La confianza en los ríos caudalosos y acuíferos gigantes se desplomó en muchas partes del mundo, ante la expansión de las crisis hídricas tras sequias intensas y prolongadas en la última década.
Los recursos hídricos, entendidos como el agua en el suelo y subsuelo, no se sostienen si los estiajes se prolongan más que lo usual durante algunos años, se comprobó en varias partes de Brasil y de otros países de todos los continentes, como India, Sudáfrica y Australia.
Brasilia, que acoge el octavo Foro Mundial del Agua (FMA-8) desde el domingo 18 y hasta el viernes 23 de marzo, es un ejemplo típico, porque no se imaginaba que la capital brasileña, apodada Cuna de las Aguas por tener nacientes de tres grandes cuencas, pudiera tener que soportar un racionamiento de agua desde inicio de 2017 y solo ahora en vías de terminar por la vuelta de buenas lluvias.
“El gran crecimiento de la población, escasas inversiones en infraestructura y tres años de lluvias por debajo del promedio histórico resultaron la crisis hídrica”, admitió el gobernador del capitalino Distrito Federal, Rodrigo Rollemberg, en la apertura oficial del Foro, el lunes 19, antes de destacar obras de su gobierno para asegurar el suministro en el futuro próximo.
“La lluvia es la fuente del agua dulce, a veces se ignora la humedad del aire, porque los ojos no la ven”, apuntó Gerard Moss, un piloto da avión que de 2007 a 2015 condujo el proyecto Ríos Voladores, destinado a estudiar las corrientes de humedad que la Amazonia disemina por la amplia cuenca sudamericana a este de la cordillera de Los Andes.
“Es vital mantener las lluvias y para eso son indispensables las forestas, que ayudan la humedad del mar a alcanzar el interior del continente. El agua del océano no viajaría 2.500 o 3.000 kilómetros para producir las lluvias que permiten a los hacendados de Mato Grosso (estado centrooriental de Brasil) dos o tres cosechas al año”, destacó a IPS.
Las investigaciones de Moss, que identificaban ríos voladores amazónicos que abastecían varias ciudades de Brasil, se interrumpieron, pero sirven para la educación ambiental y climática de niños y adultos, promovida por su esposa Margi Moss, una iniciativa que se trasladará a Europa.
De cierta manera el conocimiento del fenómeno aporta un argumento al tema adoptado por ONU Agua este año para el Día Mundial del Agua, que se celebra el jueves 22 de marzo, “naturaleza para el agua”.
Soluciones naturales son la respuesta a muchos problemas relacionados con el agua, como sequias e inundaciones que se van alternando con frecuencia creciente en todas partes y la contaminación, propone ONU Agua.
Reforestar y conservar bosques, restaurar humedales y reconectar los ríos con las llanuras aluviales, son algunas de sus recomendaciones.
“No reinventar la rueda para lidiar con eventos climáticos extremos”, es como interpreta la campaña Glauco Kimura, consultor del Foro Mundial de Agua. “Hay que la infraestructura natural, como los manglares y otros ecosistemas que ayudan a ablandar impactos de huracanes y excesos de lluvia”, explicó a IPS.
“Sin bosques en los manantiales y acuíferos, menos agua, es lo que descubrió São Paulo”, la metrópolis azotada por fuerte escasez en 2014 y 2015, recordó Kimura.
Para convivir con las sequías, el consultor recomendó aprender con los habitantes de la región semiárida del Nordeste brasileño, con sus cisternas para captar y almacenar agua de lluvia, soportando así los meses de estiaje. “Los del centro-sur de Brasil no tienen esa cultura”, lamentó.
Durante una sequía que desde 2012 se ha prolongado por seis años, en la ecorregión del Semiárido no se registró las invasiones de ciudades, saqueos del comercio y fuga masiva en emigraciones hacia el sur, ocurridas en sequías menos graves.
Mucho se debe a los programas sociales, como la Beca-familia y pensiones a trabajadores y personas discapacitadas, pero también a más de un millón de cisternas construidas principalmente la Articulación del Semiárido, un movimiento de unas 3.000 organizaciones sociales, por y para familias rurales, las más vulnerables a las sequías.
Otro ejemplo de soluciones basadas en la naturaleza es el Programa Cultivando Agua Buena, promovido por Itaipú Binacional, la empresa que opera la segunda central hidroeléctrica del mundo por su capacidad instalada, compartida por Brasil y Paraguay sobre el fronterizo río Paraná.
Se plantaron 23 millones de árboles, reconstituyendo 1.322 kilómetros de bosques ribereños, y 30.000 hectáreas de suelo recibieron cuidados de conservación, en el lado brasileño, destacó Newton Kaminski, director de Coordinación de Itaipú.
“La clave fue adoptar la gestión de cuencas hidrográficas, con acciones integradas en todos los frentes, no solo recuperación de nacientes y puntos de recarga de aguas subterráneas. La reforestación sin conservación del suelo, poco resultaría. Es también necesaria la participación social, la educación, una agricultura que no deteriora el suelo”, aclaró a IPS.
El presidente de Cabo Verde, Jorge Cargos Fonseca, subrayó, en su discurso ante otros nueve jefes de Estado y gobierno que participaron en la apertura del FMA-8, que aprender a “convivir en harmonía simbiótica con la naturaleza” fue fundamental para superar el hambre y la sed que sufrió su pueblo en los últimos años a causa de sequías.
“Preservar la naturaleza y usar racionalmente los recursos que ella proporciona, cambiar la relación del ser humano con la naturaleza” es la lección de esa experiencia, dijo. “Rompimos el binomio estiaje-hambre”, sostuvo.[related_articles]
Desalinización del agua marítima y captación de agua de lluvia, contribuyeron a la mejora en la situación hídrica y la meta es asegurar 90 litros diarios a cada persona, por debajo de los 110 litros recomendados por Naciones Unidas.
Reforestar y conservar áreas de recarga, enfrentando la degradación del suelo a causa de cambio en su uso son la recomendaciones de Fabiola Tábora, secretaria ejecutiva de la Asociación Mundial para el Agua (GWP, en inglés) en Centroamérica.
Las sequías allí afectan más a la parte del océano Pacífico, que concentra 70 por ciento de la población centroamericana y es conocida como “el corredor seco”. Eso daña a la seguridad alimentaria y a la generación hidroeléctrica, que responde por mitad de la energía nacional, advirtió en diálogo con IPS.
Pero hay también buenas experiencias de soluciones como la recuperación de la microcuenca La Poza, en el sudoeste de El Salvador, con amplia participación comunitaria en la gestión integrada, ejemplificó Tábora.
En Costa Rica y Guatemala, la especialista destacó el trabajo con empresas privadas y gobierno para generar fondos ambientales, que se invierten en el manejo y conservación de cuencas.
Son respuestas a numerosas menciones a tragedias mundiales durante las sesiones iniciales del octavo FMA-8: cerca de 700 millones de personas sin acceso al agua en el mundo, 2.000 millones bebiendo agua contaminada, 3.500 millones sin saneamiento, mil niños muertos al día por mala calidad del agua y los pronósticos de que la situación se agrave en el futuro.
Los gobernantes presentes siguieron la consigna del FMA-8, “compartiendo agua”, al hacer durante sus intervenciones continuos llamados a la cooperación y al intercambio de conocimientos y experiencias, ya que 40 por ciento de una gran mayoría de la humanidad depende de agua transfronterizas.
Edición: Estrella Gutiérrez