Finalmente la ciudadanía se pronunció en unas históricas elecciones en Zimbabwe, que muchos analistas esperan dispare una transformación política y económica. Se trata de un cambio muy esperado tras el fin del régimen autocrático de Robert Mugabe, derrocado en un golpe de Estado en noviembre de 2017 tras 37 años en el poder.
Zimbabwe sobrevivió numerosas crisis que dejaron un gran trauma en la población, ahuyentaron inversores y dejaron a este país rico en recursos naturales aislado en el concierto internacional.
En la mañana del 30 de julio, en el barrio de Famona, en esta ciudad del suroeste de Zimbabwe, la fila de votantes avanzaba rápido y la gente demoraba menos de 10 minutos en sufragar. Pero a medida que comenzaron a acudir en masa a los centros de votación, pronto grandes se generaron grandes concentraciones de personas.
No hubo denuncias de episodios violentos, pero la Policía Republicana de Zimbabwe declaró a la prensa local que algunos votantes fueron detenidos por vociferar consignas afuera de los centros de votación, en violación de la lo legislación electoral.
La concurrencia a las urnas fue numerosa, con 75 por ciento de los cinco millones de habilitados para elegir presidente, legisladores y consejeros de los gobiernos locales.
Hubo 23 presidenciables, y más de 100 partidos políticos se disputaron los 210 asientos de la Asamblea Nacional.
Para el cargo de presidente, hay dos candidatos que aparecen con mayores posibilidades, el actual presidente Emmerson Mngangwa, de 75 años, de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF), y el presidente del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), Nelson Chamisa, de 40 años.
Mnangagwa es un abogado y hombre clave de Mugabe desde la independencia de este país, en 1980, ocupando numerosos cargos como ministro de Seguridad y ministro de Justicia. Fue vicepresidente hasta que Mugabe lo destituyó en 2017.
Chamisa, también abogado y muy activo en la sociedad civil, es miembro fundador del MDC, encabezado por el fallecido Morgan Tsvangirai, a quien sucedió en 2018, cuando se dividió el partido. Y Thokozani Khupe, una de las cuatro candidatas a la Presidencia, pasó a dirigir la facción escindida del MDC.
El profesor Rudo Gaidzanwa, de la Universidad de Zimbabwe, consideró que estas elecciones son una carrera presidencial de “hombres” que enfrenta a candidatos de las clases privilegiadas.
Incluso, la competencia dejó afuera a otros hombres de la élite, considerados competentes, pero vistos como “ajenos” porque no tienen las características groseras, violentas y asesinas que se cree dan réditos electorales.
“Los hombres que recurren a la violencia y a la fuerza generan admiración y aceptación porque se los percibe como capaces de luchar por su electorado y por sus seguidores”, explicó.
“Es una herencia de la lucha independentista de Zimbabwe que ensalzó las virtudes y la legitimidad de la violencia como forma de lograr fines políticos. Es un legado que nos persigue hasta ahora”, añadió Gaidzanwa.
Zimbabwe necesita trascender los valores y las políticas del pasado concentradas “en los colonos como enemigos, y en que hasta las élites entre las personas otrora oprimidas no son ángeles”, apuntó.
“Ya nos mostraron lo que son capaces de hacer a su propio pueblo”, exclamó.
“Si se fija en las élites políticas y nacionalistas de Zimbabwe que pillaron diamantes y tierras agrícolas se dará cuenta de que en África todavía tenemos que embarcarnos en una lucha de clases para recuperar la riqueza de los países para sus trabajadores”, observó.
“Los nacionalistas siguen recurriendo al nacionalismo para justificar su saqueo de recursos naturales y para engañar a los campesinos y trabajadores y que crean que está bien que los jefes de clanes y tribales saqueen ‘en su nombre’ cuando en realidad obtienen migajas”, precisó.
Voto por el cambio
Zimbabwe tiene una historia de mucha violencia que comienza mucho antes de la independencia, en 1980.
El precio de ese pasado violento está lleno de profundas divisiones y de polarizaciones étnicas y diferencias políticas, ruina económica y visible corrupción. Estas son algunas de las herencias que se atribuyen a Mugabe, quien gobernó este país durante 37 años.
“Una elección no violenta es un gran paso, pero por ahora la verdadera crisis sigue vigente, la crisis económica”, indicó David Moore, investigador y economista de la Universidad de Johannesburgo.[related_articles]
“Lo que sacó a Zimbabwe de la crisis de 2008 fue la estadounidización de la crisis, pero no se puede hacer eso ahora”, observó.
Ese año, la economía de Zimbabwe estuvo al borde del colapso, sufrió una hiperinflación sin precedentes. El país tuvo que desechar su divisa, el dólar zimbabwense, y reemplazarlo por el dólar estadounidense para estabilizar al país.
Las elecciones de 2018 fueron diferentes por muchas razones. No estaba Mugabe, por lo menos no como candidato, ni su archienemigo político, Tsvangirai.
Legitimidad y credibilidad en juego
Chamisa busca legitimidad, pues es un candidato joven para el cargo más alto del país y ha cometido sus propios errores garrafales. Pero busca probar que puede liderar y cambiar el futuro de Zimbabwe.
Para Mnangagwa, al frente desde hace siete meses, la clave está en legitimar su gobierno y cementar las relaciones internacionales. “Zimbabwe está abierto a los negocios” ha sido su eslogan de campaña.
“Normalmente, los procesos electorales tras un golpe de Estado no son buenos porque el golpe tiene la característica de usar la fuerza y de no querer ceder, pero cuando se observan los esfuerzos realizados por los golpistas para legitimar el golpe mediante elecciones libres y justas, hay cierta presión de donantes e inversores”, explicó Moore al ser consultado por IPS.
“Creo que hay un verdadero apetito y esperanza de que haya un cambio real. Podría significar un punto de inflexión más allá de quién gane las elecciones; si hay consenso en que fueron creíbles y la gente las acepta como tal. Podrían ser los comicios más importantes desde 1980”, opinó.
“Si gana Mnangagwa, podría traer a algunas personas, que podrían oficiar de intermediarios con el capital y gente con dinero. Pero es una situación volátil también y el ZANU-PF tendrá que trabajar muy duro para que le resulte aceptable a la oposición más fuerte”, explicó.
“El MDC atrajo a mucha gente, en especial a jóvenes, que realmente esperan algo, y si sienten que estas elecciones no fueron creíbles, es de esperar que se generen situaciones bastante tensas”, acotó.
“Si gana el MDC, tendrán que tender muchos puentes y tendrá que haber muchas negociaciones”, apuntó.
Solo cabe esperar el resultado del recuento de votos.
Traducción: Verónica Firme