Para aprovechar el sábado, día de compras en el popular mercado de Bvumbwe, en el distrito de Thyolo en la capital de Malawi, la verdulera Esnart Nthawa se levanta a las tres de la madrugada y se prepara para un trayecto de 40 kilómetros.
El día anterior, Nthawa, de 35 años, recorrió la aldea, en el distrito de Chiradzulu, comprando tomates y ocra a los agricultores, que luego empaquetó en su dengu (canasta tejida).
Para ir al mercado debe trasladarse en una bicicleta contratada hasta la estación donde toma el autobús para llegar a Bvumbwe; así los productos llegan más rápido y seguros. Al final de la jornada, recoge sus pertenencias y regresa a su aldea.
“Caminamos por lo menos tres horas, nuestros cuerpos ya se acostumbraron porque no tenemos otra alternativa. Si no lo hago, mis hijos sufrirán. Mientras hablo con usted, están esperando que les lleve comida”, relató Nthawa a IPS.
“Compro un cuenco de maíz en el molino para hacer la harina con la que preparo el nsima (una gacha espesa que es el alimento básico en Malawi). Es lo único que van a comer hoy”, reconoció.
La “temporada pasada solo cosechamos dos sacos de maíz, como sabe el clima fue malo. Ahora ya se acabó y vivimos al día, comiendo lo que podamos encontrar”, añadió Nthawa.
La historia de Nthawa se repite en este país, donde casi la mitad de la población pasa hambre este año por la pérdida o la escasez de cosechas a raíz del fenómeno de El Niño, que golpeó a la mayor parte del sur y norte de su territorio a fines de 2015.
El ministro de Agricultura, Irrigación y Desarrollo Hídrico, George Chaponda, dijo en el parlamento el 25 de mayo que 8,4 millones de personas sufrirán la inseguridad alimentaria en la temporada 2016-2017.
Su declaración contradice a la del presidente, Peter Mutharika, quien en su discurso del Estado de la Nación el viernes 20 de mayo dijo que 2,8 millones pasarán hambre.
La evaluación del Programa Mundial de Alimentos (PMA) dijo que ocho millones de personas sufrirán inseguridad alimentaria este año por los efectos de El Niño. Las destructivas inundaciones en el norte exacerbaron los problemas de Malawi, lo que llevó al presidente a declarar en abril el estado de emergencia en todo el país.
La sequía también afecta a Zimbabwe y a otros países de África austral, por lo que 28 millones de personas pasan hambre.
Para hacer frente a la crisis, el ministro de Agricultura, Chaponda, dijo que el gobierno “dispuso un plan para importar un millón de toneladas de maíz blanco dbrir el faltante”.
Las autoridades estiman que se necesitarán por lo menos 1.290.000 toneladas de maíz para hacer frente a la crisis alimentaria, de las cuales 790.000 se distribuirán entre los más afectados por la sequía entre abril de este año y marzo de 2017.
El gobierno también prevé reforzar la irrigación en las tierras comerciales y de pequeños agricultores, con el fin de aumentar la producción de maíz a escala nacional, para lo que se necesitarán 18 millones de dólares, según funcionarios.
Además, los precios de los alimentos siguen subiendo con la depreciación del kwacha, lo que obliga a las familias de agricultores a limitar las comidas diarias o incluso a vender su propiedad para hacer frente a la situación. Un saco de maíz que suele costar unos siete dólares, se disparó a 15.
Los menores son los más golpeados por la situación. Las últimas estadísticas sobre malnutrición aguda y severa muestran un aumento de 100 por ciento de casos entre diciembre de 2015 y enero de este año, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
La agencia dijo que registró más de 4.300 casos de malnutrición severa en enero, el doble de diciembre.
La pediatra Queen Dube, del estatal Hospital Central Queen Elizabeth, el principal centro de referencia en Blantyre para el sur de Malawi, aseguró que hubo un aumento en el número de casos de malnutrición.
“Actualmente, tenemos 15 niños y niñas en la Unidad de Rehabilitación Nutricional, algunos tienen marasmo, que los deja con una delgadez extrema y desgastados, y otros Kwashiorkor, cuando el cuerpo presenta hinchazón”, detalló Dube.
“Hay algunos que tienen una combinación de ambas. Esos niños sufrieron de diarreas importantes”, añadió.
El hospital les suministra una alimentación terapéutica con tipos especiales de leche y chiponde (mantequilla de maní fortificada) por un plazo determinado hasta que recuperan peso y mejora su apariencia corporal general, indicó Dube.[related_articles]
“Además reciben tratamiento para las enfermedades derivadas que puedan aparecer. También mejoramos la atención de las madres y adultos que tengan la guarda sobre una nutrición adecuada para que cuando regresen a sus casas puedan utilizar los pocos alimentos que tienen para preparar comidas más nutritivas para los niños”, explicó.
Por su parte, numerosos activistas declaran que ya es tiempo de que el gobierno garantice la seguridad alimentaria del país con las medidas recomendadas por organizaciones independientes como el Comité para Evaluación de la Vulnerabilidad de Malawi (MVAC, en inglés), según el cual 2,8 millones de personas pasaron hambre en 2015.
Por su parte, el presidente de la Red por el Derecho a Alimentos, Billy Mayaya, dijo a IPS: “Hay demasiada politización y sobredependencia del maíz para el consumo. El gobierno debe usar los datos del MVAC y considerar la Iniciativa del Cinturón Verde y las estrategias para llevarla a cabo”.
En su discurso del Estado de la Nación, el 20 de mayo, el presidente dijo que esa iniciativa seguía siendo una prioridad de su gobierno “para aumentar la productividad de cultivos seleccionados de alto valor”.
También señaló que el gobierno planea aumentar la producción de arroz, tanto para consumo interno como la exportación, así como recuperar la industria del tabaco. Malawi depende de este último para su ingreso de divisas.
En febrero, el presidente Mutharika realizó un llamado internacional solicitando asistencia, tras lo cual socios como Gran Bretaña y Japón ofrecieron 35 millones de dólares. El gobierno también recibió otros 80 millones del Banco Mundial para el Proyecto de Emergencia para la Recuperación de las Inundaciones.
El gobierno de Estados Unidos fue el primero en responder a esta última crisis con una contribución de 55 millones de dólares.
Mientras, continúa la lucha por la supervivencia de las familias pobres de Malawi, como la de Nthawa. Cuando sus hijos comen una sola vez al día, las autoridades siguen reuniéndose para diseñar una estrategia para hacer frente a la crisis en hoteles caros con cenas lujosas.
Traducido por Verónica Firme