A medianoche, entre el canto de los grillos, Sandra Justiniano, de 35 años, llega a la pequeña planta de procesamiento de extracto y pulpa de asaí y majo para empezar su turno, junto a otras mujeres indígenas de la comunidad de Buen Retiro, en el municipio de San Carlos, en el norte amazónico de Bolivia.
“Gracias al proyecto… hemos podido mejorar nuestras vidas”, explica Justiniano, presidenta de la Asociación Agropecuaria de Productoras Amazónicas de Majo y Asaí de Riberalta. “Mejoramos nuestros conocimientos, nuestra economía y, con ello, nuestras vidas y la de nuestras hijas y nuestros hijos”, añade.
Con el financiamiento de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS), ONU Mujeres y el Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural (MDPyEP) han brindado asistencia técnica, tecnología y activos productivos para mejorar la producción de 10 emprendimientos liderados por mujeres en cuatro municipios.
Más de 240 mujeres ya están involucradas en el proyecto que se implementa desde mayo de 2018.
El emprendimiento en Buen Retiro involucra a 24 mujeres y hombres que procesan el asaí, majo y copuazu, frutos silvestres del bosque amazónico.
Justiniano explica que el proyecto ha mejorado la gestión ambiental, así como las relaciones con las proveedoras y los proveedores, que suman más de 200 personas en comunidades cercanas que se encargan de recolectar estos frutos.
“Ahora las proveedoras y los proveedores se capacitan junto a sus familias sobre cómo cuidar el bosque, cómo proteger la madre tierra”, explica Justiniano.
“Las charlas, sesiones de aprendizaje y talleres que nos brinda ONU Mujeres también los beneficia a ellas y ellos…. Saben que, si cortan un árbol de asaí, éste sólo volverá a crecer en 20 años, y eso le generará perjuicios económicos a toda la comunidad. Entonces, les enseñamos a cuidar el bosque y no quemarlo en temporada seca”, detalla.
La comunidad donde vive Justiniano es mayoritariamente indígena, y el proyecto también incorpora sus conocimientos ancestrales en el cuido y manejo de los bosques.
“En el bosque nacimos, en él crecimos y ahora nos provee vida porque también nuestros hijos y nuestras hijas crecen aquí”, dice.
“Por eso debemos cuidarlo, evitando la tala de árboles, el chaqueo (quema) …. También debemos evitar botar basura, plásticos y pilas que generan contaminación. Por eso también tenemos la meta de socializar en todas las comunidades sobre cómo cuidar nuestro bosque, y dejar estos conocimientos a nuestros hijos y nuestras hijas…. El cuidado de bosque es nuestra responsabilidad”, argumenta.
Violeta Domínguez, representante de ONU Mujeres en Bolivia, aseguró que estos primeros resultados del proyecto permiten el empoderamiento económico de las mujeres y de las familias encabezadas por mujeres, el fortalecimiento del territorio amazónico y la dinamización de la economía local.
Destacó que, en muchos casos, el empoderamiento y la autonomía económica de las mujeres también pueden contribuir a romper los círculos de violencia de género.
Todos los proyectos en la Amazonia incluyen capacitación especializada en manejo de maquinaria, habilidades financieras y de liderazgo, pero también sensibilización en temas de igualdad de género, masculinidades y las leyes y prevención de la violencia de género.
El gobierno de Bolivia es un socio clave del programa, y ha entregado activos productivos —incluyendo un generador y máquinas para procesar los frutos y etiquetar los productos— a los emprendimientos liderados por mujeres indígenas.
Varias de las mujeres que trabajan con Justiniano son madres solteras que no tenían posibilidades económicas.
“Mejoró nuestra economía, adquirimos nuevos conocimientos sobre empoderamiento, sobre nuestros derechos y finanzas, aprendimos a presentar proyectos, tenemos conocimientos sobre apertura de mercados”, dice Justiniano.
“Somos mujeres capaces de hablar en público, de tomar la palabra, de participar y de presentar nuestras propuestas económicas a las autoridades y negociarlas. Eso es empoderamiento”, asegura.
Antes de que el proyecto de ONU Mujeres iniciara, el emprendimiento de Buen Retiro solo vendía 200 litros de jugo de asaí al día, producidos de forma artesanal.
Ahora venden hasta 500 litros diarios y pueden sacar la pulpa para la venta. También son proveedoras del programa de desayuno escolar del gobierno municipal. Pronto presentarán sus productos en ferias nacionales en Santa Cruz y La Paz y están negociando con empresas para abastecer a otras regiones del país.
“Pero eso solo será posible si cuidamos el bosque”, recuerda Justiniana.
Este artículo fue publicado originalmente por ONU Mujeres.
RV: EG