El zimbabuense Sijabuliso Nleya hace semanas que se dedica a juntar arena, pero no es para la construcción, sino para rellenar pozos de agua secos. “La situación es terrible”, se lamentó en su terreno de Douglasdale, una pequeña comunidad agrícola a las fueras de esta ciudad del sudoeste de Zimbabwe.
Junto con otros hombres, Nleya se dedica a rellenar pozos secos a medida que el agua subterránea escasea, una consecuencia del cambio climático que hace que falten lluvias por períodos prolongados.
“Los pozos ahora son peligrosos, a pesar de que antes fueron una fuente de sustento. Es mejor rellenarlos con arena que soñar que van a volver a dar agua”, dijo a IPS.[pullquote]3[/pullquote]
Las fuentes de agua subterránea mantenían la agricultura, y se podía vender maíz, tomates, coles y varias verduras, incluso paprika, en la ciudad. “Solo funcionan unos pocos pozos, vimos cómo se evaporaba nuestra fuente de ingresos”, explicó.
Zimbabwe siempre apostó a la irrigación con agua subterránea en épocas de escasez de lluvias, pero el Ministerio de Ambiente, Agua y Clima informó que se secaron miles de pozos en todo el país, lo que agrava la situación de la agricultura ya carente de fondos y dependiente de las precipitaciones.
En esta ciudad de Bulawayo, cientos de huertas comunitarias, sostén de los hogares de bajos ingresos, se riegan con agua de pozo.
Ahora que miles de perforaciones se van a secar en todo el país, a las autoridades les preocupan las consecuencias, no solo en materia de ingresos, sino de salud, en especial pacientes con VIH/sida que dependen de esta producción para cubrir sus necesidades nutricionales.
Según el ministro de Ambiente, Agua y Clima, Oppha Kashiri, más de 12.000 perforaciones en todo el territorio se secaron en un país que atraviesa la peor sequía de los últimos tiempos.
“Nuestros recursos hídricos se secan en las siete cuencas”, declaró el 4 de este mes.
El presidente Robert Mugabe declaró desastre nacional a causa de la sequía, pues más de uno de cada cuatro habitantes padece la escasez de alimentos. Las agencias humanitarias indicaron que unas 2,5 millones de personas requieren asistencia alimentaria.
El Ministerio de Agricultura informó que 90 por ciento de los cultivos que se plantaron el año pasado y que dependen de la lluvia se tuvo que descartar.
Según el programa de gestión del agua subterránea y sequía de la Comunidad de Desarrollo de África Austral, alrededor de 70 por ciento de la población de la región depende del agua subterránea, y una evaluación de 2015 señaló que el cambio climático exacerbaba la crisis.
La Autoridad Nacional de Agua de Zimbabwe, dependiente del Ministerio de Ambiente, indicó que alrededor de 70 por ciento de la población reside en zonas rurales, donde la principal fuente de agua son perforaciones y pozos. La escasez obliga a las personas a compartir el recurso con los animales.
Además, más personas en las ciudades recurren al agua subterránea. Y si bien la excavación de nuevos pozos está prohibida, la perforación descuidada continúa y agota las napas freáticas.
“Es fundamental subrayar que el agua subterránea es un recurso muy finito, que puede agotarse fácilmente si no hay un equilibrio entre la reposición y la extracción”, alertó la agencia.
“Debido a la creciente escasez de agua y la mayor dependencia de las comunidades urbanas en las perforaciones, se desatendieron los estándares mínimos de utilización del agua subterránea, lo que llevó a la rápida disminución de la napa freática y, en algunos barrios, las perforaciones se agotan”, añadió la Autoridad del Agua.
Las medidas para crear un impuesto a los usuarios del agua subterránea no han logrado frenar el generalizado uso doméstico del agua de pozo, pues la capital carece de un adecuado servicio y no hay agua en los grifos. La falta de lluvias no hace más que empeorar la gestión adecuada de la napa freática.[related_articles]
En ese contexto, el vicepresidente Emmerson Mnagagwa lanzó el 10 de este mes un llamado por 1.500 millones de dólares para aliviar la sequía, de los cuales se espera destinar 350 millones de dólares a la rehabilitación de la infraestructura de irrigación, que en gran medida se alimenta de perforaciones.
Un estudio del campo, realizado por el Ministerio de Agricultura, señala que más de 16.000 vacas murieron por la sequía. Antes, los criaderos recurrían al agua subterránea para garantizar buenas pasturas todo el año, pero se acabó.
El investigador y especialista Peter Makwanya, de la Universidad Abierta de Zimbabwe, cree que la solución puede estar en la construcción de más depósitos para recolectar el agua de lluvia, pues en muchas partes del país hay inundaciones repentinas y se pierden millones de litros.
“Hay numerosas alternativas sostenibles para acopiar la lluvia. Ahora que se agota el agua subterránea, no es bueno alentar a la gente a seguir explotando ese recurso”, dijo a IPS.
Además, según él, “los agricultores pueden reutilizar el agua gris (que ya fue usada) y eso puede ser muy útil para lograr la seguridad hídrica. Ese líquido se puede usar a pequeña escala para lograr la sostenibilidad doméstica”, explicó Makwanya.
Nleya y millones de agricultores de subsistencia y aldeanos, quienes dependen del agua subterránea, constituyen el rostro humano de los estragos del cambio climático.
“Nunca creímos que el agua pudiera, de hecho, desaparecer bajo tierra porque siempre tuvimos pozos. Esperemos que llueva pronto”, confesó.
Traducido por Verónica Firme