Las cerca de 7.000 islas y el mar caliente del Caribe guardan miles de especies endémicas, además de ser el tránsito de aves migratorias, toda una fauna cuya conservación exige acciones multilaterales en la era del recalentamiento planetario.
Hacia esa meta trabaja el Corredor Biológico en el Caribe (CBC), un proyecto gubernamental entre Cuba, Haití y República Dominicana, creado en 2007 con la cooperación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Unión Europea, con el fin de realizar acciones prácticas en beneficio de toda el área.
“Puerto Rico debe formar parte del corredor en 2016”, informó a IPS el biólogo cubano Freddy Rodríguez, quien participa en la iniciativa. La isla, estado libre asociado de Estados Unidos, presentó al cierre de 2015 una carta oficial pidiendo la adhesión al proyecto de conservación sostenible.
“Es cuestión de tiempo la entrada de nuevos socios, que se ha incentivado desde el inicio. Siempre han participado algunos países como observadores”, detalló el especialista del CBC, cuya Secretaría Ejecutiva tiene su sede en la frontera dominicana con Haití.
En ese último caso, especificó, se encuentran Bahamas, Dominica, Jamaica y Martinica, que han expresado su interés de unirse al corredor.
La región caribeña ya está predispuesta a las elevadas temperaturas, según fuentes científicas, porque los movimientos del viento y las corrientes del mar hacen de la zona una especie de olla que mantiene el calor durante todo el año.
Y la situación será peor debido a los pronósticos de temperaturas más altas por el cambio climático, un fenómeno causado por la actividad humana y que provoca grandes desajustes como el advenimiento de eventos extremos.
La inigualable biodiversidad caribeña está cada vez más en riesgo por ese problema global, que trajo cambios en las fechas de floración, los patrones migratorios y hasta la distribución de las especies.
Mientras tanto, el corredor atestigua al mismo tiempo los esfuerzos crecientes de las pequeñas y pobres islas del Caribe por conservar su patrimonio natural único, como el largo camino que falta por recorrer en la integración regional con vistas a la conservación.
El CBC recorre en sus 1.600 kilómetros lineales la Reserva de Biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo y la cordillera Central, en República Dominicana; las áreas protegidas del macizo de la Selle, el lago Azuei, Fore et Pins, La Visite y el macizo Norte Central, en Haití; y el grupo orográfico de la Sierra Maestra, Baracoa, Nipe y Sagua, en Cuba.
Gracias a estudios realizados, los investigadores vinculados al corredor registran ya los daños causados en la naturaleza por eventos extremos como el huracán Sandy, que pasó por el oriente cubano en 2012, y la severa sequía de 2015, que afectó a la región caribeña.[pullquote]1[/pullquote]
Rodríguez detalló que han realizado más de 60 acciones de capacitación, tanto a comunidades como a funcionarios de los tres países, donde participaron invitados de otras naciones caribeñas. Y cuentan con un sitio digital, que recopila resultados de investigaciones, boletines, una base de datos y mapas del corredor.
“Otras personas e instituciones señalan que el principal aporte del CBC ha sido crear una plataforma de colaboración en materia medioambiental, que no existía en el Caribe insular. Ha dado la posibilidad de que los ministros (de ambiente) se reúnan todos los años para revisar los avances y asuntos pendientes”, continuó el experto.
Aseguró que “tratamos de crecer en la colaboración Sur-Sur”.
El Caribe insular es una región multicultural y mestiza, que habla español, inglés, lenguas criollas, neerlandés, francés y criollo haitiano. Se compone de 13 estados libres y 19 dependencias territoriales de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Holanda.
Esas diferencias, junto al pesado fardo del subdesarrollo, interfieren en el cuidado del reservorio natural del área, una de las ocho zonas con mayores valores de biodiversidad identificadas en el continente americano, entre otras razones, por ser altamente endémicas.
Por cada 100 kilómetros cuadrados, especialistas registran 23,5 plantas que solo pueden encontrarse en las Antillas, un arco de islas que va del sur de Florida, en Estados Unidos hasta el norte de Venezuela, ya en América del Sur.
El territorio, que en total suma 234.124 kilómetros cuadrados, es la casa de numerosos reptiles, aves y anfibios únicos, así como de una fauna y flora diminuta.
El plan de desarrollo de 2016 a 2020 del CBC aspira además a continuar las investigaciones sobre cambio climático y expandirse a los ecosistemas marinos.
Los cuatro millones de kilómetros cuadrados de océano en las Antillas, califican como el centro de la diversidad marina del Atlántico, según el Fondo de Alianzas para Ecosistemas Críticos.
Las aguas del Caribe contienen más de 25 géneros de coral, 117 esponjas, 633 moluscos, 1.400 peces, 76 tiburones, 45 camarones, 30 cetáceos y 23 especies de aves marinas. Otros reservorios de vida están en los miles de kilómetros de arrecifes, manglares y hasta 33.000 kilómetros cuadrados de lechos de pastos marinos.[related_articles]
“Como dominicano, no tenía tanta experiencia ni había escuchado sobre el medioambiente del Caribe”, indicó a IPS el estudiante de administración Manuel Antonio Feliz, que ha participado en cursos del CBC. “Las capacitaciones me han abierto los ojos sobre las riquezas naturales de nuestras islas”, sostuvo.
“Hablamos más del oso blanco y la pérdida de su hábitat en el polo norte, que de la ranita o el solenodonte (entre los mamíferos más raros del mundo, endémico de las Antillas). Los caribeños desconocemos los valores que tenemos en las manos”, indicó el investigador cubano Nicasio Viña en una conferencia para un grupo de comunicadores en la capital dominicana, en la que participó IPS.
Viña, director de la Secretaría Ejecutiva del CBC, explicó que iniciativas como el corredor requieren de al menos 30 años de trabajo para solidificarse.
Llamó a “pensar en sistema de conservación, debido a la extraordinaria importancia y responsabilidad que tenemos los seres humanos sobre la biodiversidad caribeña, por lo que hicimos y el cambio climático”.
El corredor ya cuenta con tres centros de propagación vegetal en cada uno de los países miembros, donde se obtienen plántulas de especies autóctonas para reforestar, entre otras, las áreas beneficiadas con los llamados “proyectos pilotos”.
Estos últimos acompañan a comunidades dominicanas, haitianas y cubanas para encontrar un sustento económico amigable con el ambiente, además de restaurar el entorno degradado.
Hasta el momento trabajan en los asentamientos cubanos de Sigua (Santiago de Cuba) y la Reserva Ecológica Baitiquirí (Guantánamo); las comunidades de Pedro Santana, el Paraje Los Rinconcitos y Guayabo, todas en la provincia dominicana de Elías Piña; y en los pueblos haitianos de Dosmond y La Gonave.
Editado por Estrella Gutiérrez