entorno y sus intereses más alejados, como los recursos de los que China depende del Medio Oriente y África; los mercados y la protección de las líneas de transporte de exportación de las que depende.
Esto incluye una preocupación por las acciones de la administración estadounidense para mantener su supremacía mundial, que tienen como a China como un gran objetivo.
India, en conflicto con su vecino Pakistán, tiene también conflictos internos y teme que una China que crece como potencia global sea un peligro ascendente en la secularmente disputada frontera chino-india, indicó Wezeman.
China, por su parte, es aliada con Pakistán y amiga de Myanmar (Birmania), Bangladesh, Nepal y Sri Lanka, y Beijing ve poco saludable el interés creciente de Nueva Delhi por un predominio en el océano Índico, dijo Wezeman.
«Ambos se consideran a sí mismos como grandes potencias, y China incluso como una superpotencia», recordó. En ese contexto, ambos parecen creer que “el poder militar es la base de cualquier Estado importante o cualquier superpotencia”, añadió.
Entonces, ambos están acrecentando su poderío militar no solo para la defensa interna sino también para posibles operaciones fuera de sus fronteras, con una industria armamentista local en expansión y un arsenal de armas de alta tecnología.
Ciertamente, para China, argumentó Wezeman, los militares y la Policía Popular Armada son una piedra angular del control del gobierno sobre la población.
Según el SIipri, Estados Unidos una vez más domina al resto del mundo en su gasto militar, que representó 38 por ciento del gasto militar mundial en 2019, más que la suma del gasto de los nueve países que conforman el “top 10”.
En respuesta al último informe del Sipri, 39 grupos de expertos, organizaciones sin fines de lucro y organizaciones religiosas con sede en Estados Unidos emitieron una declaración en la que instaban al gobierno de Washington a reducir el gasto militar.
Mientras tanto, China representó 14 por ciento del gasto militar mundial, India 3,7 por ciento, Rusia 3,4 por ciento y Arabia Saudita 3,2 por ciento).
“El gasto militar global fue 7,2 por ciento más alto en 2019 que en 2010, lo que muestra una tendencia de que el crecimiento del gasto militar se ha acelerado en los últimos años», dijo Nan Tian, investigador del Sipri.
«Este es el nivel de gasto más alto desde la crisis financiera mundial de 2008 y probablemente representa un pico en el gasto», añadió.
Sobre el impacto de la pandemia de la covid-19 en el gasto militar, Goldring dijo que es muy pronto para saber las consecuencias, pero que los economistas advierten sobre una aguda depresión de la economía mundial y que ya muchos países experimentan signos de recesión.
«Es hora de que los países reevalúen sus prioridades. De lo contrario, aunque el gasto militar y el mercado de armas pueden disminuir por los efectos económicos del coronavirus, es probable que estas caídas sean solo temporales».
«El coronavirus pone a prueba la disposición de los países a priorizar las necesidades de sus pueblos. Desafortunadamente, solo podremos determinar en retrospectiva si eso ha sucedido, al examinar hasta qué punto los países reasignan fondos del gasto militar para satisfacer las necesidades críticas de las personas, incluidas sus necesidades de alimentos, agua, vivienda, atención médica y seguridad física», argumentó.
A juicio de Goldring, “este no es momento para los negocios en la forma de siempre”.
Para Wezeman, el gasto militar no solo depende de la economía, hay otros factores que influyen, como la percepción de amenazas, que algunos gobiernos consideran más importantes que otros gastos, incluidos los sociales.
El especialista de Sipri consideró que hay gastos que son flexibles, como los equipos, que pueden reducirse rápidamente ante una coyuntura como la de covid-19. Pero, agregó, la mayoría de los gastos son bastante fijos, tal como los salarios y las pensiones que son una gran porción del gasto militar.
El recorte en la tendencia alcista del gasto militar de las potencias, solo se puede implementar a mediano plazo, si hay voluntad de hacerlo, concluyó.