Rahti Begum vive en una casa flotante en el lago Dal, uno de los más conocidos de Cachemira. Allí la pesca ha sido la principal fuente de ingresos de su familia desde hace generaciones. Pero si no se toman medidas pronto para mejorar el sector, no quedará nada él.
La pescadora de poco menos de 60 años, comenzó a deambular por las calles con un balde de pescado en su cabeza de pequeña, y a los 17 años, su padre la metió en el negocio de la pesca, que se convirtió en su principal fuente de ingresos desde entonces.
Su familia pertenece a la tribu hanjis, cuyos integrantes viven en casas flotantes. Algunos se ganan la vida gracias al turismo, paseando extranjeros en embarcaciones llamadas shikaras, en las que exploran las bellezas de ríos y lagos.
Otros, pescan y venden directo al público. Los hombres salen en la madrugada en sus barcos y luego le entregan la captura a las mujeres, que recorren diferentes zonas vendiendo el pescado.
Pero Rahti, quien sufre varios achaques, está convencida de que será la última mujer de su tribu en vender pescado.
“Cuando me muera se terminará el legado para siempre. Nadie quiere hacer esto porque el lago se convirtió en un monstruo para nosotros; una fosa séptica en los peces desaparecen día a día”, explicó.
La producción pesquera y las actividades agrícolas en esta región del Himalaya representan 23 por ciento del producto interno bruto y son la base de la economía.
Según un estudio realizado por los investigadores Neha W Qureshi y M Krishnan, la producción pesquera en el lago Dal registró un crecimiento compuesto negativo de – 0,34 por ciento entre 1980 y 1990.
Pero entre 2000 y 2010, la producción empeoró a – 2,89 por ciento. Y en el lago Wullar, el crecimiento compuesto fue de – 8.78 por ciento en ese período.
El estudio atribuye la disminución a las externalidades negativas del turismo, a la excesiva fertilización de los cultivos en jardines flotantes que propician el aumento de algas y a una mayor contaminación por el vertido de desperdicios en ambos lagos.
Esos factores llevaron a la disminución consistente y a la destrucción de los sitios de reproducción de la especie schizothorax. Además, el consumo superó a la producción en esta región.
En la actualidad, el consumo es de 25.000 toneladas al año, pero la producción solo llega a 20.000 toneladas por año en ambos lagos, de los cuales no más de 5.000 corresponden a Dal.
Rahti apenas si gana lo suficiente para tener una comida al día, pero recuerda claramente su infancia, cuando la transparencia del lago permitía ver los bancos de peces bajo el agua y los patos cuello de esmeralda en la superficie.
“En esa época, lográbamos tener una vida decente y solo este lago producía no menos de 15.000 toneladas de peces al año.”
Rahti contó que sus hijos no se dedican a la pesca por la drástica disminución de la captura en el lago.
Sus dos hijas trabajan en sus casas y su hijo, en una tienda local de comestibles. Los ingresos de Rahti disminuyeron de unos 500 dólares al mes a apenas 100, en la actualidad.
Lo mismo le pasa a Jana Begum, de unos 50 años, quien dice que su única preocupación es cómo podrá sobrevivir su familia si la situación permanece igual.
“Nuestro único ingreso es el pescado. Hacemos esto desde hace 30 años, pero parece que se vienen tiempos difíciles para los pobres como nosotros”, comentó Jana a IPS.
Casi todos los días, su esposo sale en barco y vuelve con las redes vacías y el rostro sombrío, no hay peces en el lago Wullar, otro famoso en el norte de Cachemira.
Según un estudio realizado por Imtiaz Ahmed, Zubair Ahmad y Ishtiyaq Ahmad, del Departamento de Zoología, de la Universidad de Cachemira, la principal razón del agotamiento de peces en los lagos es la sobrepesca y la intrusión.
El vertido de aguas domésticas, desperdicios sólidos y de la agricultura debe controlarse y gestionarse de manera adecuada, observa.
“La maleza acuática presente en esos ecosistemas debe cultivarse y utilizarse de manera adecuada debido a su alto valor nutricional y económico. Es necesario crear una autoridad separada para monitorear las características fisicoquímicas y biológicas del lago Dal”, propone.
Por su parte, el director del Departamento de Pesca, Ram Nath Pandita, dijo que la basura vertida en los lagos impide el desarrollo del alevín, lo que disminuye la población de peces.
“El gobierno sigue de cerca todo el proceso de aumentar la producción pesquera en los lagos de Cachemira; y además de aumentar el suministro de larvas, también se asegura de que no haya pesca ilegal”, precisó Pandita.
También debido a las grandes inundaciones que hubo en la zona en 2014, se acumularon aguas servidas en los lagos, lo que perjudicó la producción pesquera, añadió.
Además, se realizan campañas de concienciación sobre la importancia de mantener los lagos limpios y de no verter desperdicios sólidos y líquidos en ellos.
En febrero, el gobierno prohibió la pesca ilegal y asegura que el marco legal contribuirá a frenar la disminución de la pesca y a garantizar el sustento de los trabajadores del sector.
La ley estipula que solo podrán pescar los que tienen permiso, y quien viole la norma podrá ser condenado a tres meses de cárcel y a una multa de 500 rupias (unos 90 dólares).[related_articles]
El Departamento de Lagos y Cursos de Agua indicó que existen varios planes para recuperar el lago Dal y las especies que viven en él.
Además, se sacan los nenúfares del lago mediante métodos naturales y las algas, con la última maquinaria disponible a fin de liberar la superficie e incentivar la producción pesquera.
Según otro estudio de Humaira Qadri y A. R. Yousuf, del Departamento de Ciencias Ambientales, de la Universidad de Cachemira, el gobierno ya destinó unos 170 millones de dólares a la conservación del lago y, sin embargo, no hay una mejora visible en su estado.
“La falta de una gestión adecuada y de un plan de recuperación, así como de prácticas ecológicas sólidas llevaron al fracaso de los esfuerzos de conservación”, señala el informe.
El lago se dirige hacia su fin definitivo. La apatía oficial y la falta de seriedad de las autoridades incidieron en el deterioro general del lago, concluyó.
En cambio, Pandita es optimista con respecto a las posibilidades de recuperación.
Las comunidades que viven en los alrededores del lago no comprenden bien las medidas tomadas por el gobierno, y lo único que comentaron a IPS es que la pesca disminuye y que no tenían idea de si los esfuerzos de las autoridades lograrían cambiar la situación del lago.
El pescador Jum Dar dijo a IPS que vio a muchos funcionarios de distintas agencias gubernamentales tomar muestras de agua del lago para estudiarlas, pero no ha visto cambios.
La fuente de ingresos sigue comprometida, acotó.
IPS estuvo un día con él y solo consiguió dos peces de no más de medio kilogramo.
“Mira con tus propios ojos las dificultades que atravesamos todos los días. ¿Cómo vamos a sobrevivir con esta catástrofe que se instaló en nuestras vidas?”, comentó.
Traducción: Verónica Firme