Rekha Rajagopalan, maestra de escuela de 26 años, vivió toda su vida en la sureña ciudad india de Chennai. Pero en 2015, cuando se casó, migró hacia la capital porque su esposo y la familia de éste estaban radicados allí.
Su caso es uno entre millones de otras mujeres indias que, tras contraer matrimonio, abandonan su hogar natal para mudarse a otra ciudad con su nueva familia.
Los problemas de Rekha empezaron poco después de instalarse en Nueva Delhi. Acostumbrada al calor de Chennai, odiaba el frío de la capital en invierno. Estaba tan estresada que sus períodos menstruales se volvieron erráticos. También extrañaba a su hermana menor y confidente, Sumathi, y la comida de su madre.
“Para mí, mudarme a Nueva Delhi fue una gran conmoción cultural”, relató a IPS.
“Amo a mi esposo, pero es duro lidiar con la presión de vivir en una ciudad que está tan lejos de mi hogar paterno. La comida, el lenguaje, el clima, todo parece tan ajeno. Es casi como vivir en un planeta diferente”, agregó.
Según el último censo, realizado en 2011, 217,9 millones de mujeres indias tuvieron que dejar sus hogares natales para mudarse a otra parte del país al contraer matrimonio.
Estas cifras reflejan un aumento significativo desde el año 2001, cuando 154 millones de ellas concretaron ese cambio radical tras casarse. En contraste, los números correlativos en el caso de los hombres son mucho menores: 7,4 millones y seis millones en esos mismos años respectivamente.
Las migraciones femeninas dentro de territorio indio están pautadas principalmente por el matrimonio, como destacó el sitio web periodístico IndiaSpend. Según el censo de 2011, 97 por ciento de los habitantes del país que migraron por este motivo fueron mujeres, lo que implica una reducción marginal en relación al 98,6 por ciento que constituían en el censo de 2001.
En efecto, distintos estudios señalan a las mujeres como la categoría mayoritaria dentro de la población migrante en el país.
Durante la última década, 69 por ciento de ellas se mudaron de su lugar de residencia después de contraer nupcias, o bien para vivir en la localidad de su esposo o bien para irse con él a otra parte. En comparación, apenas 2,3 por ciento de las mujeres se reubicaron por motivos laborales y uno por ciento por educativos. El empleo y la educación en general constituyen 10 y dos por ciento del movimiento migratorio respectivamente.
Sin embargo, pese a lo extendido del fenómeno, las implicaciones de las migraciones femeninas no se han estudiado lo suficiente.
“La falta de atención sobre las migraciones debidas al matrimonio significa que se conoce muy poco sobre su alcance, distribución geográfica, cómo ha cambiado con el paso del tiempo, y su relación con (variables como) la edad, la distancia, la casta, el consumo del hogar y la geografía”, señala Scott L. Fulford en una investigación de 2015 titulada “Migraciones por matrimonios en India: Vastas, variadas e incomprendidas”.
Este tipo de migración es parte de “un rompecabezas más grande, de baja participación en la fuerza laboral, la educación y la negociación del poder por parte de las mujeres en India”, agrega.
Más allá de las diferencias entre regiones, la mayor parte del país practica alguna forma de exogamia en relación a la aldea de origen de las mujeres, haciendo que ellas se casen con alguien ajeno a su lugar natal y que se unan así a sus familias políticas en los pueblos de sus esposos, plantea.
“En toda India, tres cuartas partes de las mujeres mayores de 21 años han abandonado su lugar de nacimiento, casi todas a raíz del matrimonio”, escribe Fulford.
Aparte de poner a prueba la capacidad de una mujer para superar los enormes desafíos que implica un nuevo entorno, las migraciones por casamiento también disparan una sensación de desarraigo y desplazamiento de los lugares habituales y hogares establecidos hacia nuevas ubicaciones, lo que requiere un considerable sentido de la reorientación, coinciden expertos.
El demógrafo K. Laxmi Narayan, de la Universidad de Hyderabad, quien ha investigado los niveles de las migraciones de zonas rurales a urbanas en el país, sostiene en el ensayo “La crisis migratoria urbana de India” que el motivo de las migraciones por matrimonio es principalmente cultural y social.
En el norte del país, por ejemplo, no se espera que las mujeres se casen con un hombre de la misma aldea, “así que, invariablemente, matrimonio significa migración”, señala.
Sin embargo, a diferencia de lo que suele temerse, las migraciones por matrimonio no necesariamente empujan a las mujeres fuera del mapa del trabajo. Muchas de quienes migran al casarse sí se integran a la fuerza laboral, dice un informe del Ministerio de Vivienda y Alivio de la Pobreza Urbana de enero de 2017.
Las migraciones por motivos de empleo suelen aliviar la pobreza, aunque impliquen una vida dura en las ciudades indias, señaló IndiaSpend el 13 de junio de 2016.
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No obstante, la situación de las mujeres que migran tras casarse es análoga a la de los trabajadores migrantes, dijo Kavita Krishnan, activista y secretaria de la Asociación de Mujeres Progresistas de Toda India.
“Esas mujeres se sienten vulnerables y socialmente aisladas, dado que no son nativas del lugar al que se mudaron. A menudo son explotadas por sus esposos y las familias de estos, no se les permite contactar a sus familias paternas y se restringe su movilidad”, añadió, y la violencia doméstica y los abusos están a la orden del día en sus vidas.
El rampante fenómeno cultural de la “compra de novias” (cuando se compran mujeres de otras regiones para casarse con hombres que viven donde ellas escasean) solamente empeora la situación, explicó Krishnan.
“Estas mujeres son traídas de rincones remotos del país, y son mayoritariamente analfabetas. Muy lejos de sus seres queridos, su situación en una tierra desconocida es especialmente precaria”, agregó.
Ranjana Kumari, presidenta del Centro para la Investigación Social, con sede en Nueva Delhi, cree que la falta de correlación entre la cantidad de hombres y mujeres en India exacerba las migraciones por matrimonio.
Kumari citó como ejemplo el caso de Haryana, donde hay 914 niñas por cada 1.000 varones. Allí “se traen novias por la fuerza de otros estados, lo que conduce a su aislamiento e inadaptación cultural. Hemos visto casos de mujeres analfabetas en Bundelkhand (Madhya Pradesh) que son vendidas a hombres de otros estados por apenas 500 dólares”, explicó.
“Esta práctica tiene lugar en el marco del fenómeno de las migraciones forzadas, y es prevalente en muchos estados”, dijo.
Esas mujeres también tienen más probabilidades de permanecer en matrimonios abusivos que aquellas que viven cerca de sus hogares natales y se sienten empoderadas para salir de esas situaciones debido al apoyo emocional y monetario que le brindan su familia original y sus amigos.
Es muy inusual que una mujer busque divorciarse, y en caso de que lo haga se ve desalentada por los varios años que insume el proceso en tribunales, señaló Kumari.
“A menudo estas mujeres no pueden costear las varias rondas de litigios y dependen de otros para subsistir económicamente. Así que terminan transigiendo y viviendo con sus familias abusivas, especialmente si hay niños y niñas de por medio”, explicó.
Diversos expertos coinciden en que por culpa de la falta de estudios detallados sobre este fenómeno, así como por la carencia de suficientes debates públicos al respecto, no se implementa ninguna política para abordar los problemas específicos que suscita la migración por matrimonio.
“En esos casos se aplican las reglas de un divorcio normal”, dijo Abha Rastogi, abogado de la Alta Corte de Justicia.
“Pero a menudo hay en juego matices que son pasados por alto debido a la falta de datos y de investigaciones en la materia. Necesitamos abordar esta laguna de inmediato”, opinó.