Un camión privado voltea su pesada carga de arena para la construcción en un callejón del municipio El Cerro, en el centro de la capital cubana. De inmediato, cinco hombres comienzan a envasar el material en sacos, que luego llevan a los clientes en triciclos o carretillas.
A la orilla de la montaña de arena oscura, trabaja sudoroso un joven de 29 años.
“Para mí no ha cambiado nada…”, respondió Carlos, un trabajador informal que pidió ocultar su identidad, al ser preguntado por IPS sobre el impacto en la vida cubana de las reformas encauzadas desde 2008 por el presidente Raúl Castro, quien el 19 de abril dejará el cargo.
Luego de quedarse un rato en silencio, compartió su historia reciente, que sin saberlo se relaciona con las transformaciones enfocadas a diversificar la aún centralizada y estatalizada economía cubana, con más capital extranjero y actores privados como cooperativas, pequeños negocios y usufructuarios de tierras.
“Mi verdadero oficio es zapatero, pero la fábrica (estatal) donde trabajaba cerró hace casi dos años”, contó. “Entonces me dediqué a vender y transportar materiales de la construcción porque ahora está en auge, hay pequeñas industrias (privadas) que los hacen y también más tiendas estatales que los venden”, siguió narrando.
Justo la producción local de materiales, donde trabaja el joven, estuvo entre los sectores más dinámicos, con crecimientos anuales entre ocho y 11 por ciento en el último quinquenio, según un balance preliminar de las reformas realizado por el Partido Comunista de Cuba (PCC), publicado el 26 de marzo.
El análisis efectuado en una reunión presidida por Raúl Castro parece ser una evaluación de las reformas antes del recambio generacional en la cúpula del gobierno, aunque el mandatario saliente (86 años) y Ramón Machado Ventura (87 años) permanecerán hasta 2021 al frente del PCC, el único partido legal en Cuba y con gran poder en el sistema interno socialista del país.
Sin precisiones sobre qué se planea a futuro, el reporte calificó las reformas de “asunto de gran complejidad” y señaló “errores en la planificación de los procesos y en su control”, “limitaciones económicas y financieras”, retrasos y vacíos de información a la población que atentaron contra su implementación.
Con mayor o menor hondura, sin dudas la vida local dio un giro durante el último decenio, según especialistas y ciudadanos consultados por IPS, o desde que Raúl Castro ya dos años antes sucedió a su hermano Fidel al frente del gobierno, al enfermarse la figura que había dominado la escena cubana desde 1959. Fidel Castro falleció en 2016.
“Lo que sí es una verdad absoluta es que el país ha cambiado mucho. (…) Los cambios impactan todos los ámbitos de la vida en lo económico, político, social y subjetivo”, dijo la socióloga Marilín Peña, desde la segunda ciudad en importancia de la isla caribeña, Santiago de Cuba.
Esa urbe de calor abrasante, a 847 kilómetros al este de La Habana, es llamada la cuna de la Revolución cubana de 1959 y adonde se rumorea que Castro irá a vivir al cierre de su mandato de dos períodos de cinco años. Se ubica en el oriente cubano, la región de más bajo nivel de desarrollo del país de 11,2 millones de habitantes.
“En la balanza, no sabría decir si están en el mismo nivel lo positivo y lo negativo. Pero los cambios positivos no alcanzan a la mayoría de la población… Y los negativos sí nos impactan a todos”, valoró Peña.
En el buen sentido, la socióloga mencionó que “se han destrabado muchos temas relacionados sobre todo con la propiedad (compraventa de carros y casas), cambios en la ley migratoria, el impulso al trabajo por cuenta propia”, la implementación de una nueva política tributaria y “el principio de subsidiar personas y no productos”.
Como la otra cara de la moneda, observó que las mejoras no llegan a “la microeconomía familiar”, “elevación del costo de la vida”, son más visibles y profundas las desigualdades sociales, “incremento de las migraciones” y la pérdida “de fuerza calificada en sectores estratégicos como salud, educación, ciencia y otros”.
A su juicio, “la despolitización y conservadurismo se instala en amplios sectores”, existe un “débil funcionamiento de las organizaciones sociales y de masas”, “se reconocen sectores de pobreza” y, “al no tener garantizadas necesidades básicas, las personas participan cada vez menos en la vida colectiva, comunitaria, social”.
En el último quinquenio, 819.749 cubanas y cubanos viajaron al exterior, de los cuales 11 por ciento estableció su residencia permanente en otro país, según cifras oficiales. También las autoridades permitieron el reasentamiento de emigrados por un proceso llamado de repatriación, al que se acogieron 11.176 personas en 2017.
Por otro lado, varios países centroamericanos vivieron una crisis migratoria entre fines de 2015 y mediados de 2017, debido al cruce de miles de cubanos por sus territorios en su ruta para llegar a Estados Unidos, donde recibieron privilegios migratorios hasta que el 12 enero de 2017 fueron revocados por Barack Obama, ocho días antes de culminar su presidencia.
“No quisiera un modelo económico-social que no incluyera a todos los cubanos, los de aquí y los de allá”, dijo la profesora universitaria Teresa Díaz Canals, en referencia a población emigrada, que su juicio debe recibir más restituciones de sus derechos.
Por su parte, el economista Omar Everleny Pérez evaluó que, “a pesar de las innumerables acciones de política económica, el país creció poco, como promedio un dos por ciento” desde 2011 a la actualidad.
“Una de las transformaciones más importantes fue volver a reconocer que Cuba necesitaba capitales externos para su desarrollo económico”, valoró el investigador sobre el tema, respecto al rubro que en 2017 captó 2.300 millones de dólares, en una cantidad insuficiente para las necesidades de crecimiento nacional.
Para el experto, “el Estado ha sido hábil y pragmático en la solución del endeudamiento externo que atravesaba el país”, “se han respetado más las iniciativas individuales” y “se progresó mucho en el acceso a las tecnologías de avanzadas, en especial la informatización de la sociedad y el acceso a Internet”.
También observó la “mejoría de instalaciones y servicios educacionales y de salud” pero “los trabajadores presupuestados, que alcanzan más del 45 por ciento de los trabajadores, han sido los menos beneficiados, a pesar del aumento salarial que tuvieron hace ya más de cinco años”.[related_articles]
Pérez se refiere al sector laboral que depende del presupuesto del Estado, que en su mayoría son los servicios gratuitos de salud y educación, en un entramado compuesto además por empresas estatales donde los salarios son mejores al resto de los trabajadores públicos, que son la mayoría en Cuba.
Los salarios mejores al promedio se obtienen también en las empresas con capital extranjero y las no estatales, que incluye a las cooperativas y pequeños negocios privados (llamados localmente por cuenta propia) y que en conjunto representan más de 25 por ciento de la economía.
Crecieron y surgieron nuevos actores como los pequeños y medianos negocios en los que se registran 580.000 trabajadores (entre propietarios y empleados) y, de forma experimental, 440 cooperativas en rubros diferentes al agropecuario, en un país donde este sector asociativo tiene una elevada tradición y diversidad.
Para el pastor evangélico Xavier Pérez, que cumple su misión en la Iglesia Bautista de Guanajay, en la provincia de Artemisa, colindante con La Habana, lo más significativo es todo lo relacionado al sector privado, que “puso sobre la mesa de los cubanos y cubanas que era posible un socialismo alternativo”.
Otras voces ciudadanas aspiran a que, además de asuntos económicos y sociales, se aborden cuestiones en materia política.
Edición: Estrella Gutiérrez