Cuando Dinamarca organizó la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (CMDS) en marzo de 1995, una de las conclusiones de esa reunión en Copenhague fue la futura creación de un contrato social con «la gente en el centro del desarrollo”.
A pesar de las deficiencias en su ejecución en los últimos 20 años, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) busca cumplir un objetivo idéntico, pero con un giro político, el de la «ciudadanía mundial”.[pullquote]3[/pullquote]
El foro mundial le está dando los últimos retoques a su Agenda de Desarrollo Post 2015, al tiempo que las organizaciones de la sociedad civil reclaman que se concentre en la pobreza, el hambre, el desempleo, la urbanización, la educación, el desarme nuclear, el empoderamiento de la mujer, la población, los derechos humanos y el medio ambiente, entre otros asuntos relacionados con la gente.
«Nuestro mundo necesita más energía solar y eólica. Pero yo creo en una fuente de energía aún más potente, el poder de la gente», declaró el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en septiembre de 2014.
En su intervención en el 20 aniversario de la CMDS, el vicepresidente del Consejo Económico y Social de la ONU (Ecosoc), el sudcoreano Oh Joon, señaló que uno de los tres principales objetivos de la Cumbre de Copenhague, la erradicación de la pobreza, se incorporó a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) adoptados en 2000, pero los otros dos, el empleo productivo y la integración social, fueron excluidos.
«El enfoque integrado impulsado en la CMDS para buscar simultáneamente los tres objetivos clave fue excluido», dijo en la sesión de Ecosoc el 8 de este mes. Es necesario reexaminar la agenda de desarrollo de la ONU, añadió.
El crecimiento económico en sí mismo, aunque necesario, no alcanza para reducir la pobreza y la desigualdad, sostuvo Oh, quien subrayó la necesidad de políticas sociales sólidas, así como de un desarrollo inclusivo y sostenible.
Del mismo modo, hay numerosos vínculos entre los ámbitos sociales, económicos y ambientales que deben abordarse de manera efectiva, agregó.
Mientras tanto, el concepto de ciudadanía mundial adquirió mayor importancia, sobre todo en vísperas de la aprobación de la agenda de desarrollo post 2015, que probablemente suceda en una reunión cumbre de gobernantes a celebrarse en septiembre.
«Si por ciudadanía se entienden los derechos y, en particular, el derecho a que los gobiernos rindan cuentas y decidir cómo se utilizan los impuestos, estamos muy lejos de la ciudadanía mundial», respondió Roberto Bissio, director del Instituto del Tercer Mundo, una organización de investigación con sede en Uruguay, cuando IPS le preguntó qué relevancia tiene ese concepto en el contexto posterior a 2015.
De hecho, poco se habla de la ciudadanía en los debates preparatorios para la conferencia sobre Financiación para el Desarrollo (FPD), que se realizará en Etiopía en julio, y la cumbre mundial sobre una nueva agenda de desarrollo, en septiembre, aseguró.
En cambio, Bissio afirma que se presta gran atención a la “multiplicidad de partes interesadas”.
La idea de «partes interesadas», en lugar de «accionistas», fue la manera que se ideó originalmente para que las empresas fueran más responsables ante las personas afectadas por sus acciones.
Ahora, «la gobernanza de múltiples partes interesadas» en Internet o en «alianzas» con la ONU significa que las empresas tendrán un papel en la gobernanza mundial, sin que necesariamente tengan que rendir más cuentas, según Bissio, que también coordina la secretaría de Social Watch, una red internacional de organizaciones ciudadanas.
«Esto significa menos derechos para los ciudadanos, no más», advirtió.
Por otra parte, si la conferencia de FPD aprueba un mecanismo de la ONU para que la colaboración tributaria internacional aborde la evasión fiscal de las empresas transnacionales, la ciudadanía podría fortalecerse, incluido el escurridizo concepto de la «ciudadanía mundial», opinó.
Al señalar el éxito de las políticas orientadas a la gente, el expresidente chileno Eduardo Frei (1994-2000) dijo que cuando gobernaba su país en 1995 apoyó varias iniciativas para promover la democracia y la justicia social.
En los últimos 25 años Chile redujo la pobreza de 38,6 a 7,8 por ciento de la población, y la pobreza extrema de 13 a 2,5 por ciento, aseguró.
La CMDS de 1995 fue la mayor cumbre de jefes de Estado y de gobierno que dio lugar a la conformación de un nuevo modelo de desarrollo que generaría la equidad social necesaria para remediar la inequidad mundial, dijo Frei.
«El ser humano se colocó en el centro del desarrollo, tal como se refleja en el plan de acción de la CMDS», indicó.
Mediante la aplicación de ese plan, Chile reforzó su inversión en el desarrollo social y, con la actual Presidencia de Michelle Bachelet, sigue haciéndolo para combatir la desigualdad, afirmó Frei.
Si bien América Latina redujo la pobreza, sigue siendo «más desigual» que otras regiones y actualmente 167 millones de personas, o 28 por ciento de sus poco más de 600 millones de habitantes, viven en la pobreza, mientras que 71 millones viven en la pobreza extrema, informó.[related_articles]
Algunas tareas urgentes son pensar en un nuevo pacto y reforma fiscales que mejoren la distribución del ingreso con el fin de evitar el «falso» desarrollo, dijo. También es necesario combatir la corrupción y emprender la reforma institucional, añadió.
«Como tal, la CMDS sigue siendo tan válida hoy como en 1995», destacó.
De cara al futuro, la lucha contra la pobreza y las desigualdades requiere un fundamento ético y un esfuerzo sostenido. En esta encrucijada, es hora de que los gobiernos den mayor impulso al «movimiento moral», exhortó Frei.
Juan Somavía, exdirector de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dijo en la reunión del Ecosoc que el borrador de la agenda post 2015 recuperó el espíritu y el dinamismo de la década de 1990 y que es una buena base para las negociaciones.
«El documento refleja una visión sumamente ambiciosa, con sus 17 metas y 69 indicadores centrados en un concepto de desarrollo sostenible centrado en la gente y en la erradicación de la pobreza», manifestó.
En cuanto a los desafíos, el apoyo político de la ONU será fundamental, observó.
Dado que el mundo ha discutido los tres elementos del desarrollo sostenible pero aún no los aplicó, el reto básico que queda es asegurar el pensamiento integrado y dar forma a los métodos para utilizarlo para que expliquen claramente los tipos de interacciones entre los tres pilares de la agenda necesarios para cumplir los compromisos, explicó.
Esa ardua tarea requiere una iniciativa de las secretarías de la ONU en Nueva York y Ginebra, de sus fondos y programas y numerosas redes en las regiones en las que opera el foro mundial, dijo.
A menos que ese proceso se inicie inmediatamente tras la adopción de la nueva agenda, esos «bienes» no se podrán entregar, advirtió Somavía.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga