Las reformas económicas y sociales en un país de gobierno socialista y economía estatalizada y centralizada distinguieron el gobierno de Raúl Castro, de 86 años, que este miércoles 18 deja la presidencia de Cuba, tras dos mandatos de cinco años y casi otros dos años de ejercer el cargo en funciones.
El hermano menor de la familia Castro ha sido criticado por muchos y alabado por otros. Y mucho más al cierre de su presidencia, un cargo que se prevé que pase a manos del actual primer vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, el ingeniero de 57 años Miguel Díaz-Canel.
El traspaso en el gobierno supone un relevo generacional en el país de gobierno socialista desde 1961 y sistema de partido único, el Partido Comunista de Cuba, además de significar que por primera vez desde el triunfo de la Revolución en 1959, no habrá un Castro en la cabeza del poder.
Sin dudas, su gobierno marcó un período de cambios dentro del modelo socialista cubano, donde destacaron momentos trascendentales para la historia local y hasta mundial, como el histórico acercamiento el 17 de diciembre de 2014 con el vecino y enemigo durante más de medio siglo, Estados Unidos.
Todo se debe al programa de cambios por el que quizás será más recordado el otrora guerrillero y que mantuvo su carrera militar luego del triunfo de la Revolución cubana de 1959 hasta que sucedió en el poder a su hermano, Fidel Castro (1926-2016), que dejó por enfermedad la presidencia de Cuba en 2006.
Llamadas internamente “la actualización del modelo económico y social del socialismo cubano”, sus reformas han sido calificadas lo mismo de “cosméticas”, “lentas”, “necesarias” y “profundas”, y justo en ellas Raúl Castro probó su capacidad de propiciar un gobierno con tomas de decisiones más colectivas, relanzar la isla caribeña en el escenario internacional y regional, además de ceder espacio de la economía al sector privado y cooperativo.
En las páginas de la memoria regional, quedará la imagen de Raúl Castro en la participación de Cuba en la VII Cumbre de las Américas, celebrada en abril de 2015 en Ciudad de Panamá, luego de décadas de exclusión; junto al entonces presidente estadounidense Barack Obama (2009-2017), durante la visita junto a su familia a la capital cubana en marzo de 2016.
También quedan en la retina cuando anunció por la televisión local, en la noche del 25 de noviembre de ese mismo año, la muerte de su hermano Fidel Castro; y en la nueva era de las relaciones con la Unión Europea, luego de lograr un acuerdo marco de cooperación que se implementa en 2018.
No logró el ansiado despegue de la economía cubana, que deja en una nueva recaída de una crisis que arrastra desde los años 90, y quedan numerosos asuntos pendientes en todos los ámbitos, incluso de sus reformas económicas y sociales que planteó desde 2008.
Pero bajo el mandato de Raúl Castro un gran fuerza laboral regresó al campo a cultivar tierras ociosas concedidas en usufructo, con altas y bajas crecieron las actividades permitidas a ejercer por privados, estalló un boom turístico a partir de 2015, surgió un programa de producción de materiales de la construcción y la población local ganó en derechos migratorios y de la propiedad, entre otros.
Como negativo, especialistas y ciudadanos señalan el crecimiento de las brechas de desigualdad en la sociedad cubana y el desbalance en las reformas, que se inclinaron más a enfocarse en cuestiones económicas y consideran en menor medida el acumulado de problemas sociales, en este país caribeño de 11,2 millones de personas.
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