La ampliación del cooperativismo dentro del programa de reformas de Cuba se abre paso en medio de la cautela del gobierno, que al mismo tiempo da señales de preferir esta alternativa para fortalecer el incipiente sector privado, a otras como las pequeñas y medianas empresas (pymes).
Adriana de la Nuez e Irena Martínez, ambas de 26 años, poco o nada sabían acerca de las cooperativas cuando en septiembre de 2013 les recomendaron que constituyeran una de estas formas de gestión para optar por el desarrollo de una iniciativa presentada en La Oficina del Historiador de la capital, en La Habana Vieja.
Las jóvenes se graduaron en la escuela taller de la Oficina del Historiador en restauración del vitral, la composición realizada con vidrios de colores, pintados o recubiertos con esmaltes que se ensamblan mediante varillas de plomo. “La idea era que la Oficina nos facilitara el local y trabajábamos para ella a precios preferenciales”, contó De La Nuez a IPS.
“Vitria, la cooperativa que creamos en 2014, fue nuestra única opción, pero gracias a ella tuvimos un aporte en materiales de la cooperación internacional y un lugar para trabajar, aunque por ahora es prestado”, añadió.
Operan por encargo para la Oficina y particulares, sin perder de vista la aspiración de ofrecer algún día su propia línea de producción.
“Nuestra estrategia de crecimiento incluye tener un taller donde podamos exponer nuestro trabajo, dar cursos de capacitación en estas técnicas y aprovechar el sector turístico que se interesa por aprender de Cuba. En todo esto, la promoción es muy importante”, acotó Martínez.
“Empezamos de cero y nos abrimos camino con mucho esfuerzo”, recalcó. De ahí que una de las preocupaciones apunta a que, según se les ha informado, si pasados cinco años la cooperativa fracasa y se disuelve, todos los bienes adquiridos por ellas en ese tiempo pasan a manos del Estado.
Las dos jóvenes simultanean el trabajo con sus estudios universitarios de gestión y preservación del patrimonio histórico nacional, que consideran una herramienta más para el desarrollo de su emprendimiento privado.
Las cooperativas, que estuvieron por décadas limitadas a la producción agrícola y ganadera, comenzaron a ser impulsadas oficialmente hace tres años, aunque solo de manera experimental, en sectores como el comercio, la gastronomía, servicios técnicos, pequeña industria y la construcción.
El entusiasmo oficial por autorizar las cooperativas no agropecuarias, como se les denomina habitualmente, se ha entibiado año a año. De acuerdo a los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2015 se aprobaron solo algo más de una veintena de nuevas cooperativas, para alcanzar un total de 367 en todo el país.
Especialistas notaron que se trata del menor crecimiento desde 2013, cuando se dio luz verde a 198 de estas organizaciones de nuevo tipo. Seguidas de 147 en 2014. Autoridades del sector admitieron en mayo del pasado año que 205 nuevas propuestas esperan la evaluación de la comisión gubernamental encargada del tema.
En su informe central al VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, realizado del 16 al 19 de abril, el presidente Raúl Castro, también primer secretario de la única organización política legal en este país caribeño, anunció la decisión de “consolidar las cooperativas ya creadas y avanzar con mayor gradualidad”.
Al enumerar las razones del frenazo, Castro se refirió a deficiencias que incluyen inadecuada organización y control de la contabilidad, aumento de los precios y restricciones para acceder a suministros y servicios en el mercado mayorista. Sus palabras resultaron frustrantes para quienes están en la larga lista de espera para echar a andar sus proyectos.
El mandatario reconoció que el incremento del trabajo por cuenta propia y la autorización de la contratación de fuerza de trabajo ha conllevado en la práctica a la existencia de medianas, pequeñas y microempresas privadas que actualmente funcionan sin la debida personalidad jurídica.
Tras agregar que estas personas se rigen ante la ley por un marco regulatorio diseñado para las personas naturales dedicadas a pequeños negocios que se realizan por el trabajador y su familia, Castro invocó el programa de transformaciones vigente desde 2011, en el cual se precisa que no se permitirá la concentración de la propiedad de la riqueza.
“Por tanto, la empresa privada actuará en límites bien definidos y constituirá un elemento complementario del entramado económico del país, todo lo cual deberá ser regulado por la ley”, recalcó.
En este contexto, se anticipa que se avecinan nuevas normas que pondrán a las pymes con menos posibilidades de subsistir que las cooperativas en este país socialista y de economía mayoritariamente centralizada.
El 2 de este mismo mes, entró en vigor una disposición que permite a cooperativistas privados comprar insumos de manera directa a productores y empresas mayoristas del sector estatal, lo que rebajaría sus costos de producción.
Según especialistas consultados por IPS, esa medida alivia la falta de un mercado mayorista de mayor calado y beneficia principalmente al sector alimentario.
Pese a las dificultades, profesionales que llevan tiempo esperando una respuesta positiva a sus aspiraciones no pierden la esperanza y defienden este tipo de emprendimiento privado como el más apropiado para Cuba y su opción socialista de desarrollo.
“La cooperativa me gusta mucho como forma de propiedad. Su toma de decisiones en grupo y la división después de las ganancias. Me parece que en el contexto de Cuba, ese es el modo de producción en el cual hay que meterse”, dijo a IPS el ingeniero civil Karel Pérez Alejo, de 34 años, que presentó hace dos años un proyecto.[related_articles]
A su vez, Carlos Martínez y Gisela Vilaboy, fundadores del proyecto Bambú Centro que produce muebles y artesanías derivados de ese vegetal, presentaron hace tres años los documentos para convertirse en cooperativa, lo que consideran una importante avance para el desarrollo de su emprendimiento.
“Nos llamaron para confirmar asuntos que estaban ya explicados y aún aguardamos noticias. Pero no nos sentimos frustrados, si no nos responden seguiremos trabajando como hasta ahora. Como cuentapropistas (emprendedores privados) igual mantenemos un compromiso con el barrio”, afirmó Martínez a IPS.
La pareja asegura que no conciben un proyecto sin responsabilidad social, comprometido con el desarrollo local y por eso apuestan por las cooperativas. ”Ellas pueden contribuir a preservar el socialismo en Cuba, que vive momentos difíciles”, comentó el artesano. En su opinión, las autoridades prefieren este tipo de propiedad a la privada.
El decreto ley emitido a fines de 2012 define a la cooperativa como una organización con fines económicos y sociales, que se constituye voluntariamente sobre la base del aporte de bienes y derechos y se sustenta en el trabajo de sus socios, con el objetivo general de producir bienes y prestar servicios.
“La cooperativa tiene personalidad jurídica y patrimonio propio; usa, disfruta y dispone de los bienes de su propiedad; cubre sus gastos con sus ingresos y responde de sus obligaciones con su patrimonio”, establece el texto legal, que deja claro, además, que estas organizaciones se crean con carácter experimental.
Editado por Estrella Gutiérrez