Hace apenas cinco meses que la cubana Zoraida Gómez volvió a trabajar fuera del hogar, como secretaria en una policlínica del municipio capitalino de Boyeros. “Estuve ocho años dedicada al cuidado del niño”, contó a IPS.
Su hijo menor, de ocho años, llegó al mundo prematuro y padece parálisis cerebral junto a otras enfermedades. “Cuando nació, estuvimos dos meses en el hospital. Su desarrollo fue retardado, de hecho hoy no camina ni se sienta, pero sí habló con el tiempo”, detalló la madre.
La historia de Gómez refleja la compleja situación de quienes brindan cuidados en Cuba, cuya magnitud comienza a entreverse gracias a algunas cifras disponibles en la actualidad. Como en el resto del mundo, son mayormente mujeres quienes asumen las tareas del cuidado en este país insular caribeño y lo hacen en general sin una remuneración por ello.
“Las cuidadoras no somos visibles ni tomadas en cuenta… Una vez pedí ayuda psicológica porque estaba muy deprimida, pero por iniciativa propia, no porque recibiéramos una atención integral”, puso como ejemplo esta mujer, que para rehabilitar a su hijo ha vivido junto a su esposo en cuatro ciudades diferentes.
“En cuanto nos recomendaban una sala especializada de rehabilitación íbamos para allá”, contó Gómez, oriunda de Jagüey Grande, un municipio de la occidental provincia de Matanzas. La familia vivió en Cárdenas (Matanzas), Aguada y Cienfuegos (en la provincia central de Cienfuegos), hasta que en 2018 se trasladó para La Habana.
“La escuela especial Solidaridad con Panamá aceptó al niño en el curso escolar 2018-2019. No queríamos dejarlo albergado (interno) y tuvimos que mudarnos para la capital… en eso hemos tenido apoyo, pues nos prestaron casa y pocas veces estuvimos alquilados”, prosiguió.
Sin poder reprimir las lágrimas a ratos, que enjuaga presurosa, compartió que para ella “ha sido bien difícil… siempre trabajé, desde muy joven, incluso después de tener a mi hijo mayor, que hoy tiene 19 años”. Evaluó que los apoyos públicos en cuidados resultan insuficientes y poco variados para las necesidades de cada familia.
La carga de las tareas de cuidado sobre la población femenina, casi siempre sin remuneración y sin estar cuantificadas y monetarizadas, es una de las manifestaciones de la discriminación de género que se resaltan con motivo del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, que este año convoca a impulsar “la generación igualdad”.
En el caso cubano, los altos costos de los cuidados a niños, enfermos y personas mayores, que suelen realizar las mujeres impactan en los índices de participación económica y social de la franja femenina, aunque sean altos en el país, así como en su calidad de vida.
Incluso “los insuficientes servicios de cuidados”, junto al embarazo en la adolescencia y la persistencia de los estereotipos tradicionales de género, figuran entre los principales obstáculos identificados por las autoridades cubanas para la igualdad de género y que se comprometen a eliminar como parte de una agenda latinoamericana.
Estos tres aspectos forman parte de los compromisos de Cuba, reveló el Informe Nacional sobre el Avance en la Aplicación de la Estrategia de Montevideo para la Implementación de la Agenda Regional de Género en el marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030, que está disponible en Internet desde noviembre de 2019.
Aunque el gobierno socialista mantiene servicios públicos de salud y educación gratuitos, las ayudas para los cuidados se han resentido por la crisis económica persistente desde 1991 y quedaron desactualizadas con respecto a las necesidades del país, con la población más envejecida de América Latina, luego de Uruguay.
“En Cuba no existe una política de cuidado propiamente”, explicó a IPS la socióloga Magela Romero, sobre un tema en auge en el país desde el pasado año, cuando varios centros académicos e investigativos iniciaron acciones conjuntas para sentar las bases por una política pública y hasta un Sistema Nacional de Cuidados.
“Algunas de las políticas de empleo, por ejemplo, tributan al cuidado y tienen como fin la corresponsabilidad, en cuya base está la intención de lograr una mayor participación de las mujeres en la vida pública y de los hombres en la vida familiar”, analizó Romero a IPS.
Para lograr esa meta, la especialista propone “reflexionar respecto a las buenas prácticas existentes en Cuba para crear nuevas estrategias que potencien los procesos de ‘desfamiliarización’ y ‘desfeminización’ del cuidado”, en una sociedad con 20,1 por ciento de su población de 11,2 millones de habitantes, en el grupo de la tercera edad.
Gracias al esfuerzo conjunto de 10 instituciones cubanas y de la cooperación internacional, en febrero se realizó en La Habana el primer Taller Nacional de Estudios sobre el Cuidado en Cuba, que reunió resultados y metodologías para mapear el estado del arte en este campo e identificar nuevas investigaciones.
Y el Grupo de Estudios sobre Familia, del estatal Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, en La Habana, presentó en diciembre de 2019 un programa para actualizar cómo entender el trabajo de cuidados desde la perspectiva familiar y mejorar la respuesta estatal, con base en los criterios de cuidadores y cuidadoras.
Los cambios a lograr abarcan desde la economía, establecer una alianza estatal y privada hasta erradicar los estereotipos tradicionales de género.
Según la Encuesta Nacional de Envejecimiento de la Población, realizada en 2017 y publicada en enero pasado, 37,4 por ciento de las personas de 50 años y más entrevistadas que alguna vez trabajaron dejaron de hacerlo por alguna razón diferente a la jubilación.
De ese grupo, 25,2 por ciento de las mujeres y 5,5 por ciento de los hombres cesaron en sus empleos para brindar cuidados a otras personas, según el estudio con base en una muestra representativa de la población en ese rango etario en las 15 provincias del país y el municipio especial Isla de la Juventud.[related_articles]
“Poco más del 57 por ciento de la población de 50 años y más, prefiere en el caso de necesitar cuidado, que estos sean ofrecidos por mujeres; el 35 por ciento manifiesta que le da igual que sea hombre o mujer y poco más del cinco por ciento declaró preferir a un hombre”, recabó la investigación.
Y la Encuesta Nacional de Igualdad de Género (2016) encontró que las mujeres de 15 a 74 años dedican cada semana 36 horas a trabajos no remunerados domésticos y de cuidados, lo que representa 14 horas semanales más que los hombres. De ellas, casi nueve horas las invierten en atender a niños, enfermos y personas dependientes.
“Estoy nerviosa, no tengo fuerzas y me siento decaída… me ha afectado mucho la salud mental porque físicamente logro limpiar, lavar…”, dijo a IPS la jubilada Caridad Acosta, que se ha hecho cargo de familiares enfermos y bebés, en un barrio rural de Mayabeque, provincia que colinda con La Habana.
“He cuidado a mi papa, mis tías… a todos los que se enfermaran. Mi esposo estuvo seis años con un infarto cerebral y un mes en coma antes de fallecer. De ese tiempo, pasé cinco años alternando la atención a mi esposo con mi empleo en un comedor obrero”, contó Acosta, quien ahora se encarga a tiempo completo de su mamá.
“Aquí la Casa del Abuelo (guarderías para adultos mayores) queda muy lejos y los asilos (residencias) no tienen buenas condiciones, además que la familia por tradición se sacrifica por mantenerlos en casa… aunque eso ha cambiado un poco entre la gente joven”, consideró.
La red estatal, que dispone de algunas ayudas materiales directas, cuenta con 134914 cupos para niños de uno a cinco años en 1122 guarderías, de las cuales 37 están cerradas. Existen 11901 camas en 150 Hogares de Ancianos y operan 207 Casas de Abuelos. Su limitada cobertura se agrava en las zonas rurales.
Existen ofertas en el sector privado a precios prohibitivos para muchas familias, que van del equivalente a 10 dólares por mes hasta 150 dólares para el cuidado de niños en edades preescolares. Para el caso de ancianos, el rango de precios es de 50 a 300 dólares mensuales. Y las iglesias de diferentes confesiones también contribuyen con cuidadores, asilos y guarderías.
Edición: Estrella Gutiérrez