«El odio se está generalizando. Los muros – que atormentaban a las generaciones anteriores, y nunca produjeron una solución sostenible para ningún problema – están regresando. Se erigen barreras de sospecha, que serpentean por y entre nuestras sociedades, y son asesinas”, denunció el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
El diplomático jordano Zeid Ra’ad Al Hussein pronunció esas palabras ante la 32 sesión del Consejo de Derechos Humanos del foro mundial, que comenzó el 13 de este mes y concluye el 1 de julio en Ginebra.[pullquote]3[/pullquote]
«Las restricciones de las libertades públicas, y la represión de los activistas de la sociedad civil y los defensores de los derechos humanos, están recortando las fuerzas que sustentan el buen funcionamiento de las sociedades. Las instituciones judiciales, que actúan como controles del poder ejecutivo, se están desmantelando”, advirtió.
«Las leyes, las instituciones, y más aún, los valores que nos unen se tambalean. Quienes más sufren este asedio son nuestros semejantes… que llevan la peor parte de la privación, la miseria, la injusticia y el derramamiento de sangre», agregó.
«En realidad solo hay una manera de asegurar un futuro que sea bueno y sostenible (para la humanidad): asegurar el respeto, resolver las disputas, construir instituciones que sean sólidas y justas y compartir los recursos y las oportunidades de manera equitativa», exhortó.
El Comisionado de Derechos Humanos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) dijo que muchos países se han distinguido al darle la bienvenida a un gran número de inmigrantes y refugiados desesperados, a menudo aterrorizados y en situación de pobreza.
«Sin embargo, muchos países más no lo han hecho. Y al no aceptar a una parte justa de los más vulnerables del mundo se está socavando los esfuerzos de los Estados más responsables. En general, vemos una fuerte tendencia que anula los compromisos internacionales, niega la humanidad básica y cierra las puertas en el rostro de los seres humanos que lo necesitan», denunció.
«Europa debe eliminar la histeria y el pánico”
«La única manera sostenible de resolver los movimientos actuales de personas será mejorando los derechos humanos en los países de origen», aseguró Zeid.
«Europa tiene que encontrar la manera de encarar la crisis actual de migración de forma coherente y… que respete los derechos de las personas afectadas, incluso en el contexto del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía», concretado el 22 de marzo.
«Es totalmente posible la creación de sistemas de gestión de la migración que funcionen bien, incluso para un gran número de personas, con una determinación justa y eficaz de las necesidades individuales de protección, si los gobiernos europeos logran eliminar la histeria y el pánico de la ecuación, y si todo contribuyen con la solución», argumentó.
De acuerdo con Zeid, en muchas partes de Medio Oriente y el norte de África la represión, el conflicto o la anarquía violenta aplastan la libertad y la esperanza de la gente. «La tortura, las ejecuciones sumarias y las detenciones arbitrarias son ataques a la seguridad de las personas, no medidas para proteger la seguridad. Es un error imaginar que atacando los derechos del pueblo los hará más seguros o conformes», sostuvo.
«El antídoto para el salvajismo del extremismo violento es un mayor imperio de la ley», dijo, y añadió que «la mejor manera de luchar contra el terrorismo y de estabilizar la región es combatir la discriminación, la corrupción, el mal gobierno, los fracasos de la policía y la justicia, la desigualdad, la negación de las libertades públicas y otros factores de radicalización”.
Desradicalización
La radicalización, o más bien la desradicalización, es precisamente el objetivo de un panel que se llevará a cabo el jueves 23, organizado en el contexto del actual período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos por el Centro de Ginebra por el Avance de los Derechos Humanos y el Diálogo Global y la misión permanente de Argelia en Ginebra. El panel será moderado por el diplomático argelino Idriss Jazairy.
Los organizadores recuerdan que «el extremismo violento se dio hasta 2001 principalmente en países en desarrollo, tales como Uganda -donde… el Ejército de Resistencia del Señor atacó a la población civil y obligó a niños a participar en los conflictos armados-, Sri Lanka -donde se originaron los primeros atentados suicidas-, y Argelia, donde fueron asesinados más musulmanes en una década que europeos en todo el mundo desde entonces».
Los observadores externos, añaden, tendían a minimizar el impacto de este tipo de violencia y la consideraban un producto de incidentes locales, y a veces la atribuían a «guerrilleros» que respondían a los déficits de la democracia y del gobierno en los países atacados.[related_articles]
En las últimas fases de la Guerra Fría algunos sectores toleraron al extremismo violento como un arma contra el comunismo, señala el documento de síntesis del panel, y añade que más radicales fueron reclutados debido al estancamiento entre israelíes y palestinos, el colapso de Iraq y Libia, y las guerras en Afganistán, Siria y Yemen.
«Estos hechos… se produjeron principalmente en los países musulmanes exacerbando así el extremismo violento asociado a esta región y que condujo a la intensificación de la islamofobia en otras partes, especialmente en Europa y América del Norte», explica el documento.
Como destacó la Conferencia de Ginebra para la Prevención del Extremismo Violento, realizada en abril de este año, «el extremismo violento o el terrorismo no pueden y no deben asociarse con ninguna religión, nacionalidad, civilización o grupo étnico».
La reacción de la comunidad internacional tardó en cuajar en la ONU aunque solo sea por las diferencias políticas en cuanto a la aceptación de la definición de terrorismo, según el documento de síntesis.
“El propio léxico de los asuntos internacionales se está manipulando para favorecer reacciones precipitadas que nutren las ideologías de los partidos racistas y xenófobos en el mundo avanzado. También anima un clima propicio para la explosión del extremismo violento en todo el mundo”, advierten los organizadores del panel.
En Europa, más de 20 millones de musulmanes han vivido durante décadas en armonía con devotos de otras religiones y con personas que no son creyentes y han contribuido a la riqueza de su país de residencia, afirmaron.
«Ahora son atacados en virtud de su identidad, y no por sus hechos. Sufren en soledad por la siembra del miedo y el aumento de la xenofobia contra diversos grupos minoritarios en diferentes partes del mundo. En este contexto es necesario comprender mejor las causas y los medios por los cuales se perpetúa y se difunde el extremismo violento», subrayan.
Traducido por Álvaro Queiruga