La activista pakistaní Malala Yousafzai, designada mensajera de paz, y el secretario general de la ONU, António Guterres, subrayaron las dificultades que afrontan las familias para educar a sus hijos en los campamentos para refugiados.
“Usted es el símbolo de una de las causas más importantes del mundo, la educación para todos”, declaró António Guterres, secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) durante la ceremonia de designación de Yousafzai como mensajera de paz, la más joven de la historia.
“Con admiración por su valiente defensa de los derechos de todas las personas, incluidas mujeres y niñas, a la educación y a la igualdad y honrando el hecho de que usted demostró, aun frente a graves peligros, un inquebrantable compromiso con la paz, es un gran orgullo y placer para nosotros proclamar a Malala Yousafzai, mensajera de paz de la ONU”, prosiguió.
La adolescente pakistaní de 19 años se volvió un símbolo mundial de la lucha por la educación de las niñas en 2012, cuando los talibanes le dieron un tiro en la cabeza.
Desde entonces y tras su recuperación, aboga por los derechos humanos, convirtiéndose en la persona más joven en recibir el premio Nobel de la Paz, y creó el Fondo Malala, dedicado a crear conciencia sobre las millones de niñas que quedan fuera de la educación formal.
“Hace casi tres años y medio, estuve parada en este mismo estrado y le dije al mundo que la educación es un derecho humano básico de todas las niñas. Hoy estoy aquí otra vez y digo lo mismo: la educación es un derecho de todos los niños y, en especial, de las niñas, un derecho que no debería ser olvidado”, declaró, tras aceptar su nueva función.
Unas 130 millones de niñas no están escolarizadas en el mundo; y a menudo carecen de educación porque tienen que trabajar, cuidar a sus hermanos menores o porque las obligan a casarse. Muchas, también, son víctimas de violencia, una barrera adicional a su escolarización.
Además de los temas de educación, Yousafzai ha defendido la causa de refugiados y víctimas de los conflictos.[related_articles]
En lo que respecta al conflicto en Siria, declaró: “A los niños sitiados en Alepo, rezo que salgan a salvo. Rezo para que crezcan fuertes, vayan a la escuela y un día vean la paz en su país. Pero las oraciones no bastan. Debemos actuar. La comunidad internacional debe hacer todo lo posible para poner fin a esta guerra inhumana”.
Yousafzai también condenó el decreto de Estados Unidos que prohibe el ingreso a su territorio de ciudadanos de varios países musulmanes y dijo sentirse “destrozada”. Además, le pidió al presidente Donald Trump que no le dé la espalda a las familias que huyen de la violencia y de la guerra.
“Soy musulmana y estoy orgullosa de serlo. Creo que la gente debe mirarme a mí y a los otros 1.600 millones de musulmanes que viven en paz y creen en ella, en vez de mirar a los pocos terroristas, no son nosotros”, subrayó en la ceremonia de designación.
Tanto Yousafzai como Guterres se refirieron a las dificultades que afrontan las familias en los campamentos para refugiados.
Alrededor de 50 por ciento de los niños y niñas refugiados tienen acceso a la educación primaria en el mundo. La brecha aumenta a medida que crecen, y solo 22 por ciento tienen acceso a la educación secundaria y menos de uno por ciento a la terciaria.
En Líbano, solo la mitad de los niños refugiados sirios van a la escuela. “Eso muestra lo poco que hace la comunidad internacional por la educación de los niños refugiados”, observó Guterres.
“Es nuestra responsabilidad, en especial de los países ricos, expresar nuestra solidaridad hacia todos los que por desgracia no puede proveer a sus hijos la educación que tienen derecho de recibir”, apuntó.
El Fondo Malala ayuda a financiar escuelas en todo el mundo, que incluye programas de educación en los campamentos de Zaatari y Azraq, en Jordania.
Los mensajeros de paz son personalidades distinguidas en distintos ámbitos y elegidas por el secretario general de la ONU con el fin de crear conciencia sobre el trabajo del foro mundial Anteriores mensajeros de paz fueron el actor Leonardo Di Caprio, el escritor brasileño Paulo Coelho y el cantante estadounidense Stevie Wonder.
Traducido por Verónica Firme