La prensa pakistaní es blanco de la guerra contra el terrorismo

Periodistas reunidos en el club de la prensa Landikotal en la agencia de Jyber, Pakistán. Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS.
Periodistas reunidos en el club de la prensa Landikotal en la agencia de Jyber, Pakistán. Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS.

Las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA) de Pakistán, en la frontera con Afganistán, se consideran una de las zonas más peligrosas del mundo para ejercer el periodismo con unos 14 profesionales fallecidos desde 2005. Además, la mayoría de los casos permanecen impunes, denuncian organizaciones locales e internacionales.

“La situación es extremadamente mala”, alertó Ibrahim Shinwari, expresidente de la Unión Tribal de Periodistas, en diálogo con IPS.

“La seguridad de alrededor de 350 reporteros que trabajan en los siete distritos de FATA están bajo amenaza. Unos 40 se fueron de la zona y escriben desde la vecina provincia de Jiber Pajtunjwa”, relató.

Cuando las fuerzas de una coalición encabezada por Estados Unidos expulsaron al Talibán de Kabul a fines de 2001, tras los atentados terroristas en Washington y Nueva York, combatientes talibanes escaparon y se refugiaron en FATA, desde donde lanzaban ataques contra el ejército pakistaní, así como contra la población local y edificios gubernamentales, escuelas y hospitales.

A principios de 2014, las fuerzas de seguridad pakistaníes lanzaron la operación Zarb-e-Azbhas, ataques terrestres y aéreos generalizados contra varios grupos islamistas insurgentes. Pero la campaña derivó en nuevas restricciones para los medios de comunicación.

En agosto de 2015, el Ministerio de Información emitió una norma de conducta draconiana que impide la transmisión de material con “calumnias contra la justicia o las Fuerzas Armadas”.

Los profesionales de la prensa siguen sufriendo acoso y hasta asesinatos con una virtual impunidad.

“No se ha procesado a nadie por la muerte de periodistas. Hubo una sola investigación por el asesinato de Hayatullah Jan, que nunca salió a la luz pública. Los asesinatos de los periodistas de FATA son un misterio”, subrayó Shinwari al ser consultado por IPS.

Jan, periodista independiente para el diario en urdu Ausaf, apareció muerto en Waziristán del Norte en junio de 2006, seis meses después de haber sido secuestrado por hombres armados no identificados.

Según el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), con sede en Nueva York, Jan había recibido numerosas amenazas de las fuerzas de seguridad pakistaníes, del Talibán y de jefes tribales debido a su trabajo. Los asesinos siguen impunes.

El día anterior a su secuestro había publicado fotografías que contribuyeron a exponer el programa secreto con drones (vehículos aéreos no tripulados) de Estados Unidos en Pakistán. En noviembre de 2007, su viuda también murió en un atentado con bomba que estalló afuera de su casa.

La situación de Jiber Pajtunjwa, una de las cuatro provincias de Pakistán, es más o menos la misma, con dos periodistas asesinados en una sola semana este año, los primeros fallecidos en la región de Asia Pacífico, según la Federación Internacional de Periodistas.

El último informe de la organización estadounidense Freedom House ubicó a Pakistán en el lugar 142 entre 199 países y territorios por el estado de la libertad de prensa, y Reporteros Sin Fronteras lo colocó en el lugar 147, entre 180.

Shinwari recordó que aun antes de la llegada de los talibanes afganos y de la consiguiente ofensiva militar, los periodistas de FATA nunca gozaron de la misma libertad de expresión que sus colegas de otras partes de este país.

“No hay una ley según la cual podamos conseguir información y dependemos de los funcionarios que suelen despreciar a los reporteros”, acotó.

El periodista Muhammad Anwar, de la agencia de Waziristán del Sur, vive en el distrito de Bannu, en Jiber Pajtunjwa, desde hace cinco años debido a la campaña militar contra el Talibán.

“Tenemos varios problemas, tanto por el Talibán como por el ejército. Muchos colegas fueron asesinados en diferentes distritos de FATA, pero todavía no identifican a los asesinos”, relató Anwar a IPS.

Algunos reporteros se mudaron a Peshawar, esta capital de Jiber Pajuntwa, pero sus familias son blanco de ataques en su localidad natal.

“La administración local y el Talibán acosan a nuestros familiares si no les gustan nuestros artículos. En esas circunstancias, la libertad de prensa todavía está lejos”, se lamentó Anwar.

El conocido periodista local Hamid Mir, quien se recupera de las lesiones sufridas en un ataque armado en Karachi, el 19 de abril de 2014, escribió en una columna publicada en la última semana de abril de este año que no podía difundir toda la verdad.

“Las declaraciones del primer ministro pakistaní Nawaz Sharif en su discurso a la nación del 22 de abril, cuando dijo que los periodistas de Pakistán gozaban de más libertad que cualquier país, sencillamente no son ciertas”, escribió Mir.

“El primer ministro presumió en forma deliberada de la libertad de prensa como si no supiera de los actores estatales y no estatales que intimidan a los medios para que sigan su agenda”, añadió.

Según el CPJ, 57 periodistas murieron en Pakistán desde 1992, 33 de los cuales fueron asesinados y de esos casos 30 quedan sin resolver.

Las amenazas contra los profesionales de la prensa en Pakistán no solo proceden de combatientes insurgentes, delincuentes o señores de la guerra, sino también de los partidos políticos, los militares y las agencias de inteligencia, apuntó CPJ.

En noviembre de 2014, el periodista Zaman Mahsud, de Waziristán del Sur, fue asesinado por hombres armados en el distrito de Tank, en Jiber Pajtunjwa, en un hecho que se atribuyó una facción del Talibán.[related_articles]

El periodista Irfanullah Shah, originario de Waziristán del Norte pero que escribe desde Bannu, dijo a IPS que además de la falta de seguridad, los periodistas tienen que hacer frente a otras dificultades en el desempeño de su trabajo.

“Alrededor de 90 por ciento de los reporteros no reciben remuneración de los medios para los que trabajan, por lo que no pueden continuar con su carrera de periodistas”, subrayó.

Esos profesionales no remunerados o mal pagos no tienen lo recursos para viajar e investigar y dependen de los comunicados de prensa divulgados por el ejército o de entrevistas telefónicas con dirigentes del Talibán, precisó Shah.

“Los periodistas quedan atrapados entre el ejército y el Talibán. Tienen que dejar a los dos contentos, lo que es imposible”, acotó.

Los clubes de prensa en otras partes del país cuentan con un subsidio del gobierno, pero los de FATA solo reciben una suma nominal que no alcanza para cubrir los gastos.

“La libertad de expresión y de prensa, de manifestar o de asamblea se viola o se reprime con el pretexto de la ‘seguridad nacional’ o del ‘interés nacional’”, reconoció la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán el 3 de abril.

Incluso críticas genuinas sobre los planes de desarrollo u otros compromisos hechos por el gobierno se demonizan tildándolos de atentar contra el “interés nacional”, añade.

Traducido por Verónica Firme

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