La cooperación Sur-Sur se triangula ahora con el Norte

La Segunda Conferencia de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Cooperación Sur se realizó en el Centro de Convenciones y Exposiciones de la capital argentina, cuarenta años después de la Conferencia sobre Cooperación Técnica de Países en Desarrollo, del cual surgió en 1978 el Plan de Acción de Buenos Aires (PABA). Crédito: Daniel Gutman/IPS
La Segunda Conferencia de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Cooperación Sur se realizó en el Centro de Convenciones y Exposiciones de la capital argentina, cuarenta años después de la Conferencia sobre Cooperación Técnica de Países en Desarrollo, del cual surgió en 1978 el Plan de Acción de Buenos Aires (PABA). Crédito: Daniel Gutman/IPS

Parece un juego de palabras que se contradice en sus términos, pero los países del Norte industrial son actualmente los grandes sostenes de la cooperación Sur-Sur, según se demostró en la Segunda Conferencia de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre este tema, realizada en la capital argentina.

Si algo dejó en claro el encuentro de tres días en Buenos Aires, clausurado el viernes 22,  es que el espacio creado hace 40 años como un ámbito de asistencia recíproca e intercambio de experiencias entre países del Sur, destinado a impulsar mutuamente su desarrollo, ya no les pertenece solamente a ellos y de hecho se ha convertido en triangular.

Francisco Quintanar es un ingeniero salvadoreño que estuvo en la capital argentina para participar en la Conferencia, pero no como representante del país centroamericano, sino como parte de la delegación alemana asistente a la reunión, que convocó a 1.500 representantes de 193 países.[pullquote]3[/pullquote]

Viajó para contar un proyecto de eficiencia energética nacido en febrero de 2016, que benefició a 10 empresas textiles, químicas y de otros rubros de El Salvador y Nicaragua. La iniciativa fue desarrollada con asistencia técnica de expertos mexicanos y la financiación alemana.

“Las empresas salvadoreñas lograron reducir su consumo de energía por el equivalente a 2,5 millones de dólares anuales gracias a este proyecto, con lo que el resultado positivo fue no solo económico sino también ambiental”, aseguró Quintanar a IPS.

“Esto es un ejemplo de lo que se llama cooperación triangular: Alemania aportó los recursos, México brindó su experiencia técnica y El Salvador y Nicaragua fueron los beneficiarios”, agregó.

Cientos de proyectos parecidos fueron expuestos en los eventos paralelos a la Conferencia, que inauguró el miércoles 20 el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, junto al presidente argentino, Mauricio Macri,  y que tuvo como verdadera estrella a la cooperación triangular Sur-Sur/Norte.

La reunión tuvo lugar cuarenta años después de la Conferencia sobre Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo, realizada en 1978 también en Buenos Aires, cuando estaba en la cumbre de su poder la última dictadura militar de este país sudamericano (1976-1983), responsable de gravísimas violaciones a los derechos humanos.

En plena Guerra Fría, aquella Conferencia fue caracterizada como un esfuerzo de países de África, América Latina y el Caribe y Asia, destinada a reforzar su poder de negociación y conseguir que sus voces fueran más escuchadas en el escenario internacional, al mismo tiempo de impulsar su cooperación mutua, entre sus países y sus regiones.

El resultado de 1978 fue el Plan de Acción de Buenos Aires (PABA), que tendió un puente de colaboración política y de cooperación económica y social entre los países en desarrollo, aglutinados en lo que ahora se denomina Sur global.

El ingeniero salvadoreño Francisco Quintanar integró la delegación alemana que asistió a Conferencia de Cooperación Sur-Sur en Buenos Aires. Su proyecto suyo sobre eficiencia energética es un ejemplo de la llamada cooperación triangular, aquella entre países del Sur, con el respaldo de uno o más países del Norte Industrial. Crédito: Daniel Gutman/IPS

Sin embargo, 40 años después, en el gigantesco vestíbulo del Centro de Convenciones y Exposiciones de Buenos Aires, un edificio con dos niveles subterráneos inaugurado hace menos de dos años, el panorama era el de un encuentro internacional, similar a cualquier otra gran conferencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

En el escenario de la Conferencia de Alto Nivel, denominada en el argot de la ONU como PABA+40, al lado de las coloridas vestimentas de los representantes africanos contrastaba la seriedad de los trajes de los diplomáticos de Japón, Noruega o Suiza.

Y en la sala de exposiciones los participantes podían recorrer los estand de las agencias de cooperación de España o Alemania, junto al del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, ya que el país anfitrión no tiene agencia de cooperación.

“Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y la agenda del clima requieren que el mundo trabaje de una manera muy distinta a como lo ha hecho en el pasado”, justificó Marc-André Blanchard, representante permanente de Canadá ante la ONU.

“Ni el Norte ni el Sur pueden hacerlo solos. Por esa razón Canadá estaba tan ávido de estar aquí”, dijo a IPS.

“Piense en la ayuda extranjera destinada a los países emergentes. Resulta esencial para ellos, pero es apenas dos por ciento del dinero que se necesita para implementar la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible”, que se articula en los 17 ODS, agregó.

Blanchard concluyó: “Necesitamos encontrar el 98 por ciento restante y eso podremos hacerlo solamente con nuevas formas de colaboración. Ese es el motivo por el cual países del Sur necesitan como socios países como Canadá”.

La Conferencia de Cooperación Sur-Sur estuvo acompañada de una catarata de eventos paralelos, como el de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (Fida) y el Programa Mundial para la Alimentación (PMA), donde se discutió cómo favorecer la colaboración directa de agricultor a agricultor de diferentes países en desarrollo. Crédito: Daniel Gutman/IPS
La Conferencia de Cooperación Sur-Sur estuvo acompañada de una catarata de eventos paralelos, como el de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (Fida) y el Programa Mundial para la Alimentación (PMA), donde se discutió cómo favorecer la colaboración directa de agricultor a agricultor de diferentes países en desarrollo. Crédito: Daniel Gutman/IPS

“Nosotros tenemos recursos de conocimiento o financieros, pero son limitados”, admitió por su lado Noel González Segura, director de Planificación de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

“Entonces a través de la cooperación triangular con un socio tradicional como Estados Unidos, Alemania o España, podemos multiplicar nuestra capacidad de acción a favor de terceros países”, explicó a IPS.

Según González Segura, “antes se veía a la cooperación triangular simplemente como una forma de añadir financiamiento a los proyectos de colaboración Sur-Sur, pero en los cuales los donantes eran actores pasivos. Ahora, en cambio, hacemos proyectos conjuntos”.

“Entonces, por ejemplo, los alemanes vienen con dinero, con conocimiento y propuestas, sumamos a un organismo internacional y entre todos construimos una asociación más fuerte”, afirmó.

En el Documento Final de la Conferencia de Buenos Aires,  curiosamente fue distribuido antes del comienzo de la reunión, se habla de la necesidad de “comprender mejor la cooperación triangular y de proporcionar más pruebas e información rigurosa sobre su magnitud, su alcance y sus efectos”.[related_articles]

En ese texto, firmado por jefes de delegaciones y altos representantes de gobiernos, se sostiene que la cooperación triangular “ofrece un enfoque adaptable y flexible respeto a la evolución de los problemas relacionados con el desarrollo”.

Uno de los casos contados durante la Conferencia fue la cooperación de técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina para que pobladores rurales de Haití mejoraran su capacidad de cultivar alimentos, tras el paso devastador del huracán Jeanne, que en 2004 dejó más de 3.000 muertos en el país caribeño.

“Luego de la tragedia había una tremenda carencia de alimentos frescos. Nosotros viajamos y trabajamos allí con técnicos haitianos y 4.000 voluntarios, de los cuales 60 por cientos eran mujeres”, contó Francisco Zelaya, técnico de INTA, que depende de la Secretaría de Agroindustria.

“Pudimos llegar a 40.000 familias y desarrollar 13 especies locales de semillas”, agregó en su diálogo con IPS.

Zelaya dijo que “la Argentina no tenía capacidades financieras para colaborar en un proyecto como éste. Entonces se articuló la iniciativa con Canadá, que actuó como financiador porque tiene un particular interés en Haití, ya que suele recibir muchos migrantes de ese país”.

Para Roberto Ridolfi, asistente del director general de Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “debemos abandonar la idea de que dos países en el Sur pueden hacer un maravilloso acuerdo y luego pedirle a un tercero que pague la cuenta”.

“Lo que hay que hacer son triángulos, en los que todos traen algo y se llevan algo. Hay que encontrar formas innovadoras de cooperación Sur-Sur. Si queremos replicar proyectos de colaboración Norte-Sur será difícil”, agregó a IPS.

“Se trata de encontrar maneras de combinar capacidades, dinero y recursos humanos de los tres lados del triángulo. No queremos medir todo por el dinero, pero el desarrollo se sostiene con inversiones”, concluyó Ridolfi.

Edición: Estrella Gutiérrez

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe