A los 60 años, Sheila Mponda vio partir a sus cuatro hijos, quienes se fueron de Zimbabwe a Gran Bretaña en busca de mejores oportunidades. Además, hace poco perdió a su marido, tras una vida dedicada al trabajo en el hogar.
La separación tuvo un sabor amargo, pero sus hijos lograron armar su vida en el extranjero y le mandan dinero regularmente para cubrir sus necesidades.
“Al ser viuda, la gente espera que viva en la pobreza abyecta, por ser mayor, no tener formación y un marido fallecido. Pero mis hijos en el extranjero son un milagro”, destacó.
Todos tienen varios trabajos para mantener a sus familias en Gran Bretaña y en su país. Pero “¿dónde trabajarían en Zimbabwe con la economía actual?”, reconoció Mponda en diálogo con IPS.
El director de Human Rights Watch (HRW) para África austral, Dewa Mavhinga, explicó que las remesas de la diáspora son muy importantes para mantener a las familias zimbabwenses y para muchos es la diferencia entre sobrevivir y morirse de hambre.
“El colapso de la economía de Zimbabwe y la mala gobernanza dificultan la posibilidad de que el gobierno aproveche los fondos de la diáspora y hagan un buen uso para un desarrollo sostenible”, explicó Mavhinga.
También subrayó la necesidad de que el gobierno restablezca la confianza del público en su voluntad de proteger las inversiones de la población como una forma de atraer más fondos de la diáspora.
El economista Prosper Chitambara, del Instituto de Investigación en Desarrollo Laboral y Económico, dijo a IPS que las remesas solo ayudan a mitigar la extrema pobreza, al oficiar de protección social, más que propiciar el desarrollo económico.
“La incertidumbre en el país afecta su capacidad de utilizar y aprovechar mejor las remesas, pues nadie quiere invertir dinero en un entorno inestable”, indicó Chitambara.
También sugirió la necesidad de que el gobierno emita bonos para la diáspora, clarifique el asunto de la doble ciudadanía y permita que los ciudadanos residentes en el extranjero voten en las elecciones.
“El gobierno debe involucrar a la gente de la diáspora en cómo trabajar mejor juntos para el desarrollo del país”, añadió.
El año pasado, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) junto con el gobierno de Zimbabwe lanzaron la Dirección Nacional de la Diáspora de Zimbabwe para mejorar la participación y el involucramiento de los ciudadanos en el extranjero en el desarrollo nacional.
“Alentamos al gobierno a conocer a su diáspora mapeando sus ubicaciones, reuniendo inventarios de sus capacidades y experiencias, e involucrando a una amplia gama de personas en hacer listas de eventos para comprender lo que la diáspora está dispuesta a ofrecer y qué espera del gobierno, pues eso sienta las bases para una buena comunicación y generación de confianza mutua”, señaló la jefa de la misión de OIM en Zimbabwe, Lily Sanya.
La OIM implementa un proyecto llamado “Promoviendo la gobernación en migraciones en Zimbabwe”, que busca ofrecer capacidades al gobierno para gestionar mejor estas cuestiones.
“La OIM buscar crear plataformas para promover el diálogo entre el gobierno y la diáspora zimbabwense para que esta última participe en el desarrollo nacional y la gobernanza”, precisó Sanya.
En octubre de 2016, la OIM facilitó reuniones de involucramiento de la diáspora con el gobierno en Gran Bretaña, Canadá y Sudáfrica.[related_articles]
“Lentamente se construye la confianza entre el gobierno y la diáspora y las asociaciones que la reúnen comienzan a preguntar cómo pueden trabajar junto con el gobierno en el desarrollo nacional”, dijo Sanya a IPS.
Se implementó un programa de transferencia de capacidades, donde expertos de Zimbabwe residentes en el extranjero viajan por un corto plazo para construir capacidades y habilidades de profesionales locales en los sectores de la salud y la educación.
“La OIM también asiste a migrantes zimbabwenses en otros países para que retornen a su país con dignidad en el marco del programa de Reintegración y Retorno Voluntario Asistido. Reciben apoyo para comenzar pequeños negocios y ayudarlos a reintegrarlos en la sociedad”, apuntó Sanya.
Además, la OIM asiste al gobierno a formular un plan de acción y una Política Nacional de la Diáspora para el período 2017-2022.
“El apoyo se ofrece al gobierno a través del Ministerio de Trabajo y Bienestar Social al formular una Política Nacional de Trabajo, que asegurará la protección de los derechos de los trabajadores zimbabwenses en el exterior”, añadió Sanya.
Para los zimbabwenses en Sudáfrica, el gobierno sudafricano anunció la extensión de un permiso especial para casi 200.000 migrantes económicos durante cuatro años.
Eso solo se aplica a los que ya tienen permisos, no para nuevos solicitantes.
“El gobierno de Zimbabwe debe realizar un nuevo llamado para nuevos solicitantes puede es probable que hayan más zimbabwenses indocumentados en Sudáfrica que los que tienen permiso especial”, indicó Mavhinga, de HRW.
“Eso puede ayudar al gobierno de Zimbabwe a otorgar documentos a los zimbabwenses e inscribirlos de manera que tributen y contribuyan a la economía sudafricana”, explicó.
El ministro del Interior de Sudáfrica, Hlengiwe Mkhize, subrayó que la extensión obedeció al empeoramiento de la situación económica, pero el permiso no es una vía para la residencia permanente, es decir que se espera que los zimbabwenses regresen a su país.
Según el Departamento del Interior, más de un millón de personas solicitaron asilo a Sudáfrica, la mayoría zimbabwenses, aunque hay otros de Nigeria, Etiopía y Mozambique, entre otros países africanos.
Entre 50 y 150 personas son detenidas cada día al intentar renovar sus permisos.
En diálogo con el sitio de Internet Refugees Deeply, Gabriel Shumba, director del Foro de Exiliados de Zimbabwe, explicó: “Visitamos el Centro de Repatriación Lindela y señaló con mucha preocupación que los detenidos por deportación incluyen a quienes intentan solicitar o renovar su estatus de asilo y refugiados”.
Traducido por Verónica Firme