El sábado 29 de julio, Miami será el escenario de una verdadera novedad futbolística. El Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona, Barça, se enfrentarán en un partido que se etiqueta como un “clásico”. Se trata de un encuentro parte de la International Champions Cup, una novedosa competición que reúne los mejores equipos de Europa en la reciente década, distribuidos en dos grupos que compiten en Asia y en Estados Unidos.
Es en realidad una sustitución de los diferentes ensayos que todos los clubs organizan como preparación de la nueva temporada. Un complicado sistema de puntuación dará dos “campeones”. Pero, ese resultado es lo de menos. La novedad es poder contemplar a varias docenas de astros de nivel verdaderamente mundial, en pleno rendimiento.
El encuentro de Miami se enmarca, por otra parte, en una problemática extradeportiva de los equipos de las dos principales ciudades españolas, y también de la propia federación española, como preludio de la Copa Mundial de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), que se jugará el próximo verano en Rusia. Los dos contendientes del encuentro miamense han cosechado triunfos notables en la última década.
El Barça se ha encaramado a la cima planetaria gracias a un trío de entrenadores que elevaron a la máxima categoría la forma de jugar que en Barcelona introdujo el holandés Johan Cruyff, como jugador en la década de 1970, y ya como entrenador en plenos 1990. Se había terminado el tradicional juego de pase largo a los delanteros y defensa individual. Cruyff inventó el futbol total.
Nadie tenía una posición fija: todos se turnaban en sus funciones, todos podían ser un Pelé moderno.
Como entrenador, Cruyff tuvo un alumno aventajado: Pep Guardiola, quien elevaría al Barça a las alturas inauditas del planeta futbolístico. Antes, sin embargo, otro holandés y exjugador, Frank Rijkaard, introdujo algunas de las novedades con la ayuda del astro brasileño Ronaldinho. Superaron al Real Madrid sin apenas esfuerzo.
Con Guardiola se acrecentó la incorporación al primer equipo de una decena de alumnos de La Masía, la modélica escuela de jugadores. En algunos partidos, los alumnos acapararon las alineaciones arropando el astro insustituible: Leonel Messi, alumno desde sus 13 años. El método Barça maravilló al mundo.
Una vez desaparecido Guardiola, en los últimos años otro antiguo jugador, Luis Enrique, repitió la hazaña e incluso consiguió un triplete (Liga española, Copa del Rey y Champions).
El Barça ahora está en recomposición y en la última temporada ha sido rebasado por el Real Madrid, que ha ganado la ansiada Liga (solamente lo había hecho una vez en toda una década, y la duodécima Champions, sin par en la historia europea.
El Real ha conseguido esta proeza gracias a la veteranía de jugadores españoles (Sergio Ramos, sobre todo) y las estrella foráneas, entre las que destaca, sin discusión, Cristiano Ronaldo.
El Madrid apenas ha notado la desaparición de su mejor guardameta de la historia, Iker Casillas, bastión de la selección nacional que consiguió la Copa del Mundo en Sudáfrica en 2010 y dos campeonatos europeos seguidos, bajo la batuta del entrenador Vicente Del Bosque, antiguo jugador del Real.
Entre Madrid, Barcelona y la selección nacional, España se ha encaramado a las alturas de la galaxia futbolística, algo inalcanzable hace apenas unos años.
Aunque los encuentros de Estados Unidos sirven para que todos los jugadores se rueden convenientemente, al menos en la primera parte los equipos presentan alineaciones con todas sus luminarias.
Messi, sin embargo, no podrá ser retado por Ronaldo, ya que el portugués ha prescindido de la gira americana, debido a que compitió en la Copa Confederaciones (Portugal es el más reciente campeón de la Copa de Europa). Pero la pareja Barça-Madrid tendrá otro doble clásico en pocos días cuando deban enfrentarse en la supercopa española (campeones de Liga y Copa del Rey), ya con Ronaldo de vuelta en el campo.
Pero, en fin, el espectáculo está servido y ninguno de los espectadores se arrepentirá de haber pagado los precios astronómicos de las entradas. Es un placer en la vida, como cualquier gasto extraordinario que daña a la economía familiar por décadas. De alguna manera hay que pagar los sueldos siderales de la mayoría de los jugadores titulares.[related_articles]
De cualquier modo, los detalles económicos se están viendo empañados por una epidemia de denuncias y procedimientos judiciales que amenazan con sentencias contundentes contra algunos de los astros, a causa de la evidente evasión de impuestos de sus ingresos por traspasos y promociones publicitarias hacia paraísos fiscales.
Messi apenas se libró recientemente de la cárcel al haber pagado tardíamente sus debidos impuestos, pero ahora deberá responder por otro caso. Ronaldo al parecer escondió millones en otros escenarios y su impresionante yate ha sido inspeccionado en busca de pruebas. Como reacción a las pesquisas tarifarias, Ronaldo amenazó con abandonar el Real Madrid, y solamente el presidente Florentino Pérez, uno de los hombres más ricos de España, consiguió disuadirle.
El Barça también se halla inmerso en una interminable saga de disputas entre sus sucesivos presidentes. El anterior al actual Josep Maria Bartomeu, Sandro Rossell, está ahora en una cárcel de Madrid por haber recibido comisiones en el traspaso de estrellas como Neymar da Silva Santos.
Por cierto, este impresionante brasileño acaba de recibir una oferta del Paris Saint-German, dispuesto a pagar la cláusula de traspaso de nada menos que 220 millones de euros (256 millones de dólares). Ni siquiera Messi quiere que su compañero de ballet se vaya.
Finalmente, al mismo presidente de la Federación Española de Fútbol, Angel María Villar, está también en prisión provisional, acusado de una serie de sobornos y corrupción a lo largo de sus casi 30 años en el cargo. Los enigmáticos casos de la selección de Rusia y Qatar para las próximas copas mundiales están detrás. Pero el mayor espectáculo del mundo no se detiene. Nadie lo desea.
Joaquín Roy es catedrático Jean Monnet y director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami. jroy@miami.edu