Julio Aro, excombatiente argentino en la guerra de Malvinas en 1982, volvió a las islas en 2008. Cuando visitó el cementerio de Darwin encontró 121 tumbas que decían: “Soldado argentino solo conocido por Dios”, y se propuso devolver la identidad a sus compañeros muertos. Hoy ya puede decir que, en gran parte, logró su objetivo.
A más de 35 años de la guerra que enfrentó a Argentina y Gran Bretaña en el Atlántico Sur, 88 familias argentinas reciben en estos días la información de que aquellos soldados que nunca volvieron a casa –sus hijos, sus esposos, sus hermanos- fueron identificados y están enterrados en el cementerio militar de Malvinas.
“En algunos casos se les devuelven anillos, crucifijos, guantes u otras pertenencias que habían sido enterradas con ellos. Es muy emocionante”, contó Julio Aro en entrevista con IPS.
“Todas las familias reaccionan de manera distinta. Algunas con alegría, otras con tristeza… Conocí a un padre que todavía seguía esperando que su hijo volviera de las islas. Han sido 35 años de angustia porque esta gente ha sido sometida a un acto de enorme crueldad”, agregó.
Está previsto que el círculo de verdad y reparación termine de cerrarse en marzo o en abril, cuando se realice en Malvinas, en presencia de familiares, una ceremonia en la que se pondrá a cada sepultura el nombre de los soldados hasta ahora desconocidos.
En decadencia y acorralada por las revelaciones de sus violaciones de derechos humanos, la última dictadura militar argentina invadió las Malvinas en 1982, haciendo realidad una vieja aspiración nacionalista que, aún hoy, aglutina a buena parte de la población de este país sudamericano: recuperar las islas ocupadas por Gran Bretaña desde 1833.
Sin embargo, el gobierno británico de Margaret Thatcher reaccionó rápido, envió tropas al Atlántico Sur y derrotó en dos meses de combate a los argentinos, que tuvieron 649 muertos. La potencia europea volvió a tomar así el control de las Malvinas, lo que agravó la crisis del gobierno militar argentino y abrió la puerta para que el país recuperara la democracia al año siguiente.
La iniciativa para intentar aliviar una herida que no ha cicatrizado para muchos familiares empezó a encaminarse en diciembre de 2016 a partir del acuerdo alcanzado por el gobierno de Buenos Aires con Gran Bretaña, que dio origen al llamado Plan del Proyecto Humanitario (PPH).
Así se le encomendó al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que identificara a los soldados argentinos enterrados como NN en las Malvinas.
El momento culminante del proceso fue en junio pasado, cuando luego de un largo período de entrevistas y tomas de muestras genéticas a 107 familiares que nunca habían recuperado a sus seres queridos que participaron en la guerra, un equipo de 14 especialistas forenses de Argentina, Gran Bretaña, Australia, Chile, España y México desembarcó en las Malvinas.
Durante siete semanas, en el duro invierno malvinense, los expertos trabajaron en el cementerio de Darwin: exhumaron 122 cadáveres (eran 121 tumbas, pero en una de ellas había dos cuerpos), los estudiaron y tomaron muestras genéticas en una morgue equipada con alta tecnología instalada provisoriamente en el lugar. Luego los colocaron en un nuevo féretro y los volvieron a enterrar en la misma tumba en la que estaban.
El análisis genético de las muestras y la comparación con las que habían sido tomadas a los familiares fueron realizados más tarde en el laboratorio que posee en Córdoba el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), cuyos especialistas participaron en todo el proceso. En paralelo, otros dos laboratorios de Gran Bretaña y España hicieron una comparación cruzada y confirmaron los resultados.
El EAAF es un prestigioso equipo multidisciplinario creado en 1984 a partir de la necesidad de identificar los cuerpos de los desaparecidos: las miles de personas asesinadas en Argentina por el terrorismo de Estado llevado adelante por la última dictadura (1976-1983).
Desde entonces, el EAAF trabaja en muchos países del mundo en la identificación de restos de víctimas de violaciones de derechos humanos, contribuyendo en procesos de verdad, justicia y reparación.
Luis Fondebrider, director del EAAF, explicó a IPS que, a pesar del tiempo transcurrido, los cuerpos del cementerio de Darwin estaban en relativo buen estado debido a la tarea realizada en 1982 por el coronel británico Geoffrey Cardozo.
“Cuando terminó la guerra y durante seis semanas, Cardozo reunió todos los cadáveres de soldados argentinos que estaban en el campo de batalla o en el cementerio de Puerto Argentino (capital de Malvinas). Entonces se propuso armar un cementerio militar, con mucha dignidad y mucho respeto por los caídos”, contó Fondebrider.[related_articles]
El antropólogo forense dijo que cada cuerpo, antes de ser enterrado, fue envuelto junto a sus pertenencias en tres bolsas por Cardozo, quien además confeccionó un plano con referencias del cementerio y un informe.
Ese plano y ese informe fueron conservados por Cardozo durante décadas. El militar británico se lo dio en mano en 2008 al excombatiente argentino Julio Aro, cuando este visitó Londres invitado por un grupo de veteranos de guerra locales.
Aro estaba entonces obsesionado con la necesidad de ponerles nombres a los soldados argentinos enterrados en Malvinas sin identificar, y Cardozo sabía que esos documentos le iban a ser de gran ayuda.
“Yo había vuelto a Malvinas más de 25 años después de la guerra para buscar un pedacito de la persona que había dejado allí en 1982”, contó Aro.
“Y cuando vi esas tumbas con esa inscripción, sentí que se me partía la cabeza”, recordó.
Julio Aro comenzó entonces a golpear puertas, convencido de que un día se les podía dar respuestas a las familias que nunca habían vuelto a saber nada de sus seres queridos.
En 2011, cuando todo parecía más difícil que nunca, Gaby Cociffi, una periodista que había cubierto la guerra y se había involucrado en el proyecto, consiguió el correo electrónico de la estrella británica de rock Roger Waters, quien estaba realizando una gira mundial que atraía multitudes y se presentaría en Buenos Aires al año siguiente.
Rápidamente, Waters se involucró públicamente en la causa y, cuando fue recibido en la Casa Rosada por la entonces presidenta argentina Cristina Fernández le planteó el tema.
Entonces, sí, Fernández tomó el tema en sus manos, y el 2 de abril de 2012, al cumplirse 30 años del inicio de la guerra de Malvinas, anunció que había enviado una carta al CICR para que intercediera ante Gran Bretaña y se intentara identificar a los soldados argentinos”. Ahora, por fin, sus familias pueden tener paz.
Editado por Verónica Firme