Los países de América Central trabajan en fortalecer su infraestructura eléctrica regional para dinamizar el intercambio de electricidad generada con fuentes renovables, más baratas y amigables con el medio ambiente.
Con el Corredor de Energías Limpias, un proyecto acordado en 2015 por los gobiernos de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá, esas naciones pretenden compartir sus excedentes de electricidad proveniente de fuentes renovables, incluidas las no convencionales, como la eólica, geotérmica y solar.
Para ello es necesario modificar paulatinamente sus matrices energéticas para depender cada vez menos de la energía térmica, más cara y con más impactos negativos al planeta, pues funciona a partir de la combustión de fuentes fósiles, como los derivados del petróleo.[pullquote]3[/pullquote]
El objetivo es inyectar energías más limpias al sistema que interconecta las redes eléctricas de los países de la región, con beneficios económicos y ambientales, dijeron a IPS expertos y autoridades regionales.
“Cada uno de los países está haciendo lo posible por generar con energía limpia (…) y si hay más generación de lo que se consume, es ilógico que no se pueda utilizar en otros países que están haciendo uso de energías térmicas, allí es donde viene el Corredor de Energías Limpias”, dijo a IPS desde Panamá el director de Electricidad, de la Secretaría (ministerio) de Energía de ese país, Fernando Díaz.
Alrededor de 60 por ciento de la electricidad en la región es producido con fuentes renovables, mayoritariamente a partir de plantas hidroeléctricas.
Pero aún mantiene una importante dependencia de energías fósiles, estima un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, en inglés).
Esa organización, con sede en los Emiratos Árabes Unidos, promueve el desarrollo de las energías renovables en el mundo, y es la principal impulsora del proyecto del Corredor en América Central, que sigue esfuerzos similares en África y en el Sudeste Asiático.
El Corredor utilizaría la plataforma que ya funciona en América Central, una red de transmisión eléctrica de 1.800 kilómetros que atraviesa esta zona geográfica, desde Guatemala, en el extremo norponiente, hasta Panamá, en el sureste.
Esa red fue construida para darle vida al Mercado Eléctrico Regional , creado en mayo del 2000, como parte del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), un mecanismo de complementación política y económica establecido por los presidentes del área en diciembre de 1991, que se impulsa con un tejido de organismos regionales.
Más de 50 por ciento de la energía transada es provisto con plantas hidroeléctricas, 35 por ciento con térmicas y 15 por ciento con geotérmicas, fotovoltaicas y eólicas, explicó el nicaragüense René González, director ejecutivo del Ente Operador Regional (EOR), administrador de las transacciones de energía en el mercado eléctrico.
Se estima, añadió en diálogo con IPS en San Salvador, que la participación de las renovables no convencionales podría incrementarse hasta 20 por ciento en el 2020.
Los países del área en su conjunto requerirán, además, de una inyección de siete gigavatios adicionales a la oferta actual para ese año, según un reporte publicado en julio por IRENA.
El Corredor va en sintonía con los propósitos planteados en la Estrategia Energética Sustentable Centroamericana 2020, acordada por los gobiernos del área en 2007, que intenta superar la dependencia de energía fósil, y fomentar las renovables, señaló a IPS el director ejecutivo de la Secretaría General del SICA, Werner Vargas.
“La idea (del Corredor) es inyectar energías limpias en el sistema eléctrico de Centroamérica, pero garantizando que no haya demasiada variabilidad”, explicó Vargas, en la sede de la Secretaría en San Salvador.
En efecto, parte de los retos es lograr operar un sistema con mayores flujos de electricidad renovable, que es más inestable, como sucede en las fuentes solar y eólica, cuya generación depende de la variabilidad del clima.
“El problema es la estabilidad de las fuentes. El Estado puede tener una planta fotovoltaica que produzca 60 megavatios, pero hay que garantizar que si hay variabilidad tenga respaldo ya sea térmico, hidroeléctrico o de otra fuente que permita compensar ese compromiso con el mercado”, añadió Vargas, también nicaragüense.
Los gobiernos del área también deben desarrollar los marcos regulatorios necesarios para adecuar los procesos técnicos y de compraventa de energía mayoritariamente renovables.
En la medida en que las redes eléctricas nacionales estén alimentada con fuentes limpias, y los excedentes alcancen la red regional, los consumidores centroamericanos podrán disponer de electricidad más barata.
“El costo de producción de la electricidad es como 70 por ciento del costo total, de modo que si quiere reducir el costo del suministro al agente final tiene que reducir el costo de producción, y así incidir en la tarifa final del consumidor”, destacó González, del EOR.
Agregó que el corredor vendría a incidir en los costos de producción, y el mercado regional es una opción para lograr ese objetivo, pues puede inyectar energía más barata producida en otras regiones.
En ese mismo sentido, “la visión que se tiene en Centro y Latinoamérica, es ir caminando hacia las energías renovables, hacia los corredores, y por eso es importante las conexiones interregionales”, indicó Díaz, de la Secretaría de Energía de Panamá.[related_articles]
Citó el caso de la interconexión entre Panamá y Colombia, aún en proyecto, que uniría el mercado eléctrico de ese país sudamericano no solo con Panamá, sino que, a través de este, con toda América Central, y esta, a su vez, con otras regiones de América del Sur.
“Así tendremos capacidad de poder captar energía solar proveniente del desierto de Atacama, en Chile; hídrica, de Brasil, y la eólica, de Uruguay, esas cosas son las que estamos viendo como región”, subrayó.
Otro beneficio económico, derivado de una mayor integración energética en América Central, es que la región resulta más atractiva a los inversionistas internacionales, al verla como bloque, en lugar de seis países.
“Es más atractivo invertir en proyectos más grandes que de manera individual, esa es otra pretensión fundamental del proyecto: genera condiciones para atraer inversiones”, sostuvo González, del EOR.
Sim embargo, pese a las ventajas económicas y ambientales que plantea un mayor desarrollo de las fuentes de energía renovables, algunos ambientalistas sostienen que el tema se está viendo demasiado desde la óptica técnica y económica, sin considerar algunos costos sociales que esos proyectos pueden acarrear.
“Hay proyectos donde se utiliza colectores solares en buenas extensiones de terreno, que podrían utilizarse para cultivar o construir viviendas (…) pareciera que solo hay interés en energía y en hacer dinero rápido”, sostuvo Ricardo Navarro, director del no gubernamental Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada.
Navarro, al frente de la filial salvadoreña de Amigos de la Tierra Internacional, señaló a IPS que es importante para el planeta buscar incrementar el uso de energías renovables, pero con ese mismo énfasis los gobiernos del área deberían de empeñarse en políticas de ahorro de energía.
“¿Qué tal si tratamos de reducir la demanda? Por ejemplo, un árbol evita que pegue el sol directamente sobre un edificio, y con ello se reduce la carga de aire acondicionado, también hay formas de cocción de alimentos con menos electricidad”, acotó.
Editado por Estrella Gutiérrez