Cocinas solares producen más que comida para mujeres mexicanas

Las cocinas solares son dispositivos que permiten preparar alimentos con la radiación como fuente de energía, pues funcionan como un invernadero que, al concentrar el calor, cuecen la comida
Lorena Harp (I), responsable de promover las cocinas solares en México, muestra cómo armar el dispositivo a la maestra jubilada Irma Jiménez, en el barrio popular de Vicente Guerrero, en el municipio de Villa de Zaachila, en el sureño estado de Oaxaca. Crédito: Emilio Godoy/IPS

Los rayos del sol también sirven para cocinar alimentos y, con ello, sustituir la quema de leña y gas, mejorar la salud de los usuarios y fomentar la transición energética hacia el uso de fuentes renovables. En México, el sureño estado de Oaxaca es el escenario de un emprendimiento que persigue esos objetivos.

Patrocinado por la no gubernamental Solar Household Energy (SHE, en inglés), con sede en Washington, mujeres de 10 comunidades han recibido unas 200 estufas u ollas solares, entre ellas habitantes del municipio de Villa de Zaachila, que cuenta con unos 43.00 habitantes.

Las cocinas solares son dispositivos que permiten preparar alimentos con la radiación como fuente de energía, pues funcionan como un invernadero que, al concentrar el calor, cuecen la comida. Disponen de un hueco u olla rodeada de unos alerones, que captura lo radiación solar con su forma parabólica y la refleja hacia el recipiente con la comida.

 

La olla “usa como combustible los rayos del sol, que son totalmente gratuitos, son 100 por ciento limpios, no emiten dióxido de carbono y así promovemos la transición energética. La tecnología fomenta el empoderamiento de las mujeres, permita la cocción de alimentos saludables e impide que inhalen humo de la quema de leña”, explica Margarita Christlieb, representante en México de SHE.

En 2004 arrancaron los primeros intentos por repartirlas en Oaxaca. En 2008, activistas crearon la iniciativa “Energía solar para puestos de comida móviles en México”, con patrocinio de tres instituciones suizas: la ciudad de Ginebra, la cooperativa SolarSpar y la no gubernamental GloboSol.

En 2016, SHE inició un proyecto piloto en comunidades indígenas para evaluar el grado de adopción.[related_articles]

La olla, de cuatro litros de capacidad y cuya vida útil oscila entre cinco y 10 años, cuesta unos 25 dólares, de los cuales SHE aporta la mitad y las beneficiarias la otra parte.

En México, un país con 130 millones de habitantes, unos 19 millones utilizan combustibles sólidos para cocinar, hábito que ocasionó unas 15.000 muertes prematuras en 2016 por la ingestión de partículas nocivas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

El principal material consumido por 79 por ciento de esos hogares es el GLP, seguido por la leña o carbón (11 por ciento) y gas natural (siete por ciento).

En Oaxaca, el gas y la leña representan cada uno 49 por ciento del consumo familiar, mientras que el resto recae en otros combustibles. Este estado aparece entre los tres territorios mexicanos con mayor pobreza energética, cuando un hogar destina más de 10 por ciento de su ingreso a la compra de insumos energéticos.

Los promotores de la iniciativa apuestan a expandir la entrega de dispositivos, pero para ello necesitan de apoyo gubernamental y privado, dentro de una política integral que fomente el aprovechamiento de la energía solar.

Para mayor información lea el artículo Mujeres mexicanas sacan la cocina al sol.

Edición: Estrella Gutiérrez

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