Es difícil olvidar lo difícil que fue conseguir el primer empleo, la búsqueda, la frustración del rechazo, el nerviosismo de la entrevista o el primer día de trabajo. Y con el alarmante desempleo que aqueja a muchos países, el ingreso al mercado laboral es cada vez más difícil para los jóvenes.
Pero imaginen cuánto más difícil es para quienes no cuentan con apoyo parental. La desventaja es mayor para los jóvenes criados en hogares alternativos, en familias en riesgo de separación o que sufrieron algún trauma infantil, tuvieron una infancia difícil o carecen de una buena formación escolar.
Para ellos, el primer empleo es una cuestión de supervivencia, es la diferencia entre una vida independiente y digna o una signada por las dificultades y el abandono. Para ellos, es una señal de confianza.
No es de sorprender que la falta de capacidades y de formación sean los factores principales detrás de la falta de trabajo y del empleo irregular. Los jóvenes que abandonan sus estudios y que solo tienen un certificado de enseñanza secundaria constituyen los 73 millones de jóvenes menores de 25 años que están desempleados.
La situación se agrava en las regiones más pobres. Más de uno de cada tres jóvenes, 37,8 por ciento en los países en desarrollo, constituyen el grueso de quienes trabajan y están agobiados por la pobreza, según el informe Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En otras palabras, tienen un empleo irregular y pocas oportunidades educativas y menos protección social.
Conscientes de las dificultades económicas y sociales, los responsables de redactar los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) incluyeron varios compromisos para ayudar a combatir el desempleado juvenil.
El concepto central es reconocer que empoderar a los jóvenes a través de la capacitación y un trabajo significativo es fundamental para reducir la pobreza, la desigualdad y construir un mundo mejor.
Pero los ODS son solo un paso hacia ese fin.
Con un desempleo juvenil que afecta a 13 por ciento de los menores de 25 años, casi tres veces más que los mayores de esa edad, es necesario repensar la estrategia para desarrollar las capacidades que necesita la generación del milenio, y en especial quienes crecen en entornos vulnerables o marginados.
El Día Internacional de la Juventud, celebrado el 12 de este mes, se aprovechó para pensar en cómo ayudar a los jóvenes.
Para reducir el desempleo, los gobiernos deben redoblar la inversión en capacitación vocacional y en una educación de calidad que pueda adaptarse a los tiempos cambiantes.
Además, se puede ser más creativo en las asociaciones con el sector privado, por ejemplo, mediante oportunidades de formación y de tutorías. Después de todo, invertir en el bienestar de niños y niñas y ayudar a los jóvenes a que tengan un buen comienzo en su vida independiente, con el tiempo, genera beneficios y promueve un desarrollo económico positivo.[related_articles]
Aldeas Infantiles forjó ese tipo de asociaciones en los últimos años con el fin de crear oportunidades para los jóvenes. La organización vinculó estudiantes y adultos jóvenes, muchos de los cuales se criaron en hogares alternativos o en familias en riesgo, con empresas que ofrecen tutorías y oportunidades para crear capacidades.
Por ejemplo, la asociación GoTeach con la empresa alemana Deutsche Post DHL Group ofreció a más de 7.000 jóvenes de entre 15 y 25 años en por lo menos 26 países capacitación y oportunidades de hacer carrera. Pero sobre todo, les dio esa primera oportunidad y confianza que necesitaban.
Es una forma de que los jóvenes se hagan cargo de su vida definiendo sus necesidades y participando en el diseño de su formación.
Tras el lanzamiento de GoTeach, en 2011, se observó que los jóvenes tenían más confianza en sus perspectivas de trabajo.
Pero también mejoraron su autoestima, se sintieron más inspirados por las alternativas laborales y más motivados a conducir su propio futuro. Muchos, además, desarrollaron una relación especial con sus mentores voluntarios, quienes, a su vez, dijeron que les fue útil contribuir a crear mejores comunidades donde se pueda vivir y trabajar.
En julio, se presentaron esas experiencias en el UN Partnership Exchange (intercambio de asociaciones de la Organización de las Naciones Unidas), un foro para compartir buenas prácticas para el logro de los ODS.
Esas iniciativas muestran cómo las organizaciones internacionales, los gobiernos, la sociedad civil y las empresas pueden contribuir al logro de los ODS.
La creatividad, los resultados cualitativos, garantizar la inclusividad y la participación significativa en los procesos de decisión, además de concentrarse en valores, en vez de en el rendimiento inmediato, son algunas de las clave del éxito de ese tipo de asociaciones.
Además, tenemos el deber de ayudar a equipar a la próxima generación con oportunidades para tomar riesgos, aprender y diseñar su propio futuro para encontrar una carrera que les sea significativa. Y las asociaciones laborales son una forma de hacerlo.
Si lo que se quiere es construir un mundo más justo y más equitativo para todos, entonces invertir en un empleo juvenil decente y estable, es una de las formas más beneficiosas dehacerlo.
Traducido por Verónica Firme