Pescadores de Zambia hallan esperanza en nuevas técnicas

Hadon Sichali en su puesto en el mercado de Zambia. Crédito: Friday Phiri / IPS
Hadon Sichali en su puesto en el mercado de Zambia. Crédito: Friday Phiri / IPS

Hadon Sichali vende pescado desde hace 22 años, pero recién ahora se siente un verdadero empresario. «Porque ahora recibo un ingreso razonable después de luchar durante tantos años», dijo el comerciante de 55 años en esta localidad occidental de Zambia.

Hasta que se capacitó en técnicas de manejo posterior a la captura, Sichali – uno de los despedidos por el Programa de Ajuste Estructural recomendado por el Fondo Monetario Internacional en este país del centro-sur de África – a duras penas lograba mantenerse en su negocio. Ahora llega a ganar hasta 417 dólares por mes, en comparación con el promedio de 58 dólares que hacía antes.[pullquote]3[/pullquote]

«Durante años ganaba apenas lo suficiente para mantener a mi familia. Pero diría que desde que me encontré con la gente de WorldFish y CultiAF, reduje mis pérdidas mediante las técnicas de mejora del manejo posterior a la cosecha, como la salazón. Mi capital ha crecido y hasta me diversifiqué al negocio del arroz y el maní», explicó Sichali a IPS.

Sichali trabaja con investigadores de un nuevo proyecto para limitar  la pérdida del pescado posterior a la captura, con el apoyo del fondo Cultivar el Futuro de África (CultiAF), una iniciativa financiada por el Centro de Investigaciones para el Desarrollo Internacional de Canadá y el Centro Australiano para la Investigación Agrícola Internacional.

El proyecto, de tres años de duración, se propone mejorar la eficacia, reducir las pérdidas y promover una mayor equidad entre los hombres y las mujeres que trabajan en el sector pesquero. Es dirigido por científicos del Ministerio de Agricultura y Ganadería, la Universidad de Zambia y la organización internacional WorldFish.

África subsahariana tiene el menor suministro de pescado por persona del mundo, y se calcula que la oferta caerá 20 por ciento en las próximas dos décadas. Las deficiencias en el procesamiento y la gestión son los principales motivos, con pérdidas de hasta 5.000 millones de dólares por año.

El mal manejo posterior a la cosecha es uno de los motivos de la reducción en el consumo de pescado en Malawi y Zambia, pero el problema recibe poca atención. Por eso el proyecto realiza análisis de la cadena de valor del pescado para entender las pérdidas y los cambios en el valor económico y el contenido de nutrientes, así como las relaciones de poder y entre los géneros.

«Algunos textos señalan que las… pérdidas posteriores a la cosecha son de 30 por ciento en todo el país, pero en la provincia occidental podría ser un poco más», aseguró Alex Chilala, ya que en esa zona de planicie de inundación los pescadores tienen que trasladarse a pie hasta 25 kilómetros para llegar al puerto después de la captura.

«La mayoría de quienes procesan y venden el pescado son mujeres. Y se puede imaginar el estrés que pasan al caminar largas distancias… para llegar al puerto. Así que las intervenciones procuran minimizar las pérdidas que tienen en el proceso», explicó Chilala, quien subrayó que la dimensión de género es una característica clave en la cadena de valor que el proyecto intenta entender y fortalecer.

En el trabajo con las comunidades pesqueras de la llanura de Barotse, en Zambia, y del lago Chilwa, de Malawi, el equipo de investigación desarrolló intervenciones piloto para reducir las pérdidas identificadas.

Kate Longley, de WorldFish, considera que la investigación participativa tiene algunas ventajas importantes sobre otros métodos de introducción de la tecnología.

«La mejor manera para que la gente aprenda nuevas tecnologías es que las pruebe. En gran medida es un enfoque de ‘aprender-haciendo’, por el cual básicamente les damos las ideas y ellos las ponen en práctica, y luego las adaptan según su contexto local para satisfacer sus necesidades”, señaló.[related_articles]

El líder del proyecto, Alexander Shula Kefi, del Departamento de Pesca, coincide. «Siempre es importante que la gente discuta las debilidades y las fortalezas de las innovaciones entre sí, claro que con la orientación de los investigadores», añadió.

Por lo general, el pescado en la zona se preserva mediante técnicas de ahumado o secado al sol, y solo pequeñas cantidades se vende fresco. Sin embargo, el pescado procesado de esta manera es muy frágil y se daña fácilmente durante el transporte, con la posterior destrucción de su calidad y valor.

El proyecto está probando cuatro tecnologías, incluida el secado en carpa solar, que emplea una tienda de campaña con láminas de plástico. De esta manera se protege al pescado del polvo y las moscas durante el secado y se acelera el proceso debido a las elevadas temperaturas alcanzadas.

«Los materiales están disponibles en la zona y son baratos”, precisó el instructor Robert Lubilo.

El técnico añade que otro método con buena recepción entre los lugareños es la salazón, una técnica antigua que «lamentablemente ha sido ignorada por la comunidad local», según Lubilo.

«La gente aquí en la provincia occidental no emplea (la salazón), que hace que el pescado quede firme y aborda el problema de la fragmentación” del animal, observó.

Sichali, el comerciante, conoce el valor de la salazón. «Perdíamos hasta una cuarta parte de nuestra captura debido a la fragilidad durante el transporte, especialmente en las distancias largas. Pero ahora que aprendimos la salazón, el pescado salado no se rompe», dijo Sichali, visiblemente encantado.

El vendedor, que ahora integra una cooperativa de comerciantes de pescado en la zona, piensa que las pérdidas posteriores a la captura obligaron a los pescadores a recurrir a métodos de pesca destructiva y a desacatar la veda que el gobierno impuso para permitir la cría de peces.

Con las dos técnicas restantes, la denominada Choka-Kiun, que usa menos leña para el ahumado del pescado, y el uso del hielo, que no es común, y la planta de hielo que pronto inaugurará el sector privado con el apoyo del proyecto, la comunidad pesquera de Zambia occidental podría pronto salir de la pobreza.

Traducido por Álvaro Queiruga

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