Funcionarios de la Unión Europea (UE) y de organismos internacionales reclaman ayuda para que los países más pobres puedan hacer frente a la creciente resistencia a los antibióticos, que amenaza con convertirse en una “tragedia de salud mundial” y en un riesgo para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en algunas partes del mundo.
La resistencia a los antibióticos aumentó dos terceras partes en las últimas dos décadas, indican algunos estudios, y es responsable de la muerte de unas 700.000 personas al año en todo el mundo.
Pero se estima que aumentará a 10 millones de personas al año para 2050, lo que tendrá un costo de unos 100 billones (millón de millones) de dólares, a menos que los gobiernos redoblen esfuerzos para evitarlo.
Los antibióticos se usan cada vez más y de forma más frecuente, tanto en humanos como en animales, lo que hace que las bacterias generen resistencia y los antimicrobianos dejen de cumplir su función en algunos casos.
Los médicos alertan que la situación podría hacer que operaciones quirúrgicas de rutina se vuelvan más peligrosas y que ciertos tratamientos médicos, como el cáncer, desaparezcan del todo.
Además, cuando aparece una resistencia en un lugar, puede propagarse rápidamente a otro, lo que obliga a hacer frente al problema de forma global.
Los países miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se integraron a un Plan de Acción Global sobre la Resistencia a los Antimicrobianos multisectorial, en 2015, pero los avances han resultado irregulares.
Algunos países, en especial de Europa, lograron avances, pero en otras partes del mundo, estos son lentos, si es que hay, lo que hace temer que en las naciones más pobres, el problema empeore y no se logren los ODS.
El comisario de la UE para Seguridad Alimentaria y Salud, Vytenis Andriukalitis, dijo a IPS: “Necesitamos un marco global para hacer frente a la resistencia en todas las regiones, no solo en Europa. Es necesario hacerle frente porque, de lo contrario, algunos países no lograrán los ODS”.
En la Semana Mundial de Concienciación sobre los Antibióticos, en noviembre, se subrayó la dimensión que alcanza este problema en los países en desarrollo.
Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) concluyó que la resistencia promedió 17 por ciento en los países de la OCDE en 2015, mientras que ascendió a 42 por ciento en India, China y Rusia y llegó a 90 por ciento para algunas combinaciones de antibióticos y bacterias.
La resistencia podría llegar a multiplicarse entre cuatro y siete por ciento en algunos países de bajos y medianos ingresos, con respecto a los estados de la OCDE, y en aquellos países con sistemas de salud frágiles, podría llegar a causar “un enorme” número de muertes, principalmente entre recién nacidos, menores de cinco años y adultos mayores.
Otro estudio de principios de año de ETH Zurich, la Universidad de Antwerp y la Universidad de Princeton, señala que el uso de antibióticos en humanos aumentó 65 por ciento entre 2000 y 2015, pero en los países de bajos y medianos ingresos fue 114 por ciento.
El desarrollo de nuevos antibióticos es complejo, pues ya pasaron décadas desde las últimas clases creadas, y el mayor esfuerzo en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos se concentra en la prevención.
El Plan de Acción Global se basa en un enfoque multisectorial y encarga a los gobiernos adoptar planes nacionales, que incluyen medidas de mayor concienciación, comprensión, vigilancia, administración, prevención y control.
Pero en muchos países en desarrollo, la falta de fondos en la industria de la salud y animal, así como la debilidad de las leyes y en el cumplimiento de las mismas son grandes barreras para una correcta implementación de medidas efectivas.
En India, por ejemplo, donde se estima que mueren unos 120.000 bebés al año por sepsis causadas por infecciones de bacterias resistentes, los médicos sostienen que los factores clave responsables de la resistencia son la venta libre de antibióticos sin receta y la falta de control de las infecciones en centros de salud sobrecargados.
Pero los defensores de la venta libre de antibióticos en farmacias sostienen que es fundamental que continúe así por la grave falta de médicos en muchas zonas.
El gobierno trató de limitar la venta libre, aunque sea de los antibióticos llamados de último recurso, usados cuando fallan los otros. Pero la medida, que incluye una línea roja en las cajas de medicamentos para alertar a la gente, no ha resultado efectiva.
En lo que se refiere al uso de antibióticos en la industria animal, la Comisión Europea señala que en Europa, 70 por ciento de los antimicrobianos se destinan a la producción animal. Una cifra similar se da en Estados Unidos, mientras que supera 50 por ciento en China.
Supervisar el uso de antibióticos en la industria animal en los países más pobres suele ser más difícil.
“Es extremadamente difícil hacer cumplir las leyes a menos que sean muy buenas y haya un sistema de control”, dijo a IPS la directora de programa de la OMS en Europa, Nedret Emiroglu.
El gobierno indio aprobó un plan de acción nacional para la resistencia de los antimicrobianos hace un año y medio, sin embargo, los críticos sostienen que las leyes y redes para controlar el uso de antibióticos para el crecimiento animal y rastrear la venta y el uso de los mismos en la producción de alimentos, en realidad, no existe o no es efectiva.[related_articles]
La OMS señaló que muchos países de bajos y medianos ingresos pueden llegar a necesitar una asistencia al desarrollo de largo plazo para implementar sus planes de forma efectiva y sostenible.
“Necesitamos apoyo económico para los países de bajos y medianos ingresos”, confirmó Emiroglu. Eso es fundamental para asegurarse de que el progreso en una región del mundo no se perjudique por la falta de avances en otra, acotó.
“Las medidas tienen que ser diferentes para los distintos países, en especial cuando hablamos de estados pobres. No se puede comparar India con Liberia”, ejemplificó Andriukalitis en diálogo con IPS.
“En algunos países tienen problemas para conseguir antibióticos simples, pero en otros hay problemas porque la gente se automedica sin un control adecuado”, explicó.
“En algunos lugares hay una falta de comprensión básica de cuestiones de higiene y salubridad. Necesitamos estrategias locales a largo plazo para los diferentes países”, añadió.
Las prolongadas estancias en hospitales por la lentitud con que se recuperan los pacientes y el mayor riesgo de complicaciones significaría un gran peso para sistemas de salud ya exigidos, mayor mortalidad y calidad de vida.
Las economías sufrirán el impacto por no haber hecho frente a los pronósticos de que la resistencia a los antimicrobianos implicaría un caída de 3,8 por ciento del producto interno bruto mundial para 2050.
Además, la resistencia encarece la atención de enfermedades y, como la cobertura de salud universal es limitada en muchos países pobres y la gente tiene que pagar de su bolsillo el tratamiento, el mayor costo, así como la pérdida de ingresos por morbilidad y mortalidad, podría agravar la pobreza de muchas personas y familias.
Por su parte, la directora del Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades, Andrea Ammon, dijo a IPS: “Para lograr (el tercero de los) ODS, la resistencia a los antimicrobianos no es el único asunto a atender, pero es un factor fundamental”.
“El alto grado de resistencia a los antimicrobianos indica que no funcionan de forma satisfactoria varios elementos de un sistema de salud debido a varios factores”, explicó.
“Los factores responsables podrían ser valores culturales, comportamientos de pacientes y proveedores de salud, cuestiones normativas, como la disponibilidad de medicamentos de venta libre en farmacias o el control de infecciones. Estos elementos también podrían impedir que se logren otras metas del tercer ODS”, alertó.
Traducción: Verónica Firme