Birmania y Bangladesh acordaron la repatriación de 2.260 refugiados rohinyás en dos semanas, unas 150 personas por día. Pero la iniciativa debió posponerse por las protestas masivas en varios de los 27 campamentos bangladesíes.
La repatriación forzada debía comenzar el jueves 15 de este mes, el mismo día de la protesta en Cox’s Bazar, el distrito costero más al sur de Bangladesh, por la cual lograron frenar su repatriación a Myanmar (Birmania)
La medida responde a un acuerdo bilateral alcanzado a fines de octubre entre los gobiernos de ambos países.
Los 27 campamentos de Cox’s Bazar albergan a un millón de refugiados.
Hombres, mujeres, niñas y niños participaron en las protestas que comenzaron poco después del mediodía en uno de los campamentos más pequeños en Unchiprang, cerca de la frontera con Birmania, y pronto se propagaron a otros, hasta el más grande Kutupalong.
Los manifestantes cantaban eslóganes y tenían pancartas que decían: “no volveremos”, “reclamamos seguridad”, “queremos la ciudadanía”, “reclamamos justicia”, cuando los autobuses que debían llevarlos a unos 15 kilómetros de Cox’s Bazar, estacionaban afuera de Unchiprang, desde donde irían hasta la frontera de Gundum, para luego trasladarlos a Tumbru, en Birmania.
Los funcionarios bangladesíes a cargo de la iniciativa esperaban afuera del campamento y le pedían a las familias que subieran a los autobuses, pero nadie estaba dispuesto a hacerlo.
Desde agosto, más de 700.000 rohinyás, alrededor de 60 por ciento de los cuales eran menores, según informó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, huyeron de las atrocidades perpetradas contra su comunidad en el estado birmano de Rakhine
Muchos refugiados todavía tienen fresca la terrible experiencia, que incluyó violencia sexual, violación y la incineración de viviendas con sus habitantes adentro.
“¿Por qué tenemos que regresar?”, gritó Nahar, de 26 años y con tres hijos, quien llegó al campamento en julio. Para ella volver es regresar a un campo de exterminio.
Yousuf Ali, del campamento de Shamlapur, preguntó: “¿Quieren que nos suicidemos?”. Por su parte, otro del campamento de Jamtoli explicó: “No hay garantías de que podamos sobrevivir si regresamos”.
El gobierno bangladesí, junto a organizaciones humanitarias locales e internacionales y agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), trabaja para proveer refugio, servicios médicos, educación y alimentos a casi un millón de personas.
Mohammad Abul Kalam, comisario de Refugio, Alivio y Rehabilitación de Bangladesh, además de magistrado de Cox’s Bazar, dijo a IPS: “Estábamos preparados para la repatriación”.
“Antes apuntamos a una decisión voluntaria y a una elección informada, pero nadie respondió y tuvimos que posponer el programa”, explicó.
El martes 13, 50 de las familias señaladas para regresar, fueron entrevistadas por funcionarios de la ONU para saber si accedían a regresar, pero nadie aceptó, indicó Kalam.
“Se negaron a irse ahora, pero seguimos dispuestos a facilitar su retorno. Nuestra contraparte de Myanmar también estaba presente del otro lado de la frontera. Sabemos que también realizó los preparativos para la tan esperada repatriación que (iba a comenzar el jueves 15)”, explicó Kalam.
La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, urgió a Bangladesh a detener la repatriación de rohinyás porque la iniciativa viola el derecho internacional.
“Con una casi completa falta de responsabilidad, de hecho con violaciones en curso, repatriar a los rohinyás a Myanmar en este momento significa devolverlos a un ciclo de violaciones de derechos humanos que esa comunidad sufre desde hace décadas”, explicó Bachelet.
En octubre, el jefe de la misión de investigación de la ONU en Birmania, Marzuki Darusman, dijo que “la endurecida posición (del gobierno birmano) es por lejos el mayor obstáculo” a la repatriación.
“Myanmar está destinado a repetir el ciclo de violencia a menos que termine la impunidad”, añadió. La ONU pidió una investigación sobre el genocidio, los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra perpetrados en el estado de Rakhine.
Mientras, el canciller de Bangladesh, Abul Hassan Mahmood Ali, aclaró en conferencia de la prensa el jueves 15 en Daca que su país no repatriaría a la fuerza a los refugiados.[related_articles]
Y Mia Seppo, coordinadora residente de la ONU en Daca, acotó: “el foro mundial celebra el compromiso del gobierno de Bangladesh de atenerse a los principios de la repatriación voluntaria que ha demostrado hasta hoy”.
“Hubo algunos problemas con los planes de repatriación”, explicó a IPS el presidente de la Cámara de Comercio de este distrito, Abu Morshed Chowdhury, también uno de los presidentes de la organización Forum.
“¿Cómo van a regresar los refugiados, aun si es de forma voluntaria, sin garantizar su ciudadanía?”, cuestionó. “Las agencias de la ONU tienen la responsabilidad de dar las garantías”, añadió.
El director ejecutivo de la organización COAST Bangladesh, Rezaul Karim Chouwhury, dijo que el plan no estuvo bien pensado, “porque sabemos que tarde o temprano los rohinyás tendrán que regresar. El acuerdo bilateral allanó el camino para la iniciación de la repatriación y la rehabilitación, pero los actores clave, en mi opinión, no han estado tan activos”.
Por su parte, Caroline Gluck, oficial de información pública de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Cox’s Bazar, dijo a IPS que cada refugiados tiene el derecho a decidir su futuro y su retorno. Sus decisiones deben basarse en conocimientos confiables sobre las condiciones en su país de origen.
“Las restricciones de acceso en el estado de Rakhine limitan la capacidad de Acnur de brindar esa información. Es fundamental que las repatriaciones no sean apresuradas ni prematuras”, subrayó.
Acnur está a favor de la repatriación voluntaria y sostenible de los refugiados rohinyás, con seguridad y dignidad, a su lugar de origen o al de su elección, precisó.
“Trabajaremos con todas las partes hacia ese objetivo. Pero no creemos que las condiciones actuales sean conducentes al retorno de acuerdo con los estándares internacionales. La responsabilidad de crear esas condiciones recae en Myanmar, añadió.
*Con aportes de Mohammed Mojibur Rahman, en Cox’s Bazar, en Bangladesh
Traducción: Verónica Firme