Uno de los países petroleros del Golfo, constituido por un grupo de islas, tiene el dudoso privilegio de ocupar el primer lugar en la lista de 33 estados con probabilidad de sufrir estrés hídrico para 2040, y se llama “Mamlakat Al Bahrain” (el reino de dos mares), más conocido como Bahréin.
A solo 200 kilómetros de Irán, la mayor de las islas de Bahréin está unida a Arabia Saudita por la calzada Rey Fahd, de 25 kilómetros de largo. Con una superficie de 765 kilómetros cuadrados, ese país tiene 1,4 millones de habitantes.
Considerada como “oro blanco”, en oposición al “oro negro”, como se conoce al petróleo, el agua se volvió una gran preocupación para ese país, a pesar de su elevado Índice de Desarrollo Humano y de haber sido considerado por el Banco Mundial como una economía de ingresos altos; su producto interno bruto (PIB) por habitante asciende a 29,140 dólares.
Ese país también es sede del Comando Central de las Fuerzas Navales de Estados Unidos, que consiste en la Quinta Flota de Estados Unidos y otras fuerzas.
Pero eso no alcanza para hacer la felicidad de los bahreiníes. Todos los países de la lista que los que podrían padecer escasez hídrica en 2040 están en Medio Oriente, incluso los que sufrirían un estrés extremadamente elevado, según una clasificación elaborada por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI).
Después de Bahréin vienen Kuwait, Líbano, Palestina, Omán, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Los países que comparten la posición de Bahréin son Argelia, Iraq, Jordania, Libia, Marruecos, Siria, Túnez y Yemen.
Todos ellos representan las dos terceras partes de los 22 países árabes, pero eso no quiere decir que el resto tenga el recurso asegurado. De hecho, la amenaza sobre Mauritania y Egipto, a ambos extremos del Magreb, ya es grande.
Toda la región, que ya se podría considerar la más insegura en materia de disponibilidad de agua, y que depende del recurso subterráneo y del líquido que desaliniza, tiene grandes desafíos por delante, alerta el informe del WRI, “Clasificación de los países con mayor estrés hídrico del mundo en 2040”.
Los autores del informe, Andrew Maddocks, Robert Samuel Young y Paul Reig pronostican que en las próximas décadas probablemente aumentará la demanda mundial de agua, incluso en Medio Oriente.
“Una población en rápido crecimiento aumentará el consumo doméstico, de haciendas y de empresas. Más personas se mudarán a las ciudades, lo que ejercerá una mayor presión sobre el suministro. Una clase media emergente podrá reclamar una producción de alimentos con un uso mucho más intensivo de agua y de generación eléctrica”, analizan.
Pero no queda claro de dónde se extraerá el agua.
“Se prevé que el cambio climático deje algunas zonas más áridas y otras más húmedas. A medida que se acentúan los extremos en lo que respecta a las precipitaciones en algunas regiones, las comunidades afectadas deberán hacer frente a enormes riesgos, ya sea por sequías o por inundaciones”, explican.
Es inevitable el cambio en la demanda y en el suministro de agua, pero es difícil precisar qué características tendrá. El innovador análisis de WRI ayuda a aclarar el panorama.
Mediante un conjunto de modelos climáticos y escenarios socioeconómicos, WRI calificó y clasificó el futuro estrés hídrico, una medida de la competencia y del agotamiento del agua en superficie de 167 países para 2020, 2030 y 2040.
“Encontramos que 33 países experimentarán un estrés hídrico extremadamente alto en 2040”, señalaron los autores.
“También encontramos que Chile, Estonia, Namibia y Botswana podrían registrar un aumento especialmente alto de estrés hídrico para 2040. Eso quiere decir que empresas, haciendas y comunidades, en particular de esos países, podrían ser más vulnerables a la escasez de lo que son ahora”, puntualizaron.
Estudios especializados coinciden en que el consumo de agua en la región árabe se multiplicó por cinco en los últimos 50 años, con un consumo anual estimado en unos 230.000 millones de metros cúbicos, de los cuales 43.000 millones se usan para beber y para la industria y 187.000 millones para la agricultura.
La pobreza por disponibilidad de agua en la región árabe se traduce en inseguridad hídrica para los seres humanos y la agricultura.
El consumo por persona se estima en al menos 1.000 metros cúbicos al año, según una estadística mundial, pero el promedio en la región árabe se reduce a casi 500 metros cúbicos, lo que convierte a los países de esta zona en pobres con respecto al agua.
Eso coincide con que esta región no ha aprovechado el total de sus recursos de unos 340.000 millones de metros cúbicos, solo usó 50 por ciento y el resto se perdió o se desperdició.
En África del norte, el Ministerio de Ambiente de Egipto reconoció que vastas extensiones de la norteña zona del delta del Nilo, la mayor y más importante región agrícola de este país, ya sufre dos grandes consecuencias peligrosas: salinización e inundaciones.[related_articles]
Eso obedece al aumento del nivel del mar Mediterráneo y a la depresión del terreno.
El impacto del recalentamiento global y de las crecientes olas de calor preocupa, en particular, a las autoridades egipcias, porque podría disminuir el caudal del Nilo hasta 80 por ciento, según las últimas estimaciones.
Mientras, Siria, Jordania e Iraq están condenadas a un destino similar.
En algunos países de Medio Oriente, la escasez de agua aumentará la conflictividad entre los beduinos, quienes sobreviven gracias a los pastizales.
El profesor de investigación espacial y del Sol, Moslem Shatout, también vicepresidente de la Unión Árabe para la Astronomía y las Ciencias Espaciales, con sede en El Cairo, consideró que los países del norte de África están entre los más perjudicados, por lejos, por el cambio climático.
El monitoreo satelital, en especial el registro del satélite estadounidense-francés, detectó entre 1991 y 2005, un aumento global del nivel del mar de tres milímetros al año, “pero como el mar Mediterráneo está medio cerrado, el aumento fue de ocho milímetros al año”, añadió.
En Marruecos, las consecuencias del recalentamiento planetario y de la escasez de agua ya obligó a muchos agricultores a cultivar solo una tercera parte de lo que plantaban antes.
Una situación similar se registra en Argelia, y mucho peor en Mauritania.
En el caso de Argelia y Marruecos, se estimaba que llovían por lo menos 400 milímetros al año, pero en los últimos cinco, disminuyó a 200 milímetros, la mitad de lo necesario.
Esos dos países tienen costas rocosas, que los protegen de las inundaciones, pero los países árabes al este del mar Mediterráneo, como Egipto, Líbano, Siria y Palestina, están en situación vulnerable.
Traducido por Verónica Firme