En junio, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, presentó la Estrategia y Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre el discurso del odio, en la que el respeto de los derechos humanos, sin ningún tipo de discriminación, es uno de los pilares fundamentales de esta estrategia.
En una entrevista que concedió la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), el asesor especial de las Naciones Unidas sobre la prevención del genocidio, Adama Dieng, examinó la manera de combatir el discurso del odio, un problema que va en aumento.
Acnudh: Usted dirige la nueva estrategia de las Naciones Unidas orientada a combatir el discurso del odio. ¿Qué medidas específicas podemos tomar para “abordar todo el ciclo vital del discurso del odio, desde sus causas profundas hasta su repercusión social?”
Adama Dieng: En la Estrategia y Plan de Acción de las Naciones Unidas para abordar el discurso del odio se fijaron 13 compromisos, que tendrán que ejecutarse a escala mundial, pero también en el plano nacional. Estos compromisos abarcan una amplia gama de medidas, entre otras:
- Aumentar la comprensión y el monitoreo del discurso del odio y de su repercusión sobre la sociedad.
- Definir y elaborar programas para abordar los vectores y las causas profundas del discurso del odio.
- Apoyar los relatos alternativos y positivos que permitan contrarrestar el discurso del odio.
Se trata de un programa enorme, que exigirá la participación de los Estados Miembros, la sociedad civil, los medios de comunicación, las empresas tecnológicas y otros interesados competentes. También es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.
Acnudh: Hoy se pone en tela de juicio, de manera radical, el concepto mismo de discurso del odio. ¿Acaso el discurso del odio es algo tan subjetivo que no permite una definición precisa? ¿Puede usted definirlo? ¿O es imposible hacerlo sin poner en peligro la libertad de expresión, que ya recibe ataques en el mundo entero?
AD: Primero, debo decir que no existe una definición jurídica internacional del discurso de odio. La definición del odio es polémica y controvertida. Pero las Naciones Unidas han elaborado una definición de trabajo, que no es una definición jurídica internacional.
En las Naciones Unidas, entendemos que el término “discurso del odio” se aplica a cualquier tipo de expresión, tanto si es oral o escrita como si se refleja en un comportamiento, que ataca o emplea un lenguaje peyorativo o discriminatorio contra cualquier persona o grupo, por ser estos lo que son, dicho de otro modo, por motivo de su religión, condición étnica, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género o cualquier otro factor de identidad. Estas expresiones suelen basarse en el odio y la intolerancia, y al mismo tiempo generan ambos fenómenos, y en determinados contextos pueden resultar humillantes y causar división.
En las Naciones Unidas también creemos que la libertad de opinión y expresión es sagrada y que la lucha contra el discurso del odio no debe confundirse nunca con la supresión de estas libertades. El combate contra el discurso del odio no significa la limitación o prohibición de la libertad de opinión y expresión. Significa acotar el discurso del odio y evitar que degenere en algo más peligroso, especialmente, en incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia, lo que está prohibido por el derecho internacional, mediante la aplicación de los compromisos estipulados en la Estrategia y Plan de Acción.
Acnudh: ¿Cuáles son las formas de movilización social más eficaces y poderosas contra el discurso del odio? ¿Qué podemos aprender de esas modalidades?
AD: Las sociedades disponen de múltiples maneras de contrarrestar el discurso del odio y sus repercusiones. El modo más importante es asegurarse de que la población sea capaz de resistir el discurso del odio y las divisiones que éste trata de provocar. Los Estados también son responsables de velar por que las políticas y los programas de no discriminación, integración y derechos humanos se aplican correctamente. Otros agentes, tales como los medios de comunicación, los dirigentes religiosos y cada ciudadano particular tienen una función que desempeñar y una responsabilidad que cumplir para contribuir a la consolidación de sociedades pacíficas e inclusivas. Es preciso movilizar a los jóvenes e invertir en educación.
Debemos insistir en que la diversidad es una riqueza, no una amenaza. En la década de 1930, cuando el discurso del odio estaba en auge en Europa, no se tomaron medidas para atajarlo. El resultado fue el Holocausto, en el que seis millones de judíos fueron asesinados. Otro tanto vimos en Ruanda, donde en solo 100 días casi un millón de personas fueron ejecutadas debido a su condición étnica, porque eran tutsis. Y lo vemos otra vez en Myanmar, donde más de 700.000 rohinyás han tenido que huir de su país y buscar refugio en Bangladesh para escapar de la violencia. Estas situaciones de extrema violencia fueron precedidas del uso del lenguaje del odio.
Acnudh: ¿Qué puede hacer cada persona para luchar contra el discurso del odio? ¿Cuál es la mejor manera de apoyar a quienes lo combaten?
AD: Todos tenemos una función que desempeñar en la lucha contra el discurso del odio. Hoy en día, muchos estamos conectados mediante Internet. E incluso si no somos destinatarios del discurso del odio, tenemos que participar en el esfuerzo para contrarrestarlo, simplemente por solidaridad con sus víctimas. Debemos asegurarnos de que cualquier persona que se vea sometida al discurso del odio recibe nuestro apoyo. Es preciso que aunemos fuerzas para empoderar a las víctimas.
Asimismo, debemos incorporar a los planes de estudios de diversas escuelas del mundo la insistencia en los derechos humanos y las labores de prevención. Uno de los compromisos de la Estrategia y Plan de Acción sobre el discurso del odio es que las Naciones Unidas convocarán una conferencia internacional sobre educación para la prevención, a la que asistirán Ministros de Educación del mundo entero y en la que se prestará especial atención a cómo abordar y contrarrestar el discurso del odio.
Este artículo fue publicado originalmente por la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh).
RV: EG